El realizador estadounidense Woody Allen considera que la mayoría de sus compatriotas, sobre todo aquellos que proceden de la llamada “América profunda”, son gordos y acomplejados sexualmente.
“Todo allí es expresión del miedo y la represión sexual: la locura religiosa, el fanatismo por las armas, la ultraderecha loca.
Tienen una visión de la sexualidad marcada por dudosas leyes morales”, señala Allen en una entrevista adelantada ayer por el semanario Die Zeit.
El director de “Vicky Cristina Barcelona” y “Zelig”, entre otras muchas películas, considera que el sexo es utilizado en Estados Unidos “como un arma dramática, igual que la violencia” y que las muchas escenas de sexo en los filmes que se producen en su país son “simplemente aburridas”.
Allen hace una excepción con Nueva York, donde asegura que hay una relación mas relajada con el sexo y donde acaba de rodar con Larry David, Adam Brooks y Lyle Kanouse su última comedia “Whatever works”, que llega estos días a los cines en Europa.
Finalmente revela que sus gafas hacen que mucha gente piense que es un intelectual, aunque asegura con cierta sorna que “no leí mi primer libro hasta los 18 años. Y lo hice solo para impresionar a las chicas. Fui entonces un gran deportista, pero eso ya no me lo cree nadie”.
De él
Allen Stewart Konigsberg, su verdadero nombre, nació el 1 de diciembre de 1935 en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos.
Hijo de los judíos Martin y Nettie Konigsberg y hermano de la productora de cine Ellen Konigsberg, más conocida como Letty Aronson.
En su prolífica carrera ha sido ganador de dos premios Oscar por la película “Annie Hall” y uno por “Hannah y sus hermanas” y se hizo acreedor al Globo de Oro por “La rosa púrpura de El Cairo”, entre otros reconocimientos.