Francisco Alvarado Juárez partió de Honduras en la década de los 60 hacia Estados Unidos, donde se arraigó y realizó académicamente.
Ahora muestra a los lectores hondureños el trabajo artístico que ha desarrollado desde entonces.
Este catracho amante del arte ha perfeccionado su trabajo caracterizado por una mezcla de fantasía, realidad, sueños y deseos. Tanto así que sus obras han estado en el Museo de Arte de las Américas de Washington D.C., en el Museo del Barrio de Nueva York, así como en la Art Gallery de la Universidad de Maryland, incluida España, Venezuela y México.
Esfuerzo
Las obras de Alvarado Juárez se encuentran también en el Smithsonian American Art Museum y en el Brooklyn Museum of Art de New York, convirtiéndose en el primer hondureño en lograr tal privilegio.
Alvarado cursó sus estudios de literatura e historia en Estados Unidos. Sus inicios en la plástica comenzaron con la fotografía y su interés por lo visual.
A mediados de los 70 da sus primeros pasos en la pintura y el dibujo.
“El artista va mejorando su estilo con el tiempo y desde siempre me di cuenta que tengo una predilección por los colores”, comenta.
Sus enigmas visuales lo llevan a enfocarse en ecosistemas, animales en peligro de extinción, ciclos de vida, buscando un equilibrio entre ser humano y naturaleza. Cada una de sus obras invita a los observadores a mirar de cerca para examinar los múltiples detalles de cada composición.
La fortuna le sonrió cuando uno de los coleccionistas de arte contemporáneo más importantes del mundo, Joseph Hirshhorn, compró unos de sus cuadros y dio a conocer la obra del artista a la comunidad. “Esa fue mi graduación, una oportunidad que supe aprovechar”, asegura.
“Como latino ha sido difícil abrirme espacio en el mercado anglosajón, es una lucha constante que se mantiene hasta el día de hoy”, añade.