JOH publica su primer video en libertad

A través de un video publicado en su cuenta oficial de TikTok, el expresidente hondureño se dirigió a Honduras por primera vez

Tegucigalpa, Honduras.

El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández habló por primera vez este viernes en un video en español publicado en su cuenta oficial en TikTok, donde aseguró que su liberación responde a la "misericordia de Dios".

En un extenso mensaje, Hernández agradeció a su familia, seguidores y al presidente estadounidense Donald Trump por respaldarlo durante el proceso judicial que enfrentó en Estados Unidos. "Gracias a ti, Señor, hoy yo soy un hombre libre. Jamás perdí la fe", expresó al inicio de su declaración.

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El exmandatario reiteró que fue víctima de una "persecución política" orquestada por sectores nacionales e internacionales.

Dedicó un apartado especial a Trump, a quien atribuyó un papel clave en su salida de prisión: "Mi profunda gratitud al presidente Donald Trump por tener el coraje de defender la justicia... Usted cambió mi vida".

Hernández también reconoció el apoyo emocional y económico de su esposa, hijos y allegados, a quienes dijo que les tocó enfrentar "una campaña permanente de odio y desprestigio". "Su amor, su fe y su apoyo me mantuvieron durante una verdadera pesadilla", afirmó.

Además, el exgobernante lanzó fuertes acusaciones contra "la izquierda radical" de Honduras y otros países, así como contra funcionarios de la administración Biden, a quienes señaló de confabular para "destruirlo políticamente".

"Víctima de conspiración"

"Fui víctima de una conspiración... quisieron asesinarme moralmente, borrar mi nombre y desterrar mi legado", aseguró.

Hernández sostuvo que los testigos que declararon en su contra en Estados Unidos eran narcotraficantes cuyos intereses, dijo, fueron afectados por su gobierno.

Señaló además que se bloqueó evidencia que habría demostrado su inocencia: "El juicio que enfrenté fue manipulado... se ocultó evidencia exculpatoria", reclamó.

Defendió su gestión en materia de seguridad y extradiciones, afirmando que esas decisiones provocaron que grupos criminales buscaran su caída: "Tomé la decisión de enfrentar al crimen organizado... con resultados que nunca antes se habían visto".

También criticó a quienes denominaron su administración como "narcodictadura”, asegurando que durante sus dos periodos al frente del Ejecutivo se trabajó para "reconstruir un país destruido".

"Prohibido olvidar quiénes sí pactaron con el crimen organizado", señaló, sin mencionar nombres.

Lamenta el "deterioro de la seguridad"

Además, Hernández lamentó el deterioro de la seguridad y la economía del país desde su salida del poder, afirmando que fue doloroso observar "cómo se destruía la seguridad que tanto nos costó construir".

El exmandatario afirmó que su caso debe servir para que "nadie vuelva a vivir lo que mi familia y yo hemos vivido" y prometió continuar hablando públicamente para "revelar la verdad". "La verdad puede silenciarse por un tiempo, pero no puede ser borrada", dijo.

Al cierre de su declaración, Hernández reiteró que su liberación es una respuesta divina y citó un pasaje bíblico: "Juan 8:32 dice: ‘Y conocerán la verdad, y la verdad os hará libres’. Hoy el mundo conoce la verdad".

Finalizó su mensaje con un agradecimiento a sus seguidores en Honduras y en el extranjero: "¡Dios bendiga a Honduras! ¡Dios bendiga a los Estados Unidos de América!"

Mensaje íntegro de JOH

"Dios es bueno, gracias, Señor. Tú viste la injusticia y el sufrimiento, y en tu infinita misericordia nos ayudaste. Gracias a ti, Señor, hoy yo soy un hombre libre. Jamás perdí la fe. Este perdón es la respuesta a años de oraciones sinceras. Dios es grande, su gracia perdura para siempre y mi historia es otro testimonio de que sus promesas nunca fallan.

