A punto de cumplirse un año de la tragedia del vuelo de Germanwings, la comisión francesa encargada de la investigación reveló hoy que un médico diagnosticó diez días antes de los hechos una posible psicosis al copiloto, Andreas Lubitz, y recomendó que fuese tratado en un hospital psiquiátrico.
El alemán Lubitz, según el informe final de seguridad, estrelló el aparato deliberadamente en los Alpes franceses y ni las autoridades de aviación ni su empresa conocían el diagnóstico del médico privado generalista que lo había atendido.
Por eso, la comisión hizo hoy una serie de recomendaciones centradas en el control médico de esos profesionales y en el refuerzo de la normativa para evitar que se repitan sucesos como aquél.
La investigación francesa constató que no se le habría podido impedir volar ese 24 de marzo de Barcelona a Düsseldorf, con 144 pasajeros, porque ni el copiloto ni los facultativos informaron de su estado ni su comportamiento previo llamó la atención de sus compañeros.
El informe recalcó que los datos disponibles actualmente no proporcionan una 'conciencia exacta' de los riesgos en vuelo relacionados con problemas mentales o incapacidad y efectuó once recomendaciones para abordar una problemática 'difícil'.
'Deben exigirse reglas más claras para saber cuándo es necesario romper el secreto médico', señaló en conferencia de prensa en Le Bourget, sede de la agencia francesa encargada del caso, la BEA, Arnaud Desjardins, que busca un mayor equilibrio entre ese principio y la seguridad pública.
Las alarmas sobre Lubitz se remontan a abril de 2009, cuando el centro de medicina aeronáutica de Lufthansa no revalidó su certificado médico de idoneidad por una depresión. A finales de julio de ese año obtuvo uno nuevo, con restricciones en caso de recaer, y el último, de julio de 2014, tenía validez hasta agosto de 2015.
Lea más: Divulgan carta del piloto que estrelló avión de Germanwings
La investigación francesa insta a definir las condiciones para el seguimiento de la aptitud para volar de pilotos con historial de problemas psicológicos o psiquiátricos, así como a efectuar análisis rutinarios de incapacitación en vuelo, con especial atención a esos trastornos.
La BEA no dicta ninguna recomendación sobre la modificación de los diseños de las puertas de cabina (Lubitz se encerró allí antes de hacer caer el aparato) y, aunque admite que la presencia de dos personas en ese habitáculo puede dificultar casos de suicidio, cree que no elimina ese riesgo e, incluso, añadir riesgos de seguridad que deben evaluarse.