Decenas de villas modernistas languidecen en el pueblo costero de Kep en Camboya, abandonadas en los ochenta tras el régimen del Jemer Rojo que persiguió cualquier símbolo de la sociedad urbana capitalista y puso fin a esta tendencia arquitectónica en el país.
Entre la vegetación que se abre paso a través de muros y suelos, los rasgos de la arquitectura modernista camboyana, también llamada 'nueva arquitectura jemer', resaltan en muchas de las desvalijadas estructuras de lo que fueron en su momento lujosas residencias vacacionales.
En la actualidad un tranquilo pueblo pesquero, Kep fue durante décadas el lugar de descanso de la elite camboyana y uno de los lugares en los que el modernismo arquitectónico jemer se asentó después de la independencia de Francia en 1953.
El popular y controvertido rey Norodom Sihanouk de Camboya, impulsó tras la independencia las artes y la cultura camboyana y abrió la puerta a la influencia extranjera.
En la arquitectura, el principal representante de la explosión cultural fue Vann Molyvann, alumno de uno de los arquitectos fundadores del modernismo, Le Corbusier.
'Hasta nuestros días se le ha prestado demasiada poca atención a nivel nacional e internacional a la 'nueva arquitectura jemer'', cuenta el arquitecto suizo radicado en Camboya Martin Aerne.
Las ideas modernistas, que priman la funcionalidad, la innovación estructural, el uso racional de materiales y la ausencia de ornamentos. Llegaron a Camboya en los sesenta y se adaptaron al clima tropical y las tradiciones camboyanas.
Aunque los diseños de Kep no tienen la grandiosidad de algunas de las construcciones modernistas de Phnom Penh, las estructuras asimétricas, el uso de pilotes que elevan la casa para combatir las inundaciones y las celosías que dan ventilación y sombra las diferencian de la arquitectura colonial.
En Kep, arquitectos como Roger Colne, Leroy & Mondet, Henri Chatel y Lu Ban Hap construyeron decenas de villas, entre las que se incluyen la residencia real del rey Sihanouk y el palacete que construyó el general Lon Nol antes de perder el país a manos del Jemer Rojo.
Una villa modernista muestra grafitis en sus paredes en el pueblo de Kep, al sur de Camboya, donde muchos camboyanos pobres viven entre las estructuras de lujosas villas abandonadas tras el régimen genocida del Jemer Rojo. EFE.
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En 1975 el Jemer Rojo asumió el poder hasta 1979, dando comienzo a la etapa más oscura de la historia camboyana en la que murió un cuarto de la población (cerca de 1,7 millones de personas) a causa del hambre, los trabajos forzados y las ejecuciones.
Puv Vandy, de sesenta y dos años, reside junto a su familia en una humilde estructura de madera cerca del esqueleto de una antigua villa, en uno de los terrenos que antes pertenecían a un miembro de la burguesía, uno de los enemigos del Jemer Rojo.
La anciana cuenta que 'la casa empezó a estar abandonada en 1973, los porteros se fueron de las casas, y los dueños estaban en Phnom Penh, o en otros países, y algunos murieron, nadie es el verdadero dueño'.
Aunque algunas de las villas fueron remodeladas y reconvertidas en hoteles, la mayoría permanecen decrépitas.
Dato
En 1997 existía cerca de doscientas villas en Kep construidas entre 1953 y 1975, pero en 2012 la cifra se redujo a 157, según un recuento de la Facultad de Arqueología recogida por el diario local Phnom Penh Post.
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El arquitecto Soth Putthimanin, que reside en Kep, indicó que las parcelas, que indica pueden alcanzar entre 50.000 dólares y 1.000.000 de dólares, se utilizan hoy en día para especular sin que nadie se ocupe de las casas.
Para Soth Putthimanin, es difícil preservar las casas, ya que muchas de las parcelas 'pertenecen a los ricos y poderosos'.
Camboya es el país más corrupto del sudeste asiático según la ONG Transparency International, y el partido gobernante se mantiene en el poder desde la caída del Jemer Rojo. Texto y foto de EFE.
Ropa tendida cerca una deteriorada villa en el pueblo de Kep, al sur de Camboya, donde muchos camboyanos pobres viven entre las estructuras de lujosas villas abandonadas tras el régimen genocida del Jemer Rojo. EFE
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