Palu.
Voluntarios indonesios excavaron ayer una fosa común para enterrar a las cientos de víctimas del sismo y el tsunami que azotó la isla indonesia de Célebes, mientras los socorristas trataban de sacar a más supervivientes de entre los escombros.
Ante la amplitud de la catástrofe, que causó al menos 844 muertos y 48,000 desplazados, según un último balance de ayer de la agencia de gestión de desastres, el gobierno indonesio solicitó ayuda internacional.
Las autoridades temen que el balance final sea mucho más alto, pues gran parte de la región afectada sigue siendo inaccesible. Decenas de agencias humanitarias y de oenegés se brindaron para dar asistencia al país, pero el envío de ayuda a la zona resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados.
“No tenemos mucha comida. Sólo pudimos tomar lo que teníamos en casa. Y necesitamos agua potable”, dijo Samsinar Zaid Moga, una mujer de 46 años.
“Lo más importante son las tiendas, porque ha llovido y hay muchos niños aquí”, añadió su hermana, Siti Damra.
Oxfam “prevé aportar ayuda a, potencialmente, 100,000 personas”, alimentos instantáneos, equipos de purificación del agua y de tiendas, indicó Ancilla Bere, una responsable de esa oenegé en Indonesia.
En Poboya, en la colinas que rodean
Palu, voluntarios empezaron a enterrar a las víctimas en una gigantesca fosa común, con capacidad para 1,300 cuerpos. Tres camiones cargados de cadáveres envueltos en bolsas naranjas, amarillas y negras, llegaron al lugar, constató un periodista de la AFP. Uno por uno, fueron colocados en la fosa y recubiertos de tierra.
En un primer momento, las autoridades agruparon los cuerpos en morgues improvisadas para poder identificarlos pero, ante el riesgo sanitario, decidieron realizar entierros masivos. En Balaroa, un barrio periférico de Palu con una zona residencial, los daños fueron catastróficos. La zona se transformó en un terreno baldío cubierto de árboles arrancados, bloques de hormigón, restos de tejado y trozos de muebles.
Sobre el terreno, los equipos de rescate trabajaban contrarreloj para hallar supervivientes y sacarlos de entre los escombros.
Voluntarios indonesios excavaron ayer una fosa común para enterrar a las cientos de víctimas del sismo y el tsunami que azotó la isla indonesia de Célebes, mientras los socorristas trataban de sacar a más supervivientes de entre los escombros.
Ante la amplitud de la catástrofe, que causó al menos 844 muertos y 48,000 desplazados, según un último balance de ayer de la agencia de gestión de desastres, el gobierno indonesio solicitó ayuda internacional.
Las autoridades temen que el balance final sea mucho más alto, pues gran parte de la región afectada sigue siendo inaccesible. Decenas de agencias humanitarias y de oenegés se brindaron para dar asistencia al país, pero el envío de ayuda a la zona resulta complicado porque numerosas carreteras están cortadas y los aeropuertos dañados.
| Los cadáveres se juntaban al aire libre y las autoridades decidieron abrir fosas comunes para evitar problemas sanitarios.
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“Lo más importante son las tiendas, porque ha llovido y hay muchos niños aquí”, añadió su hermana, Siti Damra.
Oxfam “prevé aportar ayuda a, potencialmente, 100,000 personas”, alimentos instantáneos, equipos de purificación del agua y de tiendas, indicó Ancilla Bere, una responsable de esa oenegé en Indonesia.
| Aún hay regiones donde no han accedido y eso incrementaría la cifra de muertos.
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En un primer momento, las autoridades agruparon los cuerpos en morgues improvisadas para poder identificarlos pero, ante el riesgo sanitario, decidieron realizar entierros masivos. En Balaroa, un barrio periférico de Palu con una zona residencial, los daños fueron catastróficos. La zona se transformó en un terreno baldío cubierto de árboles arrancados, bloques de hormigón, restos de tejado y trozos de muebles.
Sobre el terreno, los equipos de rescate trabajaban contrarreloj para hallar supervivientes y sacarlos de entre los escombros.