Jesús de Nazareth, el mesías crucificado el pasado viernes por orden de las autoridades romanas, ha resucitado este domingo por la mañana, según informaron sus seguidoras más cercanas.
El hecho ocurrió en las primeras horas del día. Un grupo de mujeres —entre ellas María Magdalena, Juana y María, madre de Jacobo— se dirigió al sepulcro donde había sido enterrado Jesús, ubicado en las afueras de Jerusalén. Llevaban consigo aromas para completar el ritual de embalsamamiento, pero al llegar encontraron la piedra removida y la tumba vacía.
“Entramos y no estaba el cuerpo”, relató María Magdalena. Las mujeres afirmaron haber visto a dos hombres con vestiduras brillantes dentro del sepulcro, quienes les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”.
La noticia comenzó a circular rápidamente entre los seguidores del predicador galileo. Pedro y Juan, dos de sus discípulos más cercanos, acudieron al lugar y confirmaron que el cuerpo no se encontraba allí. Según testigos, los lienzos con los que había sido envuelto estaban colocados en el suelo, y el sudario que cubría su rostro, enrollado aparte.
Las autoridades romanas no han emitido declaraciones oficiales. Sin embargo, fuentes cercanas informaron que la guardia asignada al sepulcro abandonó su puesto durante la madrugada, lo que ha generado cuestionamientos sobre la seguridad del sitio.
Durante el día, varias personas han afirmado haber visto a Jesús con vida. Cleofás aseguró que caminó junto a él camino a Emaús y que sólo lo reconoció al compartir el pan durante una comida.
Su captura y juicio
La captura de Jesús se produjo el pasado jueves por la noche en un huerto al este de Jerusalén, tras ser denunciado por uno de sus propios discípulos, Judas Iscariote. Las autoridades del templo lo acusaban de blasfemia por proclamarse Hijo de Dios y de alterar el orden público con sus enseñanzas.
Tras ser arrestado, fue sometido a un juicio nocturno por el Sanedrín, que lo declaró culpable. Posteriormente, fue entregado al gobernador romano Poncio Pilato, quien, pese a no hallar en él motivo de condena, cedió ante la presión popular y autorizó su ejecución bajo el cargo de sedición.
Jesús fue crucificado el viernes por la tarde junto a dos delincuentes. Su muerte fue certificada por soldados romanos y su cuerpo bajado rápidamente de la cruz para ser sepultado antes del inicio del sábado, día de reposo para los judíos.