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Los hispanos esperan reforma migratoria

  • 19 enero 2010 /

El presidente de EEUU, Barack Obama, deja atrás un año con muchas turbulencias pero le espera otro con promesas aún sin cumplir, incluyendo la reforma migratoria integral que exige la comunidad hispana.

    El presidente de EEUU, Barack Obama, deja atrás un año con muchas turbulencias pero le espera otro con promesas aún sin cumplir, incluyendo la reforma migratoria integral que exige la comunidad hispana.

    Obama cumplirá mañana su primer aniversario como el primer presidente negro del país -sin duda un logro histórico-, pero tendrá que invertir capital político para que el Congreso apruebe una reforma que incluya la legalización de la población indocumentada.

    Si los logros han sido muchos, sobre todo para mitigar la 'Gran Recesión', los ataques de los detractores lo han sido también, pero los líderes de la comunidad inmigrante esperan que éste sea el año en que la Casa Blanca dé la batalla y sus acciones acompañen la retórica.

    El domingo pasado, en un acto en conmemoración del reverendo Martín Luther King, el propio Obama reconoció que, pese a que su triunfo en las urnas reflejó la esperanza de un cambio, no ha podido cumplir todas sus promesas electorales.

    Ese mismo día, en el programa 'Al Punto' de Univisión, Cecilia Muñoz, que dirige la oficina de Asuntos Intergubernamentales de la Casa Blanca, afirmó que Obama 'realmente quiere impulsar la reforma de inmigración' y es un compromiso que se toma muy en serio.

    Los republicanos del Congreso, grupos conservadores afines y demás detractores también se movilizan, por lo que Obama afrontará otro año inhóspito para sus prioridades legislativas.

    Pero la Casa Blanca no puede perder de vista que Obama llegó al poder gracias en parte al respaldo del 67 por ciento de los votantes hispanos en 2008, y el apoyo de este bloque electoral será clave en los comicios legislativos de noviembre próximo y en los presidenciales de 2012.

    El legislador demócrata Luis Gutiérrez dio el primer empujón con su proyecto de ley reformista, que cuenta con el patrocinio de otros 93 legisladores.

    La iniciativa de Gutiérrez no es perfecta pero ayudaría a sacar de la sombra a los doce millones de indocumentados que se calcula viven en EEUU.

    Entre otros elementos, el proyecto de ley amplía y mejora el sistema de visas para inmigrantes, permite la reunificación familiar, la legalización de ciertos estudiantes indocumentados y estipula mayores medidas para corregir la porosidad de las fronteras.

    Sobran los estudios que destacan los beneficios de una reforma migratoria para la atribulada economía estadounidense y para la clase media.

    Con o sin papeles, los inmigrantes pagan impuestos, contribuyen a la creación de empleos y, en términos generales, no son las sanguijuelas que describen los grupos anti-inmigrantes.

    Según el Centro para el Progreso Estadounidense (CAP), la reforma migratoria añadiría 1,5 billones de dólares al Producto Interno Bruto de EEUU en diez años y los inmigrantes recién legalizados aumentarían las arcas federales por hasta 5.400 millones de dólares en los primeros tres años.

    Mientras, el Instituto CATO considera que un plan de legalización aumentaría los ingresos de los hogares estadounidenses por 180.000 millones de dólares en 2019.

    Los indocumentados ya pagan cerca de 7.000 millones de dólares en impuestos federales anuales, según el Instituto Drum Major de Política Pública (DMI, en inglés), el último en sumarse al coro de voces a favor de una reforma.

    Sus contribuciones serían mayores cuando obtengan la residencia permanente, y ya no serían presa de empleadores que los explotan aprovechándose de su precaria situación legal, según DMI.

    Los indocumentados no son 'invisibles' y su trabajo se ve reflejado en todos los aspectos de la vida cotidiana, desde los supermercados hasta los hoteles, restaurantes, fábricas y oficinas.

    Es algo que no deben olvidar los políticos en el Congreso, ya que el tema migratorio jugará un papel importante en los comicios de noviembre próximo, cuando se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 del Senado.

    La reforma migratoria fracasó en 2007 debido a pugnas partidistas en el Senado.

    Pero ahora los demócratas controlan ambas cámaras del Congreso y, aunque el panorama sigue siendo difícil frente a un tema tan complejo como volátil, es más favorable a que la tragedia del trabajador indocumentado tenga en 2010 un final feliz.