09/12/2024
07:18 PM

El inverosímil camino al estrellato en YouTube

Los videos de un sueco de 24 años generan ingresos por US$4 millones al año gracias a sus 27 millones de seguidores.

Nueva York, Estados Unidos.

Felix Kjellberg no hace bien su papel de megaestrella. El aparentemente modes­to sueco evita las luces, no tiene un séquito detrás de él y le in­comoda el éxito.

Pero déjelo delante de una cá­mara y Kjellberg se transforma en PewDiePie, de lejos la figura que más atención genera en YouTube. El personaje tiene una base de 27 millones de suscriptores gracias al método muy poco ortodoxo de jugar videojuegos y juegos móviles.

Sus videos no son reseñas tradi­cionales de juegos. “Pewds”, como lo conocen, simplemente juega y deja que la audiencia, en su mayo­ría compuesta de adolescentes, sea testigo de su experiencia y escuche sus opiniones combinadas con comportamientos algo extraños. Pewds se contornea, grita, canta y lanza improperios para transmitir sus emociones.

Kjellberg, de 24 años, creó Pew­DiePie hace cinco años. Desde en­tonces, ha transformado su per­sonaje en una marca que registra el equivalente a US$4 millones en ventas de publicidad al año, la ma­yor parte ganancia pura.

PewDiePie firmó en diciembre de 2012 un contrato con Maker Studios, una productora de contenido en línea que se queda con una proporción de las ventas publicitarias. Maker Stu­dios —para la que PewDiePie es su personalidad más importante— fue comprada este año por Walt Disney Co. en un acuerdo que podría alcan­zar los US$1.000 millones, depen­diendo del cumplimiento de ciertas metas de desempeño.

Su base de seguidores es tan grande que hasta los juegos que critica obtienen la tan codiciada publicidad.

Este año, Pewds hizo un video ti­tulado Flappy Bird—Don’t Play This Game, en el que, desesperado, arre­metía contra la entonces descono­cida aplicación móvil que intentaba conquistar. No pasó mucho tiempo para que millones de personas des­cargaran el juego, lo que ayudó a ca­tapultar Flappy Bird y a su desarro­llador vietnamita del anonimato a un fenómeno global.

Sin proponérselo, Kjellberg tam­bién está ayudando a dar forma a la industria, a medida que los desa­rrolladores crean juegos que no son solo divertidos para quien los juega, sino que también para el que mira a otro jugarlos en YouTube.

“Es divertido tener este tipo de influencia, pero al mismo tiempo también asusta”, reconoce Kjellberg, quien raramente concede entrevis­tas. A menudo rechaza los pedidos de la prensa, citando su agenda apre­tada que incluye múltiples videos al día de él mismo jugando juegos des­conocidos desde su apartamento en el sur de Londres.

Aunque su base de suscriptores le otorga un alcance sin paralelos en YouTube, de propiedad de Go­ogle Inc., su éxito es un reflejo del buen momento que atraviesa la tendencia de ver a otras personas jugar videojuegos.

Uno de sus compañeros es Jor­dan Maron, un estadounidense de 22 años conocido como Captain Sparklez que ha atraído 7,5 millo­nes de suscriptores con videos re­lacionados al popular juego Mine­craft, de Mojang.

La calidad de la producción no es su punto fuerte. El proceso de crea­ción de Kjellberg es rápido, descui­dado y casi siempre unipersonal.

“A diferencia de muchos shows producidos profesionalmente, creo que he establecido un contacto mu­cho más cercano con mis especta­dores, rompiendo la barrera entre el espectador y lo que está detrás de la pantalla”, dice. “Lo que yo y otros YouTuberos podemos hacer es algo muy distinto, es casi como pasar el rato viendo a tu amigo jugar. Mis seguidores tienen otra sensibilidad acerca de lo que les gusta”.

YouTube está jugando un papel más integral en la experiencia de los jugadores. La semana pasada, Sony Corp. anunció una actualización de la PlayStation 4 que integra el servi­cio de video en línea a la consola para que los usuarios puedan compartir videos de sus juegos fácilmente.

La carrera de Kjellberg se dis­paró cuando aún era un estudiante universitario en Suecia. Asistió a algunas clases, pasando la mayor parte de su tiempo en casa jugando videojuegos y subiendo los videos a YouTube. Después de abandonar los estudios, empezó a vender hot dogs. Para elevar el número de vis­tas en su canal aquellos primeros días, presionaba la tecla F5 una y otra vez en su teclado para refres­car el navegador.

En cuanto al nombre PewDie­Pie, dice que su cuenta original en YouTube era PewDie —el “pew” es para invocar el sonido de una pis­tola láser y “die” de muerte, en in­glés—, pero se le olvidó su clave y tuvo que crear una nueva cuenta bajo un nuevo nombre, así que le añadió el “Pie”.

Con el crecimiento, sin embargo, llega un nivel de atención que inco­moda a Kjellberg. “Soy tan impor­tante en YouTube hoy en día que eso me coloca en el foco de la atención y genera muchas preguntas como: ‘¿Por qué es tan popular?’”, reflexio­na. “Preferiría tener como unos cin­co millones de suscriptores”.

Kevin Lin, el director operativo de Twitch TV, una comunidad en lí­nea de San Francisco para usuarios de videojuegos que hace streaming en vivo de competencias, dice que “la personalidad fuerte y el perso­naje único” de PewDiePie lo ha ayu­dado a alcanzar un nivel de éxito que es difícil de conseguir en los medios de comunicación tradicionales.

La capacidad de PewDiePie de atraer espectadores es valiosa para los desarrolladores de videojuegos, explica Anton Westbergh, presi­dente ejecutivo de la sueca Coffee Stain Studios AB. Coffee Stain de­sarrolló “Goat Simulator”, un jue­go ampliamente popular y renta­ble, pero precario. Westbergh lo describe, en broma, como “el juego más tonto del mundo”. Pero la dis­posición de PewDiePie a hacer vi­deos sobre Goat Simulator legitimó su existencia.

“El que alguien como PewDie­Pie use nuestro juego ha sido una publicidad enorme”, afirma West­bergh. “Y no hemos tenido que pa­gar nada”.

El lenguaje soez de PewDiePie y sus comportamientos ridículos pueden ser confusos u ofensivos para quien lo ve por primera vez. “Simplemente me dejo llevar y me divierto”, dice Kjellberg.

Jens Orjeheim, de 44 años, tiene un hijo de 11 que es fanático de Pew­DiePie, pero él no le encuentra nin­guna gracia. “Creo que hay cosas en la sociedad que pueden contribuir a un desarrollo positivo”, observa. “PewDiePie no es una de ellas”.

Orjeheim critica el hecho de que Kjellberg gane dinero al incentivar a los niños a pasar más tiempo fren­te a una pantalla y elevar la impor­tancia de los videojuegos.

No obstante, Vigor Sörman, fun­dador de una red de YouTuberos en Suecia, explica que “PewDiePie es como un amigo simpático que tie­nes y suscribirte a él es casi como comunicarte por Skype con él, es por eso que los espectadores son seguidores tan leales”.