San Pedro Sula, Honduras
Es difícil encontrar al pastor Arnold Linares sentado o desocupado en las instalaciones de su congregación “Un hogar para todos” en el centro de la Rivera Hernández.
La mayoría del tiempo pasa dialogando con los jóvenes de la comunidad, reunido con su equipo o los pastores del sector planeando las próximas actividades.
A lo largo de 18 años ha permanecido trabajando por el bienestar y rescate de los jóvenes en riesgo social y además en crear centros de alcance para que aquellos que no tienen familia o respaldo en el hogar puedan aprender oficios para sostenerse por medio de lugares de aprendizaje.
Asimismo, ha realizado esfuerzos en conjunto con los miembros de su iglesia bautista para que en su mismo edificio haya un gimnasio para que sea visitado por ellos.
A lo largo de este tiempo, la heroica Actitud Catracha del pastor Linares ha permitido que más de mil jóvenes hayan sido rescatados de las pandillas y otros hayan cambiando su mentalidad suicida o de deseos destructivos.
“Ha sido una labor que Dios puso en nuestro corazón y nos sentimos satisfechos porque hemos logrado traer luz hasta esta comunidad donde los policías y el Gobierno antes no llegaban y tenían abandonado”, comparte el líder.
Linares recuerda que antes de realizar las actividades que emprendieron en favor de los jóvenes era común ver personas asesinadas en la comunidad todos los viernes, sábados y domingo. Era una situación que le partía el corazón y que le quebrantó aún más cuando escuchaba en las noticias las muertes que acontecían con suma frecuencia en el centro penal de San Pedro Sula.
“Recuerdo cuando decidimos con el apoyo de la congregación ir a los lugares con mayor peligrosidad a decirles a los jóvenes en malos caminos que queríamos ayudarles. Fue complicado porque al inicio fueron renuentes, la primera vez que llegué, unos 80 de ellos me rodearon y me amenazaron con una pinza. Gracias a Dios logramos dialogar y uno de ellos me reconoció como amigo de la escuela y todo cambió desde entonces”, relata el pastor de la Rivera.
Ahora, los jóvenes en riesgo social y hasta los que andan en malos pasos suelen visitar su iglesia en la que son recibidos con los brazos abiertos y le guardan un respeto. “Seguimos trabajando fuerte en esta tierra a la cual Dios nos trajo. Quisiéramos que haya más oportunidades de empleo para los jóvenes de este sector. Ellos necesitan una oportunidad para seguir creciendo y tener mejor calidad de vida. Ahora estamos trabajando en ello y con la ayuda de Dios sabemos que podremos lograrlo”.