Luis Fernando Suárez es de los que sonríe poco, tiene una apariencia seria, por no decir al estilo militar. Él mismo se define como alguien que se toma tan en serio su trabajo, que no puede siempre reflejar una sonrisa. El entrenador de la Selección Nacional se dio tiempo para, en etapa de mundial, revelar detalles íntimos de su vida y de su carrera.
-¿Cómo van estos primeros días de trabajo en Fort Lauderdale?
Siempre tengo que ponderar y mucho el gran ánimo, la buena disposición de los muchachos, hay alegría, camaradería, dentro del grupo y una buena dosis de trabajo. Todos son conscientes de lo que nos venimos a jugar. Hay tranquilidad por su entrega.
-¿Por qué se incorporan los trabajos de playa?
Con las selecciones mayores es la primera vez que lo hacemos, nosotros habíamos tenido antes una experiencia con la Olímpica, no es algo nuevo. Los que estuvieron en Londres 2012, hoy lo repiten.
-A usted se le ha visto como un jugador más al hacer todos los trabajos del equipo, ¿hay alguna finalidad con ello?
Las cosas de playa, por ejemplo, casi siempre las hago, me gustan, pero no soy un jugador más. Busco la manera de que todos tengamos claros los roles sin estar el uno encima del otro, sino siempre al lado. Cuando ya se llega el trabajo hay que enfocarse, yo a dirigir y ellos a obedecer.
-¿Fortalece esto el vínculo entrenador-jugador?
Siempre ha sido fuerte. Lo que si crece es el grado de confianza del grupo para con el cuerpo técnico. Este grupo es abierto, te da posibilidades de hablar, de conversar, todos lo saben. Si hay alguna situación que a los jugadores no les guste o quisieran cambiar, eso sí, con argumentos válidos, no tendríamos problemas en hacerlo. Si no hay una causa y podemos convencerlos de seguir haciendo el trabajo de la misma manera, seguiremos igual. Todo esto es conversado, aquí siempre ha habido honestidad y por eso todo fluye bien.
-A 30 entrenamientos para el Mundial, ¿hay algo que inquieta?
Afortunadamente tengo gente muy buena a mi lado. Cuando elaboramos el plan de preparación, los números, horas y cargas, es una misión que le toca al preparador físico. Según nuestras ideas, le pedimos que nos mida todo; en ese sentido estamos siempre hablando sobre qué trabajos hacer, qué cosas hay que cambiar, porque hay ocasiones en que uno cree que algo es de cierta forma, pero cuando se llega a la realidad son de otra. Por eso todos los días nos reunimos para ver el plan diario.
-Muchos critican el hecho de prepararse en Estados Unidos...
“Esta ciudad donde estamos es muy buena, tenemos una cancha al lado del hotel, muchas selecciones quisieran tener eso; aparte tenemos tres partidos de preparación acá y mientras más cerca estemos de las sedes de esos duelos, por tiempo es mucho mejor”.
-De esos tres amistosos, ¿hay alguno al que usted le tenga miedo?
Físicamente le tengo miedo a los tres amistosos, anímicamente a ninguno.
-¿Teme que contra Inglaterra se dé una goleada en contra como se dio con Brasil?
Todo el mundo piensa en lo malo, yo solo en lo bueno. Respeto cualquier otro concepto.
-¿Hay que fortalecer el ataque trabajando más con Bengtson y Costly?
Todas las armas hay que fortalecerlas, en ese sentido uno tiene que ser muy integral. A todos intentaremos darles lo máximo, mejorando en defensa, en la zona de volantes y delanteros.
-Cuando llegó a Honduras se miraba más delgado, con menos canas. ¿ha notado usted esos cambios?
Como me veo todos los días, no los noto, pero creo que sí, debe haber cambios en mi figura. La responsabilidad es mía, de nadie más.
-Hasta lo elogian las aficionadas, una de ellas hace poco le dijo “qué bonito sonríe”
Je,je, je, debe ser un halago. Yo tengo claro cuúl es mi puesto, de repente soy muy serio, puedo generar algo diferente a lo que normalmente soy. En el interior con mi gente soy tranquilo, río constantemente, me gusta estar de buen humor. Pero mi trabajo lo veo diferente, acuso más caras de seriedad, es necesario hacerlo, no puedo estarme riendo siempre, debo velar porque todos los detalles se hagan bien. Uno quisiera tener otra fisonomía ante la gente, pero desgraciadamente he convivido con ella durante 54 años, es difícil ahora poder cambiarla.
-¿Es fácil ser entrenador?
