La millonaria fusión entre Anheuser-Busch InBev y SABMiller, las dos mayores cervecerías del mundo, tendrá efectos en el mercado mundial.
Y es que se trata de una operación de más de 100,000 millones de dólares que cambiará el accionar de la empresa inglesa SABMiller, propietarios de la Cervecería Hondureña.
AB InBev llegó a un acuerdo para la compra de SABMiller en octubre de 2015, propuesta que fue revisada al alza en julio, hasta los 79,000 millones de libras (92,289 millones de euros), ante las preocupaciones causadas por la volatilidad en el mercado de divisas a raíz de la victoria del “Brexit” en el referéndum del pasado 23 de junio.
La compra pasó por la revisión de la comisión antimonopolio de Estados Unidos, luego de que ambas compañías aceptaron desprenderse de algunos activos en ese país y preservar la competencia de marcas artesanales.
AB InBev, que es dirigida por el brasileño Carlos Brito, expresa su intención de que la sede del nuevo grupo combinado siga estando en Lovaina (Bélgica), mientras mantendrá en Nueva York su oficina de gestión, lo que implicará la integración de las funciones de administración central de AB InBev y SABMiller y podría suponer pérdida de puestos de trabajo en la sede de la cervecera británica en Woking (Reino Unido) en un breve período tras el cierre de la transacción.
Trabajo bajo, así es la gestión de Carlos Brito
Las operaciones cerveceras en Honduras y Latinoamérica están a las expectativas de esta fusión, pero para hacer proyecciones es bueno conocer la visión del director ejecutivo de AB InBev.
Carlos Brito dice que la compañía que dirige se parece a las botellas de cerveza que vende en un sentido importante: el contenido está bajo presión.
“Si quiere sacar lo mejor de las personas, tiene que presionarlas todo el tiempo”, declaró el titular brasileño ante un aula llena de estudiantes en Administración de Empresas de Stanford, California.
Brito tiene un estilo de conducción enérgico y decidido que generó márgenes de ganancia superiores a los de la industria, lo que lo ha llevadopa recibir elogios de analistas de bebidas y decanos de facultades de administración de empresas por igual.
Bajo su gestión, el retorno para los accionistas fue casi el doble que el de sus pares.
Ahora, Brito –un millonario que usa jeans para ir a trabajar, evita tener oficina y prefiere volar en clase económica- es el principal jugador en el acuerdo por 106 mil millones de dólares.
Los ejecutivos de SABMiller pronto experimentarán el estilo de alta presión que prefiere Brito. Pueden preguntarles a los gerentes de Anheuser-Busch de St. Louis… si es que encuentran alguno.
Cuando InBev, la compañía de Brito, adquirió la famosa cervecera estadounidense en 2008, este despidió a unas mil 400 personas, alrededor del seis por ciento de la plantilla estadounidense.
Los recortes le dieron a Brito la oportunidad de designar a ejecutivos más jóvenes y ambiciosos que adhirieron a su cultura de tener poco personal y concentrarse en los resultados.
“Ese primer estrato de gerentes partió el primer día” una vez cerrado el trato, les dijo a los estudiantes.
“Fue muy bueno porque entonces ascendimos a otras personas, que dijeron: ‘Ahora esta es mi empresa’”.
En una de sus exposiciones ante ejecutivos, Brito reveló algunos pilares para construir una cultura de alto rendimiento.
“Las grandes compañías están formadas por grandes personas. A las grandes personas les gusta trabajar, se desafían entre ellos, aprenden de ellos mismos, les gusta provocarse mutuamente, no se temen”, destacó.
Por otro lado, lo inverso también es cierto. La mala gente, los que tienen mal rendimiento, trabajadores ineficientes, también la gente mediocre, les encanta trabajar juntos. No se desafían entre ellos.
Pertenecen al departamento “sentirse bien”. “Y como no se puede complacer a todos complazcamos a los que son verdaderamente talentosos, porque las buenas compañías se forman solo si tienen a las mejores personas”.
¿Plan de recortes?
Sin duda, el éxito del gigante cervercero dependerá del agresivo plan de recortes de costos para América Latina; tanto como de su expansión en África y China.
De acuerdo a los analistas AB InBev espera llevar a cabo un ajuste de plantilla que afectará “aproximadamente al 3% del total de la fuerza de trabajo” del grupo combinado tras la adquisición de adquisición de SABMiller, lo que podría suponer el recorte de alrededor de 5,500 puestos de trabajo.
Una portavoz de la cervecera belga citado por Europa Press explicó que “estas reducciones de empleo se implementarán gradualmente, en fases, durante un período de tres años tras el cierre de la operación” y subrayó que cualquier cambio que afecte a los trabajadores “se realizará respetando la legislación aplicable”.
En este sentido, el consejo de administración de AB InBev señala: “El trabajo para la integración desarrollado hasta la fecha ha confirmado el potencial para generar ahorros de costes en áreas reduciendo personal en funciones superpuestas donde podría producirse una duplicación”, señala la empresa.
Los gerentes de la cervecera AB InBev asumirían 18 de los 19 puestos clave en la plana directiva de la empresa que resulte tras la adquisición, de acuerdo con detalles de la operación.
La nueva compañía estará a cargo de equipos de “jefes funcionales” y “presidentes de zona”, ambos reportados al director ejecutivo de AB InBev, Carlos Brito. No hubo mención de los roles del presidente ejecutivo de SABMiller, Alan Clark, o del jefe de finanzas de la firma, Domenic de Lorenzo, en la nueva compañía.
La compañía estará organizada en nueve zonas geográficas. Los actuales ejes de SABMiller en Miami, Hong Kong y Pekín serán eliminados por etapas pocos meses después del cierre del acuerdo, que se espera en octubre.