En un país donde la prisa moderna amenaza con apagar algunas de las costumbres más entrañables, la casa de Doña Josefa Vides, cariñosamente conocida por todos como Doña Chepita, se alza como un faro de la tradición navideña.
A sus 86 años de edad, Doña Chepita sigue siendo la guardiana de una costumbre que inició hace siete décadas, cuando apenas tenía 16 años: la elaboración de un monumental y detallado nacimiento navideño.
Un pesebre de 70 años de historia
La tradición del nacimiento, o pesebre, ha visto una lamentable disminución en muchos hogares hondureños. Sin embargo, en la residencia de Doña Chepita, el espíritu de la Navidad no solo perdura, sino que florece con una vitalidad asombrosa.
"Empecé de cipota, y cada año le pongo algo nuevo. Es mi manera de sentir la Navidad de verdad. Mientras Dios me dé vida, aquí va a estar el Niño Dios," comenta Doña Chepita con una sonrisa que ilumina el ambiente.
El Nacimiento no es simplemente un adorno, sino una verdadera obra de arte popular que requiere meses de preparación. Los visitantes no solo se sumergen en el “ambiente navideño” que irradia este rincón de la ciudad, sino que son testigos de una devoción que se mide en años.
Un destino de fe y visitas
La fama del Nacimiento de Doña Chepita ha trascendido las fronteras de su ciudad.
Su casa se ha convertido en un punto de visita obligado, no solo para los residentes de Santa Rosa de Copán, sino también para personas provenientes de otros departamentos que viajan específicamente para apreciar el esplendor y la minuciosidad de la escenificación del pasaje bíblico.
El esfuerzo de Doña Josefa Vides es un ejemplo inspirador y un llamado a la acción para las nuevas generaciones: mantener vivas las tradiciones que dan identidad y calidez a la temporada. La Navidad se celebra en muchos lugares, pero en la casa de Doña Chepita, se siente, se vive y se honra con siete décadas de entrega.