Los actos litúrgicos del viacrucis y el Santo Entierro se vivieron en Honduras, como en el resto del mundo, de una manera singular a causa de la pandemia COVID-19.
En Tegucigalpa, la Iglesia católica desarrolló las 15 estaciones en un viacrucis móvil que salió de la catedral metropolitana, recorrió varias parroquias y culminó en la basílica menor de Suyapa, donde el cardenal Óscar Andrés Rodríguez ofició una misa.
El padre Carlo Magno, canciller de la Iglesia, recorrió la capital abordo de un pick-up con el Jesús crucificado. Atrás iba otro vehículo con la virgen de Suyapa.
El Jesús Crucificado pasa por la iglesia Los Dolores en Tegucigalpa durante el viacrucis.
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El cardenal óscar Andrés Rodríguez en la misa pidió que Honduras no quede en el sepulcro, tampoco en lo mismo de antes. “Lo único que debe quedar en la tumba es el odio y la violencia”.
“Los analistas están preocupados y piensan que después habrá una recesión económica, la habrá, pero no será el final, la recesión que debemos temer es volver a lo mismo de antes, a la violencia, al pecado, a la división que hay en nuestro país. Ahora se han visto tantos gestos de auténtica solidaridad, Honduras no será la misma cuando se venza esta pandemia, pero no podemos volver atrás”. En la diócesis de San Pedro Sula cada parroquia hizo lo suyo para que los feligreses revivieran la pasión y muerte de Jesús.
Una creyente capitalina con su boca tapada reza al paso de la procesión.
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El obispo de la diócesis de San Pedro Sula, Ángel Garachana, dijo que preocupa el contagio del coronavirus en el Valle de Sula y una de las causas está en el incumplimiento del mandato de quedarnos en casa. Llamo a quedarnos en casa por amor a Dios y a nosotros mismos”. Hoy seguirán los actos litúrgicos también a puerta cerrada.
Cadetes de la Academia Militar Francisco Morazán conmemoraron la pasión y sufrimiento de Jesús con un viacrucis en vivo.
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