Apenas llegaba el pitazo final del partido contra Victoria y con la afición eufórica por el nuevo tricampeonato, Roger Rojas cumplía una
promesa: cruzar hincado de marco a marco el Nacional.
El delantero de los albos había prometido que de convertirse en el máximo anotador de su equipo haría tal ofrenda a la Virgen de Suyapa, de la que es devoto.
Ro-ro no solo fue el que más goles anotó en los leones, sino que el que más metió de los diez equipos de la Liga Nacional.
Rojas ha logrado emular a su máximo ídolo Wilmer Velásquez, al convertirse en la gran figura del título 26 y del segundo tricampeonato del Olimpia.
El delantero capitalino fue el que inició con la fiesta de goles de su equipo sobre los ceibeños y con el tanto conseguido, se convirtió en el máximo romperredes del torneo.
“Es una felicidad enorme la que sentimos por haber cerrado esta año de forma tan maravillosa. Olimpia demostró que es un equipo grande y es bonito ser parte de esta historia con goles. Haber anotado ese primer gol me da una felicidad enorme”, señaló el jugador que en la ida (quedó 0-0) no jugó.
Fueron 10 los goles que consiguió el Ro-Ro en este campeonato y así logró ser el protagonista de una historia que por fin le sonríe a pesar de la poca participación que recibe en el cuadro dirigido por Danilo Tosello.
“Le pedía a la Virgen de Suyapa que me diera la bendición de ser máximo goleador del equipo y me cumplió. Por eso le cumplí con mi promesa”, confesó tras el partido.
Roger Rojas es un jugador que desde pequeño ha estado ligado al Olimpia, viene desde la ligas menores en Tegucigalpa.
Siempre ha pregonado al mundo su admiración a Wilmer Velásquez, el máximo ídolo del olimpismo en Honduras y quien además es el máximo goleador en la historia de la Liga Nacional (196).
En las vueltas regulares, el Ro-Ro anotó nueve tantos pese a que nunca ha sido titular indiscutible en el esquema del Tosello.
En el juego de ida de la final comenzó en el banco e igual que los equipos se fue sin anotar.
Ayer a los dos minutos demostró ser un verdadero cazagoles, Javier Portillo ejecutó un saque de manos, lo hizo largo a la cabeza de Douglas Caetano, quien solo la peinó para que apareciera al cerrar y así poner el 1-0 que se iba a mover tres veces más en un juego que fue resuelto 4-0 por Olimpia y que significó la copa 26 de un equipo que ve en él la reencarnación del Matador.