Las prendas inconclusas que se vieron en algunos desfiles de diseñadores esta pasada temporada quizá escondían el mensaje más poderoso para la próxima: ya no hay una imagen de moda claramente delimitada, “lista”. Unos apuestan por la elegancia femenina, mientras otros propagan un “look” deportivo.
Mientras en París Balenciaga optó por una misteriosa amazona sobre la pasarela, Valentino mostró un tierno romanticismo y Alexander McQueen, una imagen futurista. “Un día se puede ser roquera y al día siguiente, una dama elegante”, describió una redactora de “Vogue” estadounidense la mezcla de estilos durante los desfiles.
Mientras los diseñadores marcaron claramente una tendencia para la actual temporada invernal (boreal), con el regreso de una mujer poderosa, sus propuestas para 2010 permiten un divertido juego con identidades distintas.
Lo único con lo que no se juega es con el intercambio de roles hombre-mujer, porque toda la ropa tiene una impronta femenina.
“En nuestra opinión ya no hay colores, largos o formas de tendencia”, dicen los diseñadores alemanes Johnny Talbot y Adrian Runhof, que en París mostraron lo último de su etiqueta Talbot Runhof: una buena mezcla de impertinentes minivestidos de raya diplomática y vestidos de noche espléndidamente plisados en satén.
De manera progresiva avanza una gran variedad de subculturas en el territorio de la indumentaria, de forma tal que en la moda ahora todo puede ser posible.
“Más que nunca se trata de diseñar vestidos que las mujeres quieran tener, usar y conservar mucho tiempo”, consideran los dos creativos de Munich.
A la hora de crear, esta vez sencillamente se preguntaron qué convierte a una prenda en un objeto favorito que ya no se quiera sacar ni tirar.
Más que un estilo
En contra de lo previsible, los dobladillos abiertos que se vieron en las colecciones de Prada o Jil Sander en Milán no conforman una tendencia generalizada. En la capital italiana del diseño muchos redactores de moda consultados por la página web Style.com determinaron que hay una nueva propensión a la “deconstrucción”.
Sin embargo, luego no se habló de nada parecido en los desfiles de París, donde sí se detectó una fuerte tendencia para la próxima temporada: la ropa interior usada como prenda externa, en variantes muy distintas.
Mientras que Jean Paul Gaultier recordó el vestuario que diseñó para la gira “Blonde ambition Ttur” de Madonna en los 80 -con corsés rosados de pechos cónicos-, Dolce & Gabbana mostró lencería con reminiscencias de los años 50, y Dior, de los años 40.
Ya sea como vestido-corsé en tonos pastel de costuras destacadas o saltos de cama transparentes negros, el look de la ropa íntima parece ser perfecto para ir a fiestas en la próxima temporada. Y además: la minifalda está de vuelta. “En los vestidos, la versión preponderante es la corta, incluso muy corta”, dicen los dos expertos berlineses en tendencias Josef Voelk y Emmanuel de Bayser.
Su local The Corner es considerado uno de los más importantes en Alemania en lo que respecta a moda de diseño.
Pero a menudo los vestidos también son reemplazados por chaquetas, lo que genera una nueva silueta. En las chaquetas rigen tanto la variante corta como la larga, a veces sin mangas, a veces con hombros más destacados, en piel pero también en bouclé (Isabel Marant), o con influencias étnicas (Givenchy).
Para los pantalones, De Bayser y Voelk dan tres alternativas: el estilo cosaco de entrepierna baja, rectos, y leggings. En todo caso, el 2010 promete prendas individuales que sean fuertes expresiones de moda. Un buen ejemplo de ello es la celebrada primera colección en París de la diseñadora británica Phoebe Philo para la marca de lujo Céline. Cada diseño está completamente trabajado, desde las sensacionales blusas de seda con elementos militares hasta las minis de arpillera con finos bordes de piel.