Nueva York, Estados Unidos.
La empresa estadounidense había cortejado a su rival británico desde noviembre para crear la mayor farmacéutica del mundo. La última oferta de Pfizer valoraba una posible adquisición en US$120.000 millones, pero AstraZeneca logró agotar el plazo estipulado por las normas de adquisiciones del Reino Unido para alcanzar un acuerdo, hasta el lunes. Bajo esas reglas, Pfizer podría presentar otra propuesta en seis meses.
Ian Read, presidente ejecutivo y titular de la junta de Pfizer, no descartó reanudar las conversaciones, pero dijo que se enfocará en “muchas grandes oportunidades” de crecimiento dentro de la empresa y que estudiará otros posibles acuerdos.
“Ahora pasamos a otros asuntos. No tenemos ninguna idea de si estaremos interesados en AstraZeneca en algún punto en el futuro”, dijo en una entrevista.
El presidente de la junta de AstraZeneca, Leif Johansson, reiteró la confianza de la compañía en sus propias perspectivas de crecimiento y especialmente en su cartera de drogas experimentales.
“Acogemos favorablemente la oportunidad de continuar fomentando el impulso que hemos demostrado como una compañía independiente”, afirmó en una declaración escrita.
Sus caminos serán más arduos por separado. Ambas empresas deberán obtener aprobación para medicamentos en desarrollo, prometedores pero riesgosos. Además, probablemente tendrán que buscar otras oportunidades de fusiones y adquisiciones.
Se espera que AstraZeneca emprenda rápidamente una evaluación de medidas estratégicas y de otros tipos para mantener sus acciones en un nivel alto y protegerse de otro pretendiente indeseado.
La farmacéutica británica contrató hace poco a Centerview Partners LLC para que la asesore respecto a potenciales acuerdos, según una fuente al tanto. La firma de inversión se centrará, por ejemplo, en oportunidades para combinar los negocios de AstraZeneca con los de un rival con el fin de realzar el valor de la farmacéutica ante los inversionistas, dijo la fuente.
AstraZeneca ha indicado que explora opciones para sus antibióticos y medicamentos neurológicos. Al igual que sus competidores, es probable que quiera hallar socios para sus drogas contra el cáncer, en especial un agente que busca usar el sistema inmunológico.
Read señaló que Pfizer explorará acuerdos que fortalezcan sus áreas centrales, incluyendo vacunas, cáncer, inflamación, enfermedades cardíacas y dolor. Agregó que la empresa estaba abierta a transacciones de cualquier envergadura y que estaba interesada en pactos que mejoren sus dos principales segmentos: nuevos medicamentos protegidos por patentes y productos más antiguos que están por perder o han perdido su exclusividad.
La compra de AstraZeneca habría realzado cada una de sus divisiones.
Pfizer y AstraZeneca podrían perder miles de millones de dólares en los próximos años en ventas conforme sus medicamentos más vendidos, como Celebrex (celecoxib), para el dolor, y Crestor (rosuvastatina de calcio), para el colesterol, enfrenten la competencia de drogas genéricas más baratas.
Una megafusión ofrecía la oportunidad de reducir miles de millones de dólares en gastos al eliminar redundancias. Pfizer, con sede en Nueva York, también buscaba generar ahorros al mudar su residencia tributaria al Reino Unido para aprovechar la menor tasa impositiva y otros beneficios del país.
Sin embargo, no es fácil lograr que acuerdos de tales dimensiones funcionen. Las grandes adquisiciones, como la de US$68.000 millones de Wyeth por parte de Pfizer en 2009, han tenido que lidiar con difíciles despidos y cierres de oficinas. Los detractores sostienen que con frecuencia las megafusiones disminuyen el valor accionario.
A medida que se acercaba el plazo para un acuerdo, se escuchó una variedad de opiniones sobre los méritos de una combinación entre Pfizer y AstraZeneca.
Algunos accionistas de la farmacéutica británica criticaron la propuesta de Pfizer por considerar que estaba motivada más por factores tributarios y financieros que ventajas empresariales. Instaron a AstraZeneca a ponerse firme contra Pfizer.