No sé si es fácil o difícil, uno lo hace porque le gusta. A mí me encanta, nunca voy a dejar de ser técnico de fútbol aunque no esté ejerciendo. No puedo decir que estoy haciendo una labor dificilísima. Somos conscientes de que hay exigencias, presión, críticas, a veces se mira más lo malo que uno hace y no lo bueno. Todo combo viene con un montón de cosas alrededor. Acepto lo malo y sé que hay montón de situaciones buenas.
-¿Y a Honduras ha sido fácil dirigirla?
No, ha sido muy difícil al inicio, después fueron aumentando las cargas y el mayor responsable de eso soy yo. Hemos hecho una labor titánica para sacar adelante al equipo, los jugadores a su país, por eso estoy agradecido con estos futbolistas, tuve suerte de poder estar a su lado.
-¿Qué cambió en la Selección luego del empate 2-2 con Panamá?
Nada.
-Pero comenzaron a surgir los mensajes de motivación.
Eso alabó el convencimiento de la gente de que se podía clasificar. Se le ganó a México y aún con el empate con Panamá, el ambiente cambió en el país, no en el equipo.
-¿Usted pregona esos valores que promocionó, honestidad, fe…?
Los valores no se pregonan, se practican.
-¿Los practica?
Sí, esto no es de fútbol, de talento. Yo soy un convencido de que alguien que tenga mucho talento pero que no posee valores, no sirve para nada.
-¿El aztecazo ha sido su mejor momento con Honduras?
Es uno, no el único. Lo de las Olimpiadas fue muy bueno.
-¿Lo que sucedió en Londres 2012 espera que se repita en Brasil?
La labor de Honduras debe ser reconocida por todo el mundo, con un aplauso, buenas letras…algo cambiante y mejor de lo que existe hoy.
-¿De no ser entrenador a qué se dedicaría?
Quería ser un buen estudiante, lo era. Cuando iba al colegio era aplicado, me gustaba estudiar, leer. Tenía que terminar una carrera, Contaduría, si la dejé fue porque no me gustó, me faltaba un año para terminarla. Lo que más he apreciado es la universidad, la educación, de pronto sería profesor o maestro de escuela.
-¿Quién es Luis Fernando Suárez fuera de su trabajo como entrenador?
No soy exitoso, he tenido tres éxitos, pero obtuve 30 o 40 fracasos, aunque valoro más esos que cualquier cosa. Intento ser lo más común y corriente, pasar lo más desapercibido posible. Ser un poco reconocido, no famoso, te puede quitar eso. Quisiera hacer una fila en el banco o supermercado sin ningún tipo de privilegios. Pago mis cuentas, voy al supermercado, leo libros, vitrinas.
-¿Le incomoda ser medio reconocido como usted dice?
No, aparte la gente ha sido bella conmigo en Honduras. Ha estado de buen ánimo, no me incomoda, pero la situación de fama es efímera, te puede nublar, eso no es bueno. A veces te puede llevar por caminos que no son correctos.
-¿Es consciente de que lo que ha logrado con Honduras ha traspasado fronteras?
Halaga, pero no más. Es más importante lo que se haga después, cómo se proyecta uno con su trabajo. Todos los días siento que sé un poco más, ya llevo 34 años entre jugador, asistente y entrenador, al menos algo he aprendido y tengo mucho por conocer. Tengo ganas de hacerlo, después del Mundial quiero seguir trabajando, no tengo deseos de reposar porque no estoy cansado. Me siento con ánimos y ganas, uno debe pelear por lo suyo. Sin sentirme responsable del crecimiento de la Selección, pero sí un acompañante, me hace pensar que estoy viviendo una linda etapa de mi vida.
-¿Qué lugar ocupa Honduras en su corazón?
En este momento es todo, lo principal. Estoy dedicado a la Selección de Honduras y en cómo puede ser protagonista en el Mundial.
-¿Religioso?
Soy creyente, de pronto no tanto practicante. Se las debo a Dios, ojalá no se las pague de mala manera.
-¿Su familia se informa sobre su trabajo?
Siempre están pendientes de lo que hago, de cómo estoy. Uno ha podido no convivir con ellos, pero el entendimiento es que se está haciendo algo por ellos.
-¿Viven sus padres?
No, desgraciadamente ellos ya están en el cielo.
¿Qué le dicen sus hijos del hecho de estar en Honduras de nuevo en un mundial?
Están alegres, yo estoy orgulloso de ellos y el sentimiento es mutuo. Se siente bonito que se alegren por lo que se ha conseguido.