Mi profunda gratitud al Presidente Donald Trump por tener el coraje de defender la justicia y cumplir su promesa de que nunca más se utilizaría el inmenso poder del Estado para perseguir a los opositores políticos.

Usted cambió mi vida, señor presidente, y eso yo nunca lo voy a olvidar. A mi esposa Ana, a mis hijos, a mi madre, a mi familia y a mis amigos que permanecieron a mi lado en los momentos más oscuros, a los que siempre creyeron en mi inocencia y nunca dejaron de orar, gracias.

Ustedes llevaron también una carga emocional y financiera inmensa, enfrentando una campaña permanente de odio, desprestigio, de persecución. Su amor, su fe y su apoyo me mantuvieron durante una verdadera pesadilla. Gracias porque no me abandonaron nunca y porque Dios nos ha dado la oportunidad de reencontrarnos pronto y así será.

Agradezco también a los amigos de Estados Unidos. Algunos aún sin conocerme hablaron a mi favor porque conocieron mi caso y se dieron cuenta de que de una u otra forma vivieron una misma persecución política. Eso debe terminar.

Agradezco a los hondureños dentro y fuera del país y a los expresidentes de la región que alzaron su voz para que mi caso se escuchara. Cada oración, cada mensaje, cada expresión de los hondureños humildes diciendo "mi presidente es inocente, mi presidente volverá, encomendamos a Juan Orlando a Dios".

En fin, tantos mensajes. Cada palabra de ánimo que me llegaba en medio de la oscuridad de la cárcel, pero me dio fuerzas para nunca rendirme. Hoy estoy de pie, tomado de la mano deDios, con esperanza y la convicción de que vamos a salir adelante.

Y hoy debo decirlo con mucha claridad: fui víctima de una conspiración de la izquierda radical no solo de Honduras, sino de otros países, pero también de funcionarios del gobierno de la administración Biden y de participantes del "estado profundo".

Estos mismos de la izquierda radical de manera pública y engrandeciéndose, reconocieron que entregarme era parte de un acuerdo para sacarme del país y destruirme políticamente.

Quisieron asesinarme moralmente, borrar mi nombre y desterrar mi legado. El juicio que enfrenté fue fundamentalmente manipulado, construido sin evidencias sobre las acusaciones de los mismos narcotraficantes cuyos carteles y redes nosotros destruimos.

Y quienes también cuando fueron preguntados en juicio si tenían evidencias para darle soporte a las alegaciones en mi contra, fueron claros y dijeron: "no tenemos nada, solo tenemos nuestra palabra". A eso me enfrenté.

Se ocultó evidencia exculpatoria, se bloquearon testigos y se enterraron informes oficiales que destacaban mi inocencia.

Con plena conciencia de los graves riesgos personales y políticos, tomé la decisión de enfrentar al crimen organizado y decidí personalmente liderar y asegurar la aprobación de políticas públicas y leyes sin precedentes, incluida la reforma de extradición, para enfrentar al crimen organizado y la violencia en Honduras.

Con una cooperación muy estrecha e histórica de las agencias de EE.UU., logramos resultados que nunca antes se habían visto. Por ejemplo, la extradición de los principales líderes de los carteles que tenían de rodillas a Honduras, a todos se les quitaron sus propiedades y se extraditaron.

Pero otros decidieron ir a negociar porque sabían que Honduras era un terreno hostil para sus actividades de narcotráfico.

Tanto la izquierda radical en Honduras como los criminales, al verse amenazados por estos resultados, decidieron conspirar para destruirme. Intentaron ocultar los vínculos que ellos sí tenían con los narcotraficantes y de esa manera desviar la atención de la verdadera narcodictadura que representan sus socios y aliados en el régimen de Venezuela.

Su objetivo era claro: sacarme del camino, eliminar al líder que defendía la ley y el orden, y ellos buscaron retomar el poder en Honduras.