Otros inversionistas, en cambio, pensaron que el precio final era atractivo y presionaron por negociaciones. Por su parte, algunos políticos del Reino Unido expresaron preocupaciones sobre la posible pérdida de valiosos empleos en ciencias.
Read explicó en la entrevista que Pfizer no podía justificar un precio más alto que su oferta final de 55 libras esterlinas (US$92,58) en efectivo y acciones por cada título de AstraZeneca sin la oportunidad de ver sus libros. Agregó que Pfizer no estaba interesada en realizar una oferta hostil que llevaría a un año o más de interrupciones o distracciones para ambas empresas y probablemente destruiría valor en AstraZeneca.
Si Pfizer hubiera considerado la compra de AstraZeneca “como imprescindible, probablemente habría resultado ser hostil, pero no lo vimos de esa forma. Lo vimos como una aceleración de nuestra estrategia”, afirmó. Sin AstraZeneca, Pfizer dependerá, en parte, de la expansión del uso de Prevnar (vacuna antineumocócica conjugada).
Los analistas estiman que su uso entre adultos mayores de 65 años añadirá US$1.000 millones en ventas al producto de mayor facturación de la empresa. Pfizer también está desarrollando una vacuna contra la meningitis.
El laboratorio planea buscar además que se apruebe un prometedor medicamento contra el cáncer de mama que, según analistas, podría generar US$3.000 millones en ventas, si bien Novartis AG y Eli Lilly & Co. desarrollan terapias que podrían quitarle ventas.
Una alternativa de más largo plazo es dividir la empresa. Sin embargo, cuando Pfizer divulgó la información financiera de cada una de sus futuras divisiones, analistas expresaron su decepción de que sus márgenes no fueran mayores. AstraZeneca, por su parte, tendrá que cumplir con las altas metas que se fijó la gerencia en su esfuerzo por persuadir a los accionistas para mantenerse independiente, dice Dan Mahony, gestor de fondos de salud de Polar Capital.
La empresa proyectó ventas de más de US$45.000 millones para 2023, frente a los US$25.700 millones del año pasado, pese a que aún no ha sufrido el vencimiento de patentes importantes.
La empresa estadounidense había cortejado a su rival británico desde noviembre para crear la mayor farmacéutica del mundo. La última oferta de Pfizer valoraba una posible adquisición en US$120.000 millones, pero AstraZeneca logró agotar el plazo estipulado por las normas de adquisiciones del Reino Unido para alcanzar un acuerdo, hasta el lunes. Bajo esas reglas, Pfizer podría presentar otra propuesta en seis meses.
Ian Read, presidente ejecutivo y titular de la junta de Pfizer, no descartó reanudar las conversaciones, pero dijo que se enfocará en “muchas grandes oportunidades” de crecimiento dentro de la empresa y que estudiará otros posibles acuerdos.
“Ahora pasamos a otros asuntos. No tenemos ninguna idea de si estaremos interesados en AstraZeneca en algún punto en el futuro”, dijo en una entrevista.
El presidente de la junta de AstraZeneca, Leif Johansson, reiteró la confianza de la compañía en sus propias perspectivas de crecimiento y especialmente en su cartera de drogas experimentales.
“Acogemos favorablemente la oportunidad de continuar fomentando el impulso que hemos demostrado como una compañía independiente”, afirmó en una declaración escrita.
Sus caminos serán más arduos por separado. Ambas empresas deberán obtener aprobación para medicamentos en desarrollo, prometedores pero riesgosos. Además, probablemente tendrán que buscar otras oportunidades de fusiones y adquisiciones.
Se espera que AstraZeneca emprenda rápidamente una evaluación de medidas estratégicas y de otros tipos para mantener sus acciones en un nivel alto y protegerse de otro pretendiente indeseado.
La farmacéutica británica contrató hace poco a Centerview Partners LLC para que la asesore respecto a potenciales acuerdos, según una fuente al tanto. La firma de inversión se centrará, por ejemplo, en oportunidades para combinar los negocios de AstraZeneca con los de un rival con el fin de realzar el valor de la farmacéutica ante los inversionistas, dijo la fuente.
