23/06/2025
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Escritora de Comer, Rezar y Amar deja su esposo por su mejor amiga

  • 08 septiembre 2016 /

Elizabet Gilbert escribió una carta que cambia su historia de amor.

Nueva York, Estados Unidos.

La novela autobiográfica de Elizabeth Gilbert Eat, Pray Love ('Comer, rezar, amar') se convirtió en un éxito mundial tras su publicación en 2006.

La repercusión fue tal que la historia del libro fue llevada al cine cuatro años después, siendo Julia Roberts la elegida para dar vida a Gilbert en la gran pantalla.

El español Javier Bardem fue el encargado de interpretar al hombre de origen brasileño del que, en el libro y en la vida real, la escritora estadounidense acababa enamorándose.

La pareja apareció en un segundo libro publicado por Gilbert en 2010 titulado 'Committed' (Comprometida).

Pero en la primavera pasada la escritora anunció el final de su relación con el empresario brasileño José Nunes, al que Bardem interpretó en el cine bajo el nombre de Felipe.

Es mi mejor amiga, sí, pero siempre ha sido más grande que eso. Es mi modelo, mi compañera de viajes, mi fuente de luz más confiable

Elizabeth Gilbert

'Es mi mejor amiga, sí, pero siempre ha sido más grande que eso. Es mi modelo, mi compañera de viajes, mi fuente de luz más confiable, mi fortaleza, mi confidente. En breve, ella es mi PERSONA'.

Con este sincero y emotivo mensaje en su cuenta de Facebook, la escritora declaró este miércoles públicamente su amor por su mejor amiga, Rayya Elias.

Foto: La Prensa

Elizabeth Gilbert con su exesposo, José Nuñez. En la otra imagen Javier Bardem y Julia Roberts.

La carta más conmovedora de carta de Elizabet Gilbert

RAYYA Y YO

Queridos

Hay algo que les quiero decir hoy, algo que ojalá reciban con entendimiento.

Esta primavera me dieron una noticia que me cambió la vida para siempre. A mi mejor amiga Rayya Elias le diagnosticaron cáncer del páncreas y el hígado, una enfermedad incurable.

Cuando me dijeron por primera vez lo que tenía Rayya, un compuerta se abrió en mi corazón –una compuerta que ni siquiera sabía que estaba ahí- y toda mi existencia se fue por esa compuerta. Desde ese instante me dediqué únicamente a ELLA. Cancelé todo lo que en mi vida podía ser cancelado y me dediqué a estar con ella, y así ha sido desde entonces.

Muchos de ustedes ya saben quién es Rayya Elias para mí. Es mi mejor amiga, claro que sí, pero siempre ha sido algo más grande. Es mi modelo, mi compañera de viaje, la luz en la que confío, mi fortaleza, mi principal confidente. En resumen, es mi PERSONA. He hablado muchas veces sobre ella en esta página, y muchos me han oído hablar de ellas en mis charlas –por ejemplo en mi charla del ruiseñor, en la que la alabé con todo el amor del que fui capaz-. Algunos de ustedes incluso nos han visto hablando juntas ante el público. Todos los que nos han visto saben hasta qué punto estoy dedicada en cuerpo y alma a Rayya. Ann Patchett dijo que mi amor por Rayya “está escrito con mayúsculas'.

Pero en mi corazón y mente pasó algo en los días después del diagnóstico. La muerte o la idea de que pronto moriremos siempre hace a un lado las cosas que no son auténticas y en ese espacio de realidad desnuda y completa me di de frente con la verdad: no solo amo a Rayya; estoy enamorada de Rayya. Ya no puedo negar esa realidad. Pensar que estaré sentada junto a la cama de un hospital, agarrándole la mano y viéndola alejarse lentamente sin que ella (¡y ni siquiera yo!) conociera hasta qué punto es real este sentimiento por ella… era una idea insoportable.

Rayya y yo estamos juntas. La amo y ella me ama. El cáncer nos lleva juntas en un viaje en que la acompaño no solo como amiga, sino como compañera

Elizabet Gilbert

Sucede algo con la verdad: en cuanto la vemos no podemos dejar de verla. Así que en cuanto mi corazón conoció la verdad ya no fue capaz de ignorarla.

Pero ¿qué hacer respecto a esta verdad potencialmente devastadora?

Quiero contarles algo que Rayya me ha enseñado en estos quince años de amistad. Es la persona más honesta y valiente que conozco y me ha enseñado más sobre la valentía y el coraje que nadie. Muchas veces la he oído decir un mantra sobre la verdad cuando las dificultades parecían a punto de avasallarla. El mantra es este:

'La verdad tiene piernas; siempre está de pie. Cuando todo se desmenuza o se disuelve, lo único que queda es la verdad. Dado que ahí es donde terminará todo, lo mejor es comenzar desde ahí'.

