Alfombras carmesí, sillas aterciopeladas en el mejor de los casos, luz tenue, ambiente enrarecido por las partículas de pasión que transpiraban los asistentes y la dulce sensación de lo prohibido al cruzar la puerta.
Aunque solo persisten en la mente de quienes añoran la ciudad de antaño las salas del cine Roxy, en el barrio Guamilito; el Rosa, en el barrio Paz Barahona; el Hispano y el Colombia, en el barrio El Centro; y el Lux, en el barrio Medina aún provocan una tenue sonrisa entre quienes los visitaron.
Estos negocios, vanguardistas para su época, fueron un bastión cultural popular que se abrió paso en la historia en la década de 1970, de los cuales ya son casi inexistentes las huellas.
La llegada del cine pornográfico a Honduras coincidió con la mejor época del fenómeno por su masiva convocatoria y por su rivalidad con el cine 'normal' en cuanto a la calidad de los actores y de las historias que se contaban.
Para los hondureños que sonríen con el recuerdo, las discusiones sobre la mejor época sigue abierta. Los que vieron sus primeras películas XXX en los años 70 recuerdan con emoción cintas como 'Restaurante erótico', de 1977; 'Johnny toma París', de 1979; 'Chicas del autoestop', de 1978; 'Viudas en calor', de 1978, o 'Las tardes calientes de Pamela', de 1974.
En cambio, los que se educaron en los cines durante la década perdida podrían mencionar los filmes 'Rich bitch', de 1985; 'El barco del amor', de 1980, o 'Ídolo de matiné', de 1984.
La atracción valía el regaño de los padres si es que se daban cuenta y la gran aventura era contada a los amigos como muestra de zagacidad, hombría o mucha pasión.