Ciudad del Vaticano, Italia.
El Papa visitó uno de los escenarios de la I Guerra Mundial en Italia y lanzó una profunda reflexión. El Pontífice considera que los conflictos que se viven en la actgualidad podría considerase como una tercera Guerra Mundial 'por partes'.
Serio, visiblemente emocionado y con un tono de voz creciente, el pontífice dijo que la guerra es 'una locura' alimentada por conceptos como 'la avaricia, la intolerancia y la ambición de poder' que a menudo encuentran justificación en la ideología y que lo destruye y lo trastorna todo.
Este belicismo globalizado se debe a que en la 'sombra' de la sociedad convergen lo que denominó como 'planificadores del terror', o lo que es lo mismo, 'intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder' y una industria armamentística cuyo corazón está 'corrompido' por 'especular con la guerra'.
Bergoglio visitó los cementerios de Fogliano Redipuglia, al nordeste de Italia, donde se albergan los restos de los miles de caídos en este frente durante la I Guerra Mundial, de cuyo inicio se conmemora este año el primer centenario.
Francisco criticó la indiferencia instalada en la sociedad, que ilustró con la respuesta con la que Caín negó ante Dios conocer el paradero de su hermano asesinado: '¿A mi qué me importa?'.
'Sobre la entrada a este cementerio se alza el lema desvergonzado de la guerra: '¿A mí qué me importa?'. Todas estas personas, cuyos restos reposan aquí, tenían sus proyectos, sus sueños... (...) La humanidad dijo: '¿A mí qué me importa?', recordó.
Una situación que parece estar repitiéndose en la actualidad, momento en el que, según refirió el obispo de Roma, podría decirse que se vive una tercera Guerra Mundial combatida por etapas mediante crímenes, masacres y destrucciones de toda índole.
El papa instó a los fieles 'con corazón de hijo, de hermano y de padre', a 'llorar', es decir, a reaccionar ante el belicismo y a abandonar la postura de Caín, que tras asesinar a Abel no derramó ninguna lágrima.
El Papa visitó uno de los escenarios de la I Guerra Mundial en Italia y lanzó una profunda reflexión. El Pontífice considera que los conflictos que se viven en la actgualidad podría considerase como una tercera Guerra Mundial 'por partes'.
Serio, visiblemente emocionado y con un tono de voz creciente, el pontífice dijo que la guerra es 'una locura' alimentada por conceptos como 'la avaricia, la intolerancia y la ambición de poder' que a menudo encuentran justificación en la ideología y que lo destruye y lo trastorna todo.
Este belicismo globalizado se debe a que en la 'sombra' de la sociedad convergen lo que denominó como 'planificadores del terror', o lo que es lo mismo, 'intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder' y una industria armamentística cuyo corazón está 'corrompido' por 'especular con la guerra'.
Bergoglio visitó los cementerios de Fogliano Redipuglia, al nordeste de Italia, donde se albergan los restos de los miles de caídos en este frente durante la I Guerra Mundial, de cuyo inicio se conmemora este año el primer centenario.
Francisco criticó la indiferencia instalada en la sociedad, que ilustró con la respuesta con la que Caín negó ante Dios conocer el paradero de su hermano asesinado: '¿A mi qué me importa?'.
'Sobre la entrada a este cementerio se alza el lema desvergonzado de la guerra: '¿A mí qué me importa?'. Todas estas personas, cuyos restos reposan aquí, tenían sus proyectos, sus sueños... (...) La humanidad dijo: '¿A mí qué me importa?', recordó.
Una situación que parece estar repitiéndose en la actualidad, momento en el que, según refirió el obispo de Roma, podría decirse que se vive una tercera Guerra Mundial combatida por etapas mediante crímenes, masacres y destrucciones de toda índole.
El papa instó a los fieles 'con corazón de hijo, de hermano y de padre', a 'llorar', es decir, a reaccionar ante el belicismo y a abandonar la postura de Caín, que tras asesinar a Abel no derramó ninguna lágrima.