Alemania respiró por fin con alivio después que en la madrugada del sábado se alcanzase un acuerdo para que el canadiense Magna, respaldado por capitales rusos, retomará Opel de manos de General Motors, GM, en un intento por salvar parte de los miles de empleos amenazados.
Tras varios días de tensas negociaciones con el Tesoro estadounidense y con GM, el gobierno alemán anunció el acuerdo para ceder Opel al fabricante de autopartes canadiense Magna, respaldado por el fabricante de automóviles ruso GAZ y el banco ruso Sberbank.
Opel “tiene ahora una perspectiva de futuro”, se congratuló la canciller alemana Angela Merkel, unas horas después del final de la maratoniana negociación nocturna para salvar al fabricante de automóviles alemán y sus 55 mil empleos en Europa.
La mitad de los puestos de trabajo de Opel está en Alemania, la otra mitad en España, Bélgica, Gran Bretaña y Polonia. “Los trabajadores lo merecen, porque no son responsables de la situación, es por el contrario la culpa de una gestión catastrófica de GM en Estados Unidos. Las negociaciones... fueron también una prueba para las relaciones trasatlánticas” superada con éxito, declaró Merkel, que mantuvo el viernes por la tarde una entrevista telefónica con el presidente estadounidense, Barack Obama.
El gobierno alemán, que aceptó adelantar 1,500 millones de euros -2,120 millones de dólares- a la futura empresa fiduciaria que estará a cargo de transferir Opel de GM a Magna, “ha hecho todo lo que podría y a mi parecer que debía”, afirmó Merkel.
El presidente del banco ruso Sberbank, German Gref, consideró por su parte que la adquisición de Opel constituye una gran oportunidad para relanzar la industria rusa del automóvil “a un bajo costo sin precedentes”.
El responsable del comité de empresa de Opel, Klaus Franz, se declaró “muy satisfecho” del plan de rescate. “Estoy seguro de que la solución elegida resistirá”, afirmó el representante de los trabajadores.
También reconoció que serán inevitables algunas supresiones de empleos. “Lo más importante es que se haga teniendo en cuenta la dimensión social, y que no haya cierres de fábricas”, afirmó, defendiendo una solución que no privilegie a un país europeo más que a otro.
Magna no ha detallado todavía las supresiones de empleos que planea realizar. Ya había advertido que preveía recortar el 10% de los efectivos en Alemania; es decir, 2,500 personas, sin cierre de fábricas. En toda Europa, estarían amenazados unos 11 mil puestos de los 55 mil totales, según una fuente gubernamental. “Confiamos en encontrar soluciones para preservar tantos empleos como sea posible”, declaró Siegfried Wolf, uno de los dirigentes de Magna.
Después de difíciles negociaciones que sufrieron varios contratiempos -entre ellas la retirada esta semana del italiano Fiat, el otro principal candidato para hacerse con Opel- el tiempo apremiaba para el gobierno alemán. Berlín quería a toda costa encontrar una solución antes de que General Motors se declare en bancarrota, lo que podría ocurrir el próximo lunes. En un intento de salvar al que durante 77 años fue el número uno mundial del automóvil, el Tesoro estadounidense presentó el jueves un nuevo plan que fue considerado como más aceptable por los acreedores de GM.
Se les ofreció a los acreedores un 25% del “nuevo GM” si apoyan este plan de rescate y el Tesorero controlaría en un primer momento el 72.5% del grupo reestructurado.
De un taller a líder mundial
Magna International tiene su origen en la experiencia exitosa de Frank Stronach, un austríaco que emigró a Canadá en 1954 con 200 dólares en el bolsillo.
En 50 años, Frank Stronach, alias Franz Strohsack, convirtió un taller común y corriente de pintura y fabricación de piezas en Toronto en uno de los más grandes proveedores de equipamiento para automóviles del mundo. Paradógicamente General Motors estuvo en el origen de la fortuna de Frank Stronach, que en 1960 firmó su primer contrato con ella para suministrar parasoles de automóviles con lo que Magna despegó.