“No te rindas, pues en cualquier momento el viento puede cambiar de rumbo”. Una famosa frase de motivación que han puesto en práctica alumnos, padres de familia y personal docente del centro de educación básica Pablo Pérez Murillo, ubicado en aldea La Unión, municipio de Trinidad, Santa Bárbara.
Ellos llevan una década rogando que les reconstruyan la escuela, la cual está a punto de ceder, pero aunque solo han recibido promesas del Gobierno, no tiran la toalla.
El edificio que alberga el centro educativo es una bomba de tiempo, así han concluido las inspecciones.
Paredes a punto de caer y el techo podrido, qué fácil podría sepultar a los alumnos, son solo algunos de los eternos daños de la escuela. “Todos los años hemos recibido promesas, una por año, cada año una excusa. En este Gobierno nos han dicho que ya estaba la reconstrucción, hasta se nos dijo que comenzaba en agosto del año pasado. A este centro educativo lo han vetado prácticamente”, dijo Elvin Castellanos, subdirector de la escuela.
El pasado 15 de septiembre, los alumnos convirtieron los desfiles por el 203 aniversario de Independencia de Honduras en protesta. Cada uno marchó con una pancarta, los mensajes escritos eran obvios.
“Urgente construcción de nuestro centro educativo”: destacó una enorme valla portada por dos alumnas en la que se podía observar varias imágenes donde se ve el edificio de la escuela derrumbándose.
La protesta generó un impacto y hace unos días recibieron la promesa número diez.
Las autoridades tomaron cartas en el asunto y debido a esa protesta, la corporación municipal y el diputado Edgardo Casaña realizaron una reunión de emergencia. A la directora de la escuela se le informó que en enero de 2025 iban a comenzar a construir de nuevo el centro educativo, con una inversión 15.5 millones de lempiras, agregó Castellanos.
Debido a que nadie daba respuesta a las súplicas de ponerle mano al centro educativo Pablo Pérez Murillo, la dirección de la escuela interpuso denuncias ante los Derechos Humanos por el inminente riesgo para los estudiantes. Asimismo, pidieron la intervención del Cuerpo de Bomberos, quienes realizaron una inspección, concluyendo que gran parte del edificio era peligroso habitarlo.
“Los bomberos clausuraron casi la mitad del centro educativo, cuatro aulas y el salón de eventos porque no se puede recibir clases, ya que las paredes casi ya se caen y el techo está podrido. Solo estamos dando clases en una parte donde está mejor”, puntualizó Castellanos.
El centro de educación básica Pablo Pérez Murillo, construido en 1961, enfrenta otra serie de problemas como la falta de maestros permanentes, además le han quitado la plaza de vigilante y de conserje, entre otros.
También se denunció que la escuela no cuenta con una directora permanente, la que actualmente está, Keilyn García es interina y esa es otra de las exigencias a la Secretaría de Educación.