Así que hice lo que Rayya me enseñó: comencé desde ahí. Dije mi verdad en voz alta.

Para quienes están sacando cuentas y preguntándose si esta es la razón por la que mi matrimonio se acabó esta primavera, la respuesta más sencilla es sí. (Por favor entiendan que eso es todo lo que puedo decir al respecto. Espero que sean comprensivos y entiendan cuán difícil ha sido todo esto. Como dijo David Foster Wallace: 'La verdad te hará libre, pero primero hará lo que quiera contigo”. Me ha costado mucho. La verdad ha hecho lo que ha querido con nosotros. Pero la verdad sigue de pie).

En fin. La situación actual es esta: Rayya y yo estamos juntas. La amo y ella me ama. El cáncer nos lleva juntas en un viaje en que la acompaño no solo como amiga, sino como compañera. Estoy precisamente donde quiero estar, en el único lugar donde puedo estar.

No he hablado en público sobre Rayya y yo porque nosotras (y nuestras familias) han necesitado un espacio cerrado de privacidad en los últimos meses mientras nos enfrentamos y procesamos inmensos cambios y retos.

Entonces ¿por qué ahora estoy mencionándolo en público?

Porque, para bien o para mal, tengo una vida pública. Este verano ha sido para nosotros un tiempo esencial de silencio, sanación e incubación. Necesité ese tiempo y agradezco haberlo tenido. Pero el verano terminó. Tengo trabajo pendiente que ya no puedo posponer. En las próximas semanas y meses compartiré mucho con la gente. Me verán de nuevo. Y cuando me vean, me verán inevitablemente con Rayya porque –Dios es mi testigo- siempre que Rayya tenga la salud para acompañarme, ahí estará. (Créanme: no vamos a desperdiciar ni un segundo del tiempo que nos quede).

Para no perder la integridad ni la cordura tengo que ser capaz de entrar donde sea en el mundo llevando a Rayya a mi lado, con la tranquilidad necesaria para sentirme cómoda al mostrar quiénes es cada una de nosotros para la otra. Si no puedo ser realmente quien soy (sea en público o en privado), entonces todo en mi vida se volverá desordenado, extraño y estúpido. Claro que puedo fingir que Rayya es solo mi mejor amiga, pero eso sería nada más fingir. Fingir cuesta, nos hace débiles, nos confunde y nos exige demasiado trabajo. Ya no quiero esforzarme de ese modo.

Para mí todo se reduce a vivir con verdad y transparencia más que con privacidad, buena publicidad, prudencia, aprobación o comprensión ajenas, en fin, con lo que sea. Con verdad y transparencia no solo vivo una vida más ética, sino más fácil. (¿Por qué más fácil? Porque lo contrario de la verdad es siempre complicado y la verdad –sin importar las consecuencias- siempre resulta extrañamente más sencilla). Por eso es que Rayya y yo hemos decidido hablar ahora en público sobre su cáncer y el amor que sentimos una por otra. Lo hacemos para ser íntegras y también para vivir con más sencillez.

¿Qué les pido a ustedes en respuesta a mi verdad?

Quieto empezar diciendo qué es lo que no pido. Si alguien por ahí siente la necesidad de mandarme o mandarle a Rayya información sobre tratamientos o curas para el cáncer de hígado o páncreas, con todo respeto y cordialidad le ruego que se detenga. (Algo que descubres cuando un ser amado tiene cáncer es que TODOS tienen una historia milagrosa u horrorosa sobre el cáncer y están ansiosos de contártela. Rayya y yo ya hemos escuchado miles de estas historias sobre dietas especiales, clínicas increíbles, doctores terribles, nuevos experimentos, advertencias… ya sé que la intención es ayudar, pero ya no nos sigan mandando más datos, por favor. Rayya ya sabe qué camino seguir y es tenaz en sus decisiones. ¡Pero igual les doy a todos las gracias!).

Pero sí hay algo que quiero pedir: como creo en el amor, quiero pedir amor.

Si les sobra algo de amor, ¿pueden enviarme un poquito? No saben cuánto lo agradecería de todo corazón… de verdad. Me serviría mucho. Lo recibiremos con comprensión y gratitud. Porque la verdad es la fuerza que nos guía al lugar donde necsitamos estar, pero el amor es el poder que nos cura cuando ya hemos llegado ahí.

Paz, bendiciones y salud para todos.

SIEMPRE AVANZANDO,

♡LG

Foto: La Prensa

Elizabet Gilbert con su nueva pareja Rayya.