El jaguar, símbolo de fuerza, valentía y liderazgo en la antigua cultura maya, sigue bajo constante acecho de redes de tráfico ilegal que extraen sus partes para abastecer el mercado chino, donde son comercializadas a través de internet como artículos de lujo y componentes de la medicina tradicional asiática.
La caza furtiva en Mesoamérica y el resto del continente es impulsada por el imparable comercio en redes sociales y plataformas digitales de colmillos (transformados en joyas exclusivas y amuletos que ofrecen poder y protección espiritual) y huesos (procesados y convertidos en medicinas contra la artritis, impotencia sexual y otras enfermedades).
Diario LA PRENSA exploró sitios virtuales de China y encontró que, por ejemplo, en Taobao.com, una de las plataformas de comercio electrónico más populares de ese país, con cerca de 500 millones de usuarios registrados, ofrecen dijes fabricados con colmillos de jaguar montados en plata y oro; bálsamos etiquetados como medicina tradicional, elaborados con huesos del felino y vendidos como si fueran derivados del tigre.
En muchas publicaciones digitales, presentan los colmillos del jaguar y de otros felinos similares como “dientes de tigre”, un eufemismo que evita revelar su verdadero origen. Esto ocurre pese a que la Ley de Protección de la Vida Silvestre de China solo permite la comercialización de partes animales si provienen de granjas con licencia gubernamental. Desde 2023, se prohíbe expresamente la venta, compra o uso de especies silvestres en peligro de extinción.
Informes de organizaciones ambientalistas como Earth League International (ELI) señalan que, tras las restricciones al comercio de partes del tigre salvaje, los traficantes han redirigido su operación hacia el jaguar, especialmente en países con baja vigilancia ambiental y altos niveles de corrupción.
Honduras rastrea la ruta del jaguar
Mientras la demanda ilegal crece desde Asia, países que integran el corredor biológico del jaguar (Panthera onca), como Honduras, intensifican sus esfuerzos para rastrear y proteger a este felino, clave para el equilibrio ecológico en los ecosistemas donde habita.
El Instituto de Conservación Forestal (ICF) ha instalado unas 40 cámaras trampa en áreas protegidas del occidente del país, con el fin de identificar el último eslabón del corredor mesoamericano en esa región, donde el jaguar fue central en la cosmovisión maya.
Durante las últimas dos décadas, el monitoreo biológico con cámaras ha permitido a organizaciones nacionales e internacionales —entre ellas la Fundación Panthera, Wildlife Conservation Society (WCS), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el ICF— determinar que el corredor del jaguar en Honduras abarca al menos 18 áreas protegidas, desde La Mosquitia hasta la frontera con Guatemala.
Para los defensores de la fauna, la presencia del jaguar en Honduras refleja la buena salud de los bosques tropicales y humedales, y favorece la supervivencia de otras especies amenazadas como el puma, el ocelote, el manatí y diversas aves.
Juan Rodríguez, coordinador del departamento de vida silvestre del ICF en occidente, explicó que se ha reforzado el monitoreo en zonas clave.
“ICF ha tenido cámaras en occidente desde hace unos siete años, pero desde agosto del año pasado aumentamos el número; hemos instalado treinta más. Hasta ahora no hemos detectado jaguares en esta zona, pero no descartamos que esta región sea parte de su corredor biológico, porque todas las semanas tenemos informes y fotos de huellas de felinos”, dice Rodríguez.
La presencia del jaguar en Honduras se remonta a tiempos prehispánicos. Sin embargo, su población ha disminuido debido a la expansión agrícola, la deforestación en zonas como La Mosquitia y el crecimiento urbano en departamentos densamente poblados, como Cortés.
“Sabemos que el jaguar tiene un corredor que inicia en La Mosquitia, cruza el Caribe por medio del Parque Nacional Jeannette Kawas, Yoro, el Merendón, el Parque Nacional Cerro Azul Meámbar (Panacam). Creemos que es parte de su corredor biológico el Parque Nacional Cerro Azul Copán (PANACAC), que limita con Izabal, Guatemala, donde hay jaguares. Los últimos informes sobre presencia de jaguares en occidente se dieron entre 1982 y 1990”, dice Rodríguez.
Mesoamérica debe seguir la Hoja de Ruta Jaguar 2030
Con el respaldo de Fundación Panthera, WCS, PNUD y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), 18 países de América Latina —incluido Honduras— han suscrito la Hoja de Ruta Jaguar 2030, un plan regional para conservar a este felino y los ecosistemas que habita.
Los firmantes se comprometieron a trabajar conjuntamente para contrarrestar las amenazas que enfrenta el jaguar: pérdida y fragmentación de hábitat, conflictos con la ganadería y el tráfico de partes. Con ello, buscan preservar un patrimonio natural y cultural que es vital para los pueblos de la región.
Para Honduras, la presencia milenaria del jaguar en el occidente está documentada en monumentos arqueológicos de la acrópolis maya de Copán, donde este felino era símbolo de poder, fortaleza y conexión espiritual.
Gregorio Rodríguez, director local del ICF en la zona norte de Copán, explicó: “El jaguar era un símbolo de fortaleza para los mayas, asociado con gobernantes y guerreros. Hay muchos factores que nos indican que ha habido presencia de jaguares en esta región que ahora buscamos demostrar por medio de cámaras. Por ejemplo, en algunos municipios de Copán aún encontramos pieles de jaguar que muchas personas cazaron cuando aún no era prohibido”, dice.
La caza del jaguar está prohibida en Honduras desde 1993, cuando el país ratificó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).