En un laboratorio del norte de Pekín, un hombre posee quizás el esperado antídoto. Vestido con una bata blanca, exhibe una de las primeras vacunas experimentales contra el nuevo coronavirus.
Sinovac Biotech es uno de los cuatro laboratorios chinos autorizados a emprender ensayos clínicos. Aunque su vacuna aún no se ha probado, el grupo privado dice que está listo para producir 100 millones de dosis al año para combatir el virus, aparecido en China a finales de 2019.
El farmacéutico puede mostrarse seguro. En 2009, adelantó a sus competidores y se convirtió en el primero en el mundo en sacar al mercado una vacuna contra la gripe porcina H1N1.
En sus vastas instalaciones de Changping, en la gran periferia de la capital, técnicos de laboratorio controlan la calidad de la vacuna experimental, a base de patógenos inertes, producida ya en miles de ejemplares. Y ya tiene incluso nombre: 'Coronavac'.
Probada en monos
Si bien el tratamiento está aún lejos de una homologación, el fabricante debe demostrar que es capaz de producir a gran escala y someter lotes al control de las autoridades. De ahí el lanzamiento de la producción incluso antes de acabar los ensayos clínicos.En mitad de la carrera mundial por encontrar el ansiado antídoto, menos de una decena de laboratorios iniciaron por ahora ensayos en el ser humano, según la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Entre ellos Sinovac, que asegura que obtuvo resultados prometedores en monos, antes de administrar su suero por primera vez a 144 voluntarios a mediados de abril en Jiangsu (este).
Pero el laboratorio fundado en 2001 no se pronunciará sobre la fecha en la que posiblemente se comercialice su inyección de medio mililitro. 'Es la pregunta que todo el mundo se hace', reconoce Liu Peicheng, director de la marca.
Según la Organización Mundial de la Salud ( OMS), la producción de una vacuna puede tomar entre 12 y 18 meses.
Ensayos en el extranjero
El laboratorio chino, que emplea a un millar de asalariados, espera obtener a finales de junio los primeros resultados sobre la seguridad de su producto, dentro de ensayos de fase 1 y 2, explica a la AFP Meng Wining, director de relaciones internacionales.Estas pruebas consisten en verificar que la vacuna no es peligrosa para el ser humano. Para asegurar su eficacia, hay que realizar un ensayo de fase 3 en portadores del virus.
El problema está en que ahora 'solo se señalan algunos casos al día en China', indica Meng. A menos que haya una segunda ola epidémica en territorio chino, el grupo va a tener que probarla con diagnosticados positivos en el extranjero.
'Actualmente estamos en contacto con varios países de Europa y Asia', precisa. 'Un ensayo de fase 3 comprende normalmente a varios miles de personas. No es fácil obtener esta cifra, en ningún país', previene.
El grupo emprendió en el sur de Pekín la construcción de una fábrica de producción de una capacidad de 100 millones de dosis, que deberá estar en funcionamiento antes de finales de año.
'Trabajamos día y noche, hacemos tres turnos, lo que significa que no perdemos ni un minuto', afirma Meng.
Llevada a la población mundial, una posible vacuna de Sinovac no bastaría para proteger al planeta. Pero Meng asegura que su grupo, que cotiza en Nasdaq, está abierto a 'colaboraciones' con sus socios extranjeros, a los que vende sus vacunas contra la gripe o la hepatitis.
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Ser el primero en proporcionar un remedio contra la COVID-19 sería una especie de venganza para China, ansiosa por que se olvide que la pandemia surgió en su suelo.
'Recibimos mucho apoyo del gobierno chino', precisa Meng. 'No mucho dinero', sino cooperación con institutos públicos de los que Sinovac obtiene cepas virales.
Pekín aprobó igualmente el ensayo clínico de otras tres vacunas experimentales: una lanzada por la Escuela Militar de Ciencias Médicas y el grupo de biotecnología CanSino, otra por el Instituto de Productos Biológicos y el Instituto de Virología de Wuhan, ciudad donde nació el nuevo coronavirus, y la última por el grupo China Biotics, que inició ensayos el martes entre 32 voluntarios.