“En el mundo de la moda todo cambia, excepto Anna Wintour y su poder”.
Esto fue lo que dijo la periodista estadounidense Bárbara Walters cuando, en 2006, entrevistó a la directora de la edición estadounidense de Vogue, y, a decir verdad, no se quedó corta con el comentario.
La mítica mujer nacida en Inglaterra hace 60 años no sólo es una leyenda viviente por su look inamovible de grandes lentes oscuros y corte de cabello a lo “Bob” o por el duro carácter que le ha valido epítetos como “reina de hielo” o “bruja”.
Desde 1988, la londinense se encuentra a cargo de la revista más influyente de la moda en todo el mundo, con 118 años de existencia y una circulación de 1.2 millones de ejemplares cada mes.
Según Walters, Vogue se convirtió en “uno de los negocios editoriales más rentables de su tiempo” durante la era Wintour. De hecho, una edición promedio de esta publicación es de 800 páginas y los anunciantes pueden llegar a pagar casi 200 mil dólares por un aviso publicitario. Wintour es además la artífice de que la marca se haya abierto a otros públicos, pues fue ella la que propuso e impulsó la creación de Teen Vogue, Men´s Vogue y Vogue Living, tres revistas con las que la franquicia expandió y multiplicó su poder.
“Vogue es lo mejor que la moda puede ofrecer. Somos líderes en nuestro campo, fijamos el rumbo. Somos la amiga glamurosa”, dijo la propia Wintour cuando el veterano periodista Morley Safer, del programa estadounidense 60 minutes, la entrevistó en noviembre de 2009.
Y no está nada lejos de la realidad. La publicación da cuenta de las tendencias de la moda en las principales pasarelas del mundo, pone el foco en las estrellas del espectáculo que marcan pauta a la hora de vestir, actuar o comportarse. Es tal su poder de convicción entre las damas que termina siendo para ellas la fiel consejera que les dice cómo lucir, cómo peinarse: cómo vivir.
Respeto
The New York Times definió a Vogue como “la Biblia de la alta moda” y desde Lady Di hasta súper modelos como Kate Moss, desde George Clooney hasta Michelle Obama, sólo los más destacados forman parte de esa gran vitrina de lujo. Todos de acuerdo al criterio de doña Anna, quien siempre tiene la primera y la última palabra de lo que allí se publica. “Wintour se involucra en cada mínimo detalle de la revista: la ropa para las fotografías, la edición de las imágenes y los artículos que se escriben. Es decidida, impaciente y siempre deja claro que es la jefa”, comentó el periodista Morley Safer. Algo que ella confirma: “Vogue es el producto de un grupo de gente que presenta grandes ideas. Mi trabajo es seleccionar las mejores. Al final del día, soy yo quien decide”.
¿Empírica?
Pero contrario a lo que muchos puedan pensar, el criterio de Anna Wintour no se desarrolló en ninguna universidad.
“O sabes o no sabes de moda”, le dijo a los 15 años a su padre, editor del diario londinense London Evening Standard en la década de los sesenta, cuando abandonó los estudios de secundaria y comenzó a laborar en Harrods, la cadena de tiendas más famosa de Inglaterra, donde ingresó en un programa de entrenamiento para asesores de vestuario.
A partir de allí, educó su ojo trabajando y su visión se volvió tan aguda que en 1970, a los 21 años, se hizo asistente editorial en Harpers & Queen, una revista inglesa de moda y estilo de vida donde tuvo la oportunidad de codearse con modelos, fotógrafos y artistas jóvenes, para ella la cara más fresca del mundo del fashion y quienes definen las tendencias.
Cuando se mudó a EUA a mediados de los setenta, repitió la experiencia en los puestos que ocupó en publicaciones como Harper´s Bazaar y New York.
De hecho, desde que asumió las riendas de Vogue, una característica ha distinguido el esfuerzo editorial de Wintour: mezclar su análisis y registro de las colecciones creadas por los consagrados de la alta costura con su altísimo interés por descubrir e impulsar el trabajo de los creadores de nueva generación, algo que parece mantenerla siempre al día.
Eso fue lo que hizo cuando a mediados de los años noventa avistó la vanguardia del modisto gibraltareño John Galliano y hasta lo recomendó personalmente ante los directivos del emporio de moda LVMH para convertirlo en diseñador de Givenchy y, luego, de Dior. “Me encanta acudir a todas las semanas de la moda para obtener inspiración, apunta ella sobre su pasión por presenciar cuanta colección sea presentada en las capitales del mundo. En esas pasarelas encuentras lo mejor de lo mejor”.