Precisamente por eso insistí desde el inicio de todo este proceso, en que toda la información referente a mi caso fuera pública. Que no hubiera nada oculto. Nada enterrado. Todo lo que hicimos en la lucha contra las drogas, el crimenorganizado y la violencia está documentado.

La evidencia de mi inocencia siempre, siempre ha estado allí. Y sé que está en la conciencia de los hondureños porque ahí todos nos conocemos.

Nunca olvidaré el día en que fui condenado injustamente. En medio de esa injusticia, me paré y dije: “Díganle al mundo que soy inocente”. Lo dije el día que llegaron a mi casa y que injustamente me detuvieron con todo un operativo exagerado para hacer el show.

Pero también lo dije durante venía en el vuelo en el avión que me traían. Fui consistente y lo mantuve siempre, y lo voy a mantener siempre. Por eso hoy, comienzo a hablar y a decir la verdad donde pueda y cuando pueda, para que nadie, absolutamente nadie, vuelva a vivir lo que mi familia y yo hemos vivido.

Desde mi injusta prisión, cada vez que escuchaba las noticias sobre cómo se destruía la seguridad que tanto nos costó construir en Honduras, cómo se destruía la economía, los avances, cómo retrocedimos tanto que hay que volver a construir el país.

Eso me dolía en el alma. Porque el esfuerzo que hicimos con muchos de los hondureños nos permitió crear oportunidades y teníamos que reivindicar el nombre del país y ahora hay que volverlo a hacer.

Le pedí a Dios que me diera la oportunidad de reivindicar mi nombre ante el mundo y hoy Él ha respondido. En Honduras todos nos conocemos.

En Honduras sabemos quién es quién. Sabemos quién ha servido y quién ha destruido. Por eso es prohibido olvidar: No hubo 12 años de "narcodictadura".

Lo que hubo fueron 12 años para construir un país que recibimos destruido, pero que también son 12 años que representan un trabajo conjunto, a miles de hondureños honestos, decididos para darle más seguridad y paz a la nación.

Para darle estabilidad, para mejorar la imagen país, para generar oportunidades de ingreso y empleo.

Prohibido olvidar también quiénes sí pactaron con el crimen organizado y quiénes hoy quieren reescribir la historia para encubrir sus alianzas y sus fracasos. El pueblo hondureño merece la verdad, no la manipulación de quienes usan la política como arma para perseguir, para dividir y para instalar odio en los pueblos.

Hoy, hay esperanza para los hondureños. Mi país y mi tierra han decidido rechazar de manera categórica una ideología fracasada que promueve la izquierda radical.

El mensaje está más que claro. El pueblo escogió la verdad sobre la mentira, escogió la libertad sobre la tiranía y escogió la decencia sobre la desesperanza.

Una vez más, quiero agradecer al Presidente Donald Trump por reconocer la injusticia en mi caso y por concederme ese perdón, así como por las fuertes palabras muy claras al pueblo hondureño.

Por eso estoy agradecido, que haya mostrado interés en el destino de nuestra nación y ha comprendido la importancia de una Honduras segura, fuerte y próspera mientras trabajamos para hacer las Américas grandes de nuevo.

El liderazgo del Presidente Trump ha hecho toda la diferencia, y le agradezco profundamente. Mi familia y yo hemos pasado años extremadamente duros, pero la verdad siempre prevalece.

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Juan 8:32 dice: “Y conocerán la verdad, y la verdad os hará libres”. Hoy el mundo conoce la verdad, y gracias a Dios estoy en libertad. Hoy hablo con firmeza y con la responsabilidad moral de revelar lo que estuvo oculto, que cambiaron, que trataron de hacer a un lado.

Porque todos merecemos conocer la verdad. Si algo he aprendido, es que la verdad puede silenciarse por un tiempo, pero no puede ser borrada. Hoy comienzo la tarea de asegurarme de que finalmente esa verdad sea escuchada.

¡Dios bendiga a Honduras! ¡Dios bendiga a los Estados Unidos de América!"

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Redacción La Prensa
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