AstraZeneca ha indicado que explora opciones para sus antibióticos y medicamentos neurológicos. Al igual que sus competidores, es probable que quiera hallar socios para sus drogas contra el cáncer, en especial un agente que busca usar el sistema inmunológico.
Read señaló que Pfizer explorará acuerdos que fortalezcan sus áreas centrales, incluyendo vacunas, cáncer, inflamación, enfermedades cardíacas y dolor. Agregó que la empresa estaba abierta a transacciones de cualquier envergadura y que estaba interesada en pactos que mejoren sus dos principales segmentos: nuevos medicamentos protegidos por patentes y productos más antiguos que están por perder o han perdido su exclusividad.
La compra de AstraZeneca habría realzado cada una de sus divisiones.
Pfizer y AstraZeneca podrían perder miles de millones de dólares en los próximos años en ventas conforme sus medicamentos más vendidos, como Celebrex (celecoxib), para el dolor, y Crestor (rosuvastatina de calcio), para el colesterol, enfrenten la competencia de drogas genéricas más baratas.
Una megafusión ofrecía la oportunidad de reducir miles de millones de dólares en gastos al eliminar redundancias. Pfizer, con sede en Nueva York, también buscaba generar ahorros al mudar su residencia tributaria al Reino Unido para aprovechar la menor tasa impositiva y otros beneficios del país.
Sin embargo, no es fácil lograr que acuerdos de tales dimensiones funcionen. Las grandes adquisiciones, como la de US$68.000 millones de Wyeth por parte de Pfizer en 2009, han tenido que lidiar con difíciles despidos y cierres de oficinas. Los detractores sostienen que con frecuencia las megafusiones disminuyen el valor accionario.
A medida que se acercaba el plazo para un acuerdo, se escuchó una variedad de opiniones sobre los méritos de una combinación entre Pfizer y AstraZeneca.
Algunos accionistas de la farmacéutica británica criticaron la propuesta de Pfizer por considerar que estaba motivada más por factores tributarios y financieros que ventajas empresariales. Instaron a AstraZeneca a ponerse firme contra Pfizer.
Otros inversionistas, en cambio, pensaron que el precio final era atractivo y presionaron por negociaciones. Por su parte, algunos políticos del Reino Unido expresaron preocupaciones sobre la posible pérdida de valiosos empleos en ciencias.
Read explicó en la entrevista que Pfizer no podía justificar un precio más alto que su oferta final de 55 libras esterlinas (US$92,58) en efectivo y acciones por cada título de AstraZeneca sin la oportunidad de ver sus libros. Agregó que Pfizer no estaba interesada en realizar una oferta hostil que llevaría a un año o más de interrupciones o distracciones para ambas empresas y probablemente destruiría valor en AstraZeneca.
Si Pfizer hubiera considerado la compra de AstraZeneca “como imprescindible, probablemente habría resultado ser hostil, pero no lo vimos de esa forma. Lo vimos como una aceleración de nuestra estrategia”, afirmó. Sin AstraZeneca, Pfizer dependerá, en parte, de la expansión del uso de Prevnar (vacuna antineumocócica conjugada).
Los analistas estiman que su uso entre adultos mayores de 65 años añadirá US$1.000 millones en ventas al producto de mayor facturación de la empresa. Pfizer también está desarrollando una vacuna contra la meningitis.
El laboratorio planea buscar además que se apruebe un prometedor medicamento contra el cáncer de mama que, según analistas, podría generar US$3.000 millones en ventas, si bien Novartis AG y Eli Lilly & Co. desarrollan terapias que podrían quitarle ventas.
Una alternativa de más largo plazo es dividir la empresa. Sin embargo, cuando Pfizer divulgó la información financiera de cada una de sus futuras divisiones, analistas expresaron su decepción de que sus márgenes no fueran mayores. AstraZeneca, por su parte, tendrá que cumplir con las altas metas que se fijó la gerencia en su esfuerzo por persuadir a los accionistas para mantenerse independiente, dice Dan Mahony, gestor de fondos de salud de Polar Capital.
La empresa proyectó ventas de más de US$45.000 millones para 2023, frente a los US$25.700 millones del año pasado, pese a que aún no ha sufrido el vencimiento de patentes importantes.