-¿Cuál es su mayor legado para ellos?
La respuesta deberían darla ellos, pero creo que la educación. A mí me gustaba y pensaba que eso era siempre lo más importante. Los dos mayores terminaron su carrera, al menor le falta un año todavía. Están pendiente siempre de actualizarse, hacer postgrados, eso es lo mejor que les puedo dejar. El amor por aprender.
-¿Qué estudiaron?
Andrés Felipe es el mayor, estudió Negocios Internacionales. Jaime Alberto es ingeniero industrial, y Daniel Alejandro, el menor, está estudiando Mercadeo.
-¿Quién escogió los nombres de ellos, lo sacó de un almanaque, de un santo…?
No, no, el único que es por recuerdo de alguien es Jaime Alberto, tiene los nombres de mis dos hermanos. Es una forma de darles honor a ellos. Los otros los vimos por allí en algún periódico y nos gustaron.
-¿Desde cuándo no tiene a sus padres?
No es un vacío porque siempre estará el recuerdo. (En ese momento, la fortaleza de Suárez parece ceder, pero se repone, tartamudea un poco y titubea al responder, pero vuelve a su semblante serio). Hay algo que duele y que recuerdo siempre en esta época antes del Mundial. Mi madre fue alguien que siempre me apoyó y cuando clasificamos a Alemania 2006 con Ecuador, en noviembre de 2005, ella ya estaba enferma. Había como el deseo de que al menos pudiera llegar a ver el Mundial, pero no le tocó, ella murió en abril de 2006. Era triste, una sensación de que a alguien había que hacerle un homenaje con la clasificación a los octavos de final. Mi madre alguna recomendación le dio a Dios para ayudarme. Mi padre murió mucho antes, era un hombre muy tranquilo, alguien bonito, de palabras sencillas. Le tocó trabajar casi 30 años desde las 8:00 pm a las 4:00 am, así nos dio todo, con límites, pero con mucho cariño, amor y sacrificio. Casi ni dormía.
¿Cuál eran sus nombres?
Marina mi mamá, Alberto mi papá.
-¿Qué es lo que más recuerda de ellos?
Es una mezcla de todo, de consejos, alegría, de pelas (castigos) como decimos en Colombia, lo más importante es que siempre hubo un apoyo. Se alegraron porque estudié, cuando dije que quería dedicarme al fútbol fue todo igual. Creyeron en mí, mi padre y mi madre lo hicieron, al final eso es clave para llegar hasta donde estoy.
-¿De quién heredó su carácter?
De mi papá, era más tranquilo, tímido; mi mamá era alegre, abierta para muchas cosas. Yo soy más Suárez que Guzmán.
-¿Qué complementa su vida?
Un buen libro, montón, de los que he leído todos me han servido. No sé si es pecado, pero lo voy a decir: he tirado libros cuando los llevo a la mitad, los boto y no los leo más. Un libro ha sido mi mejor compañía.
-¿Y en el amor cómo le va?
Ja, ja, ja, he sido una persona normal. Soy tranquilo en ese sentido. No soy muy de estar haciendo farándulas y cosas raras.
-¿En su etapa como jugador le llovían las mujeres?
No, nunca me propuse utilizar mi fama para eso. Si uno está ubicado en lo que sabe hacer en la vida, debe ser lo mismo en el amor.
-¿Está soltero, viudo, divorciado o tiene a alguien que le sople la oreja?
Yo estoy casado, estoy bien.
-¿Tiene vicios?
No bebo, no fumo; bueno, de vez en cuando me tomo un buen vino.
-¿Qué vino?
Vino tinto, no soy muy amigo de los vicios.
-¿Cuáles son sus adicciones, si se pudieran llamar así?
La lectura. Dejé el tenis, desde que llegué a Honduras no lo practiqué más.
¿Le gusta el cine?
No
¿Las novelas?
Sí, pero en libro.
-Las novelas colombianas son las más vistas ahora mismo en Honduras...
Pues aquí tienen a una persona que no las ve, soy yo.
-¿Qué cambiaría de su pasado?
Nada, las cosas tienen que ser porque sí. Nunca he pensado en eso, las buenas y las malas sucedieron porque tenían que pasar.
-¿Odió a alguien en su vida?
Sí
-¿A quién?
No tiene por qué decirse, aparte fue un error. Ya no existe ese sentimiento en mí.
-¿Qué no perdona usted?
Todo se puede perdonar.
¿Qué le provoca sonreír?
Muchas cosas, la vida te da muchas posibilidades de hacerlo.