La noche del 4 de agosto de 1962, Marilyn Monroe se encerró en su alcoba, se desnudó -no usaba piyama, sino un soplo de perfume Chanel No. 5-, se aplicó una sobredosis de fármacos para dormir y habló varias veces por teléfono. Al amanecer del día siguiente encontraron su cadáver.
Antes de ser Marilyn Monroe fue Norma Jean, nacida en Denver en 1926 y fallecida el 5 de agosto de 1962 en Los Ángeles. Una chica “realmente bonita y encantadora”, le dijo su madre Gladis Phillips al conocido biógrafo Donald Spoto en el libro Marilyn Monroe. The biography (1993), “pero resultaba un poco patética porque siempre estaba avergonzándose de su pasado”.
Deseada como mujer y discutida como actriz, su trágico final no hizo más que inmortalizar su fama, que ella, en una de sus últimas entrevistas, aseguró que sería “pasajera”. Marilyn, que tenía 36 años cuando murió, no podía estar más equivocada.
Muerte no aclarada
Su muerte fue reportada el 5 de agosto de 1962 a las 4:25 am. El doctor Thomas Noguchi, oficial de Los Angeles County Coroners, la catalogó como un “posible suicidio”, pero debido a la falta de evidencia, su muerte no fue clasificada por “suicidio”.
Unos 20 minutos después llegó el sargento de policía Jack Clemmons, quien sospechó que Monroe no se había suicidado. Muchas pistas levantaron sospechas, pues el teléfono estaba en la mano de la actriz: ¿a quién intentó llamar?
Clemmons fue relevado del caso y trasladado a otro lugar; durante décadas reclamó que la muerte de la actriz fue un asesinato. Adicionalmente, el diario personal de la actriz, que debía estar en una pequeña caja con llaves, había desaparecido. Más tarde se descubrió que la empleada, Eunice Murray, era en realidad enfermera dependiente de su psiquiatra Ralph Greenson y era quien atendía como una sirvienta a Monroe.
Muchas teorías surgieron en torno a su muerte, las cuales derivan de los 35 minutos entre el momento en que Monroe fue declarada muerta por su médico y el momento en que se despachó a los policías al lugar, los archivos telefónicos incompletos y el hecho de que nunca se les hicieran pruebas de toxicología a sus órganos digestivos.
También ha habido interés en saber si el diario de Monroe contenía secretos del Gobierno o si la mataron para evitar que revelara secretos comprometedores sobre el presidente John F. Kennedy y su hermano, el secretario de Justicia Robert F. Kennedy, con quienes tuvo amoríos.
La noche con J. F. Kennedy
Tras un breve romance con el actor Yves Montand, el 19 de mayo de 1962, tuvo lugar en Nueva York la gala de cumpleaños del presidente J. F. Kennedy, en la que Marilyn, tres meses antes de su muerte, le cantó, cándidamente, su famoso Happy birthday.
Ralph Roberts, masajista, amigo íntimo y confidente de Marilyn, le contó a Donald Spoto: “Ella me dijo que su aventura con JFK se redujo a una única noche”, el 24 de marzo de 1962.
“Ella sentía un cosquilleo y cierta incredulidad porque a lo largo de un año él había estado intentando, por mediación de Lawford –el actor era cuñado del Presidente-, pasar una noche con ella. Después de aquel fin de semana, mucha gente pensó que había algo más. Pero Marilyn me dio a entender que no había sido un acontecimiento importante; había ocurrido una vez, aquel fin de semana, y eso era todo”.
Amores fallidos
Marilyn se casó cuatro veces. Se ha dicho que tuvo un sinfín de amantes y quienes la conocieron de cerca hablan de su “férrea fragilidad” y de su solitaria forma de ser.
A los 16 años, James Dougherty, hijo de una vecina, le propuso matrimonio y ella aceptó. “No lo quería -declaró en su momento la actriz-, pero fue lo último en lo que pensé. No quería ir a una casa de huérfanos”. Se casaron en 1942 y el matrimonio duró hasta 1946.
Su segundo marido, André de Dienes, conoció a Norma a finales de 1945 y fue su primer fotógrafo con un estilo original, inspirado, una historia que contó Dienes en sus memorias secretas, que fueron encontradas tras su muerte en 1988.
Sobre 1949, De Dienes escribió: “Nunca olvidaré esos momentos cuando mi dulce, inocente, Norma Jean se subió a un ascensor del Pierre Hotel aquella mañana. Se había transformado en una mujer joven, magnífica y elegante, con gran aplomo. Sofisticada, como nunca la había visto antes. Sus ojos estaban brillantes de felicidad. Era la belleza más deslumbrante del mundo. Y pude sentir que quería que supiera que la etapa mágica de su vida acababa de empezar”.
Su relación sentimental con Joe DiMaggio, al que había conocido a principios de 1952 y con quien se casó a principios de 1954 después de una secreta y prolongada relación sentimental, se fraguó en el momento en que Marilyn empezaba a ser considerada una estrella y rueda Cómo casarse con un millonario (1953), Niágara (1953) y Los caballeros las prefieren rubias (1953).
La famosa secuencia de La tentación vive arriba (1955), más aún que la foto desnuda del calendario, en la que Marilyn juguetea con su vestido blanco sobre el respiradero del metro neoyorquino, presenciada en vivo por Joe mientras se rodaba en la esquina de la calle 52 y la avenida Lexington, colmó la paciencia de este, y en su opinión también su honor. Se divorciaron el 27 de octubre de 1954.
Al dramaturgo Arthur Miller, Marilyn lo conoció en 1951, cuando ella tenía 25 años, y él, diez más. Se casaron en 1956 y la luna de miel la pasaron en Londres, donde ella rodó El príncipe y la corista (1957): durante aquellos meses, la actriz tuvo un aborto espontáneo.
Tras el rodaje de Vidas rebeldes (1961), un filme que revela los sentimientos de Miller y en la que Marilyn tenía que expresarlos, la pareja se divorció el 20 de enero de 1961. Tiempo después, la muerte la sorprendería en soledad.
Monroe era solitaria y así definió en una ocasión su vida: “En el fondo siempre tuve la sensación de no ser del todo ‘verdadera’. Creo que toda persona tiene esa sensación cada cierto tiempo. Pero en mi caso llega tan lejos que a veces pienso que solo soy un producto del arte”.