Nueva Orleans, Estados Unidos.
Nueva Orleans, la tierra del jazz, la ciudad estadounidense de acento francés, sigue siendo para centenares de hondureños un destino donde pueden convertir los sueños en realidad.
Raúl Gámez, quien llegó cuando tenía 9 años, por ejemplo, creció, trabajó y se arraigó. Ahora, con 66 años de edad, es propietario de una firma de seguros.
En 1961, una hermana, que logró la residencia estadounidense con el pago de $20, se llevó a Gámez para esa ciudad con el objeto de que tuviera un mejor nivel de vida, tal como le había dicho un estadounidense que era amigo de su padre.
“Mi padre, Antonio Gámez, trabajaba con un gringo en Villanueva, con una volqueta. El gringo era de un pueblo de Georgia. Y él le dijo que si tenía una hija que la enviara a Estados Unidos. A los dos años me jaló a mí y luego jalamos a los demás”, relató Gámez.
Este
hondureño, completamente integrado a la sociedad en Nueva Orleans, posee la empresa Global Auto Insurance que vende seguros para vehículos y casas. Él asiste a
fiestas sociales amenizadas con música
jazz y actividades deportivas de la ciudad.
Otros hondureños, que han tenido la misma fortuna de Gámez, son dueños de empresas de transporte de carga, talleres de reparación de automóviles, gasolineras, venta de carros como el de su amigo Ramón Cruz, originario de La Ceiba. Muchos de ellos están afiliados a la Cámara Hispana de Comercio.
Los primeros hondureños, animados por las compañías bananeras, viajaron de Honduras, específicamente de La Ceiba, en la mitad del siglo pasado. Llegaron, exploraron la plaza, trabajaron y se quedaron.
Con un menor ritmo, el flujo migratorio de hondureños continuó en la década de 1980 y 1990. En esa corriente se embarcó la periodista Brenda Murphy, quien fundó el periódico bilingüe Jambalaya News ( www.jambalayanews.com), que, en la actualidad, es un medio líder en el estado de Luisiana.
“Aquí hay dos tipos de hondureños, los que vienen solo a trabajar y se van y los que echan raíces”, dijo Murphy, quien se marchó de Honduras el 15 de enero de 1996.
Para materializar los sueños en Nueva Orleans hay que “trabajar, trabajar y trabajar”, dijo Murphy. Ella inicia su jornada laboral para Jambalaya News a las 4:30 de la mañana y la termina a las 10:00 de la noche.
Tras los estragos causados por el huracán Katrina en 2005, una cantidad incalculable de hondureños abandonaron Luisiana y se trasladaron a otros estados. Sin embargo, otros compatriotas, que observaron una oportunidad después del fenómeno, llegaron para trabajar en la construcción.
“Todavía, el gran interés de los hondureños por venir a este país es Nueva Orleans y Nueva York por cuestión de tradición, desde el tiempo de las bananeras. Últimamente sí ha habido movimientos de hondureños hacia el norte del país por mejores condiciones de vida. Aquí en Nueva Orleans, miles de mexicanos son los que han llegado últimamente”, dijo Félix Ovidio Cubías, un analista social y escritor radicado en esa ciudad.
La población de hondureños en Luisiana es imprecisa. Algunos dicen que es de 150,000, pero Murphy estima que “está entre los 75,000 y 100,000”. Un censo oficial establece que ya solo son 33,000 .
Otros hondureños, como Jhonny Valladares, egresado de Comunicaciones de la Universidad de San Pedro Sula (Usap), no han logrado repuntar en Nueva Orleans porque no les ofrece las oportunidades profesionales.
“Para el hondureño profesional, Nueva Orleans no es una ciudad atractiva. Está en uno de los estados más pobres de EUA y no hay muchas oportunidades”, dijo Valladares, quien trabajó como productor de televisión para Telemundo en esa ciudad.
Después de un par de años de vivir allí, él se trasladó a Texas donde tiene una empresa.
Nueva Orleans, la tierra del jazz, la ciudad estadounidense de acento francés, sigue siendo para centenares de hondureños un destino donde pueden convertir los sueños en realidad.
Raúl Gámez, quien llegó cuando tenía 9 años, por ejemplo, creció, trabajó y se arraigó. Ahora, con 66 años de edad, es propietario de una firma de seguros.
En 1961, una hermana, que logró la residencia estadounidense con el pago de $20, se llevó a Gámez para esa ciudad con el objeto de que tuviera un mejor nivel de vida, tal como le había dicho un estadounidense que era amigo de su padre.
“Mi padre, Antonio Gámez, trabajaba con un gringo en Villanueva, con una volqueta. El gringo era de un pueblo de Georgia. Y él le dijo que si tenía una hija que la enviara a Estados Unidos. A los dos años me jaló a mí y luego jalamos a los demás”, relató Gámez.
En esta ciudad, hondureños tienen negocios de distintos tipos.
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Otros hondureños, que han tenido la misma fortuna de Gámez, son dueños de empresas de transporte de carga, talleres de reparación de automóviles, gasolineras, venta de carros como el de su amigo Ramón Cruz, originario de La Ceiba. Muchos de ellos están afiliados a la Cámara Hispana de Comercio.
Los primeros hondureños, animados por las compañías bananeras, viajaron de Honduras, específicamente de La Ceiba, en la mitad del siglo pasado. Llegaron, exploraron la plaza, trabajaron y se quedaron.
Con un menor ritmo, el flujo migratorio de hondureños continuó en la década de 1980 y 1990. En esa corriente se embarcó la periodista Brenda Murphy, quien fundó el periódico bilingüe Jambalaya News ( www.jambalayanews.com), que, en la actualidad, es un medio líder en el estado de Luisiana.
Recientemente, Nueva Orleans se salvó del Huracán Nate.
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Para materializar los sueños en Nueva Orleans hay que “trabajar, trabajar y trabajar”, dijo Murphy. Ella inicia su jornada laboral para Jambalaya News a las 4:30 de la mañana y la termina a las 10:00 de la noche.
Tras los estragos causados por el huracán Katrina en 2005, una cantidad incalculable de hondureños abandonaron Luisiana y se trasladaron a otros estados. Sin embargo, otros compatriotas, que observaron una oportunidad después del fenómeno, llegaron para trabajar en la construcción.
“Todavía, el gran interés de los hondureños por venir a este país es Nueva Orleans y Nueva York por cuestión de tradición, desde el tiempo de las bananeras. Últimamente sí ha habido movimientos de hondureños hacia el norte del país por mejores condiciones de vida. Aquí en Nueva Orleans, miles de mexicanos son los que han llegado últimamente”, dijo Félix Ovidio Cubías, un analista social y escritor radicado en esa ciudad.
Nueva Orleans cuenta con una población de medio millón de personas.
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Otros hondureños, como Jhonny Valladares, egresado de Comunicaciones de la Universidad de San Pedro Sula (Usap), no han logrado repuntar en Nueva Orleans porque no les ofrece las oportunidades profesionales.
“Para el hondureño profesional, Nueva Orleans no es una ciudad atractiva. Está en uno de los estados más pobres de EUA y no hay muchas oportunidades”, dijo Valladares, quien trabajó como productor de televisión para Telemundo en esa ciudad.
Después de un par de años de vivir allí, él se trasladó a Texas donde tiene una empresa.