14/05/2024
11:45 PM

La ‘fiebre’ del álbum del Mundial se extiende por todo el mundo

Cada cuatro años, a finales de marzo, un librito cambia la vida y hábitos de millones de perso­nas en todo el mundo.

Nueva York, Estados Unidos.

Cada cuatro años, a finales de marzo, un librito cambia la vida y hábitos de millones de perso­nas en todo el mundo. Los niños abandonan sus juegos de siempre, hombres de negocios cambian sus agendas para encontrarse con ex­traños en las calles y familias ente­ras caminan de parque en parque en busca de otros como ellos.

En cada caso, su meta es la mis­ma: llenar sus álbumes del Mun­dial.Para los fanáticos del fútbol, el álbum de la Copa del Mundo de Panini es una obsesión que marca el comienzo del torneo. Conseguir las 640 láminas —que incluyen a los jugadores de los 32 países par­ticipantes, más la foto del equipo, el logo de la federación y las fotos de los estadios— se ha converti­do en una tradición que trasciende clase, género y edad.

“Forma parte de la experiencia del Mundial”, dice Leonardo Gó­mez, un analista de operaciones brasileño de Tree Capital LLC en Manhattan, quien a sus 25 años ha llenado todos los álbumes de Pa­nini desde 1994.

Panini Group, una casa edito­rial italiana que publica có­mics, tarjetas coleccionables y revistas para niños, vende el álbum en más de 100 países, pero no revela sus cifras de ventas.

Sin embargo, la com­pañía imprimió millones de ál­bumes y miles de millones de figuritas para esta edición, se­gún Mark Warsop, presidente ejecutivo de Panini America, la división estadounidense de la empresa italiana. Brasil, la sede el Mundial de este año, es el mercado más grande de Panini, seguido de Alemania y el resto de Latinoamérica.

Conseguir todas las figuritas es todo un deporte. Los precios tanto del álbum como de los sobres con cinco figuritas varían de país en país, pero promedian US$2 por el álbum y US$1 por cada sobre. Las láminas repetidas se acumulan rá­pidamente, alimentando un flore­ciente mercado de intercambio.

En una reciente visita a la ciu­dad de Bello, en el centro de Co­lombia, el presidente Juan Manuel Santos hizo un alto en el camino en su campaña de reelección para intercambiar dos monas (como se las conoce en Colombia) con el dueño de un puesto callejero de intercambio y venta de figuritas de Panini.

Entre tanto, la presidenta bra­sileña, Dilma Rousseff, dijo que es­taba ayudando a su nieto de 3 años a completar el álbum.

A finales del mes pasado, An­drés Páez, un legislador de la opo­sición en la Asamblea Nacional de Ecuador recurrió a Twitter para invitar a sus seguidores a un en­cuentro urgente… en un puesto de Panini. Poco después, tuiteó: “De casualidad alguien tiene el cromo 459 (Irán) del álbum del mundial?”

El álbum genera tanto fervor en algunos países que se convier­te en tema de conversación por se­manas. Su lanzamiento oficial es registrado en los medios tradicio­nales y sitios web como Pulzo, un sitio colombiano similar a The Huffington Post, el cual publi­có un análisis estadístico de cuáles cromos son los más di­fíciles de conseguir.

En un domingo recien­te en el Parque Rivadavia en Buenos Aires, cientos de fami­lias y algunos hombres solos se reunieron en una “cambia­tón” para intercambiar sus lá­minas. Algunos llegaron con pilas de figuritas y elaborados listados de cuáles necesitaban. “¿Quiere cambiar?” es la úni­ca presentación necesaria para comenzar el intercambio.

Piers Neal, un asesor financie­ro inglés que vive en Argentina, tiene la fiebre del álbum. Luego de un partido de fútbol con amigos, intercambió cromos con padres y sus hijos, aunque no tuvo mucho éxito. “Él no sabe cómo cambiar”, lamentó uno de los niños.

“Por supuesto, todos sabemos que es sólo una excusa para que los adultos vuelvan a ser niños”, dijo Neal. La mitad de la diversión está en “regatear, sobornar, suplicar y negociar seriamente para inter­cambiar sus repetidas”.

Panini dice que, a diferencia de las tarjetas de colección, imprime todas las láminas en las mismas cantidades. Pero inevitablemente, algunas se vuelven más difíciles de conseguir. Esto se debe, según Warsop, a que la gente tiende a guardar las figuritas que conside­ran especiales y es reacia a cam­biarlas, lo cual crea la ilusión de escasez en el mercado. Este año, una de las láminas en mayor de­manda es la de la superestrella argentina Lionel Messi.

Silvio Astier, un comerciante de 36 años en Buenos Aires, hace su agosto vendiendo figuritas en una pequeña tienda de papelería en el tranquilo barrio de Caballito. En un día reciente, un cliente leía los números de las figuritas que le hacían falta mientras Astier las sa­caba.

Él ofrece las figuritas de ju­gadores por tres veces el precio de los sobres cerrados, que en Argen­tina es de un peso, mientras que las superestrellas globales cues­tan hasta 10 veces más.

Ahora, la fiebre se está propa­gando a EE.UU., gracias a una com­binación de expatriados nostálgi­cos y jóvenes fanáticos del fútbol. Según Panini, hay 75.000 puntos de venta del álbum en EE.UU., in­cluyendo los locales de Wal-Mart, Walgreens, Modell’s y Target.