Expresar los sentimientos puede ser más complejo de lo que parece, pues con frecuencia se anteponen ideas, expectativas o miedos que obligan a callar a las mujeres.
Si a esto agregamos la forma de expresarse de cada una, su personalidad, incluso su sensación de vulnerabilidad y hasta su orgullo o dignidad, estaremos frente a un panorama en el que muchas prefieren conformarse por miedo de ser lastimadas o creer que sus palabras carecen de consecuencias para ella y los que la rodean.
Paulette Parchmont, psicóloga, comenta que las causas por las que ellas no dicen lo que sienten o piensan no son específicas; “puede ser que haya experiencias de la infancia, actitudes aprendidas de los padres o incluso rechazos o humillaciones que les impidan expresar sus sentimientos”, explica.
Así, no atreverse a decirle a su pareja “te amo” por miedo de presionarlo, no defender una postura argumentando “así me criaron”, no decir “perdóname” por orgullo o quedarse callada ante injusticias o necesidades por una falsa timidez son situaciones que crean un círculo en el que se es feliz sólo en apariencia.
El error del silencio
Lo que resulta agravante es la incapacidad de hablar por orgullo o cobardía, pues, además de que más tarde podría lamentarlo, no expresar palabras de amor, tristeza, alegría, enojo, decepción y arrepentimiento no evita que éstas existan ni le ayudará a sobreponerse a ellas o disfrutarlas.
Igualmente creer que es mejor guardarse los problemas, las dudas o las ganas de decir algo y asumir que se es poderosa y se está a salvo sin mostrarse como es significa un grave error, pues, además de luchar contra sí misma, puede enviar el mensaje equivocado que la alejará aún más de lo que en verdad quiere.
“Por ello es necesario recibir un reforzamiento positivo cuando nos expresamos”, argumenta Parchmont, es decir experimentar una respuesta agradable que estimule las acciones, las palabras, etc., con un abrazo o incluso con apoyo, sentirse tomada en cuenta es básico.
La experta destaca que es hablar con libertad es necesario para cualquier mujer, “tiene que recordar que la expresión de los sentimientos no es grave ni dañina para ella ni para nadie si se apega a los hechos y busca fortalecer relaciones”.
“Cuando las personas no se expresan, se tiende a asumir según la experiencia propia o creer que la otra persona piensa o siente como lo hacemos nosotras”, dice Parchmont. Esto crea muchos más problemas que llevan a malentendidos, resentimientos y, como un círculo vicioso, a no decir lo que se lleva dentro.
Hable de sus sentimientos
Acabar con el silencio sólo requiere determinación; arriesgarse es la única manera que le permitirá liberarse, aceptarse a sí misma sin temores y madurar.
“Expresar es comunicar”, dice Parchmont. Si ella acepta con madurez aquello que piensa y siente, crecerá.
Por eso dígale a su pareja lo mucho que lo ama, sin miedo de no ser correspondida; ofrezca una disculpa cuando sepa que hirió a alguien más; en el trabajo, demuestre que sus ideas pueden ser valiosas para el equipo, no permita que las expectativas ajenas le impidan compartir su manera de pensar, aunque sean distintas a las demás, tiene el derecho y la responsabilidad de externarlas y dar y exigir respeto a los demás.
Recuerde que si no se arriesga, no sabrá qué tanto puede crecer, no podrá corregir errores ni explorar su potencial.
