El portero del Motagua Harold Fonseca se recupera rápidamente y en cinco meses estará como nuevo poniéndose los guantes como arquero de Motagua.
El guardameta, quien se lesionó en el primer juego de la final contra Platense, no se acostumbra a estar viendo fútbol por la televisión. Quiere estar ahí, bajo los tres palos, como lo viene haciendo desde chico.
“Gracias a Dios voy evolucionando bien, el doctor Óscar Benítez dice que voy bien, pero tengo que ir paso a paso para volver a jugar”, explicó.
Agregó que “cuando veo los partidos de Motagua me da esa sensación de querer jugar, pero no me voy a desesperar. La lesión tarda 6 meses en sanar, aunque me dijeron que estaré bien entre 4 y 6 meses”.
Fonseca ya puede caminar tramos cortos y cuando va a las terapias lo hace con un protector en su pierna. Harold estuvo un mes en San Pedro Sula, pero ahora ya se encuentra instalado en la capital haciendo doble sesión de terapias.
“La lesión me ha servido para darme cuenta que lo que uno logra en la vida lo debe apreciar. Lo que me pone feliz es que pude estar en el nacimiento de mi hija y estoy compartiendo con mi familia. Estoy feliz, no tengo palabras para explicar lo que sentí cuando la vi nacer. Estoy luchando para que mi hija Ariana sepa que tiene un papá luchador”, manifestó.
| Fonseca se lesionó en la final de ida luego de una falta de Luis Castro.
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“Lo más duro para mí fue perderme la final contra Platense porque tenía la ilusión de ser campeón jugando con el equipo y cuando enfrentamos al Platense en la primera fecha del Clausura tenía muchas ganas de llorar porque yo pude haber estado ahí jugando. No voy a recriminar nada, le doy gracias a Dios por todo lo que me ha pasado, solo quiero recuperar mi nivel”.
Fonseca jugó 16 partidos con las águilas, 1,422 minutos en el campo y fue determinante en varios compromisos, de los cuales hay dos que no olvida.
“El clásico en la semifinal porque fue un partido muy lindo, la lucha contra el archirival y haber tapado un penal y el juego de mi debut con Motagua porque enfrentamos a Real España, fue un partido muy esperado. Me recibieron con un disparo de Jhow Benavides y después una bolea de Ursino. No ganamos, pero fue lindo debut”.
El arquero tiene en su casa varios recuerdos que lo hacen sentir orgulloso de ser portero.
“Estando en casa me pongo a ver fútbol y los partidos que jugué con Juticalpa y Motagua. A veces toca ser el héroe y el villano. Cuando veo el balón que tengo en la casa desearía poder patearlo'.
'Siempre paso viendo los guantes con los que le tapé el penal a Olimpia o los que usé en la final. Los tacos con los que me lesioné los regalé. Mi camisa se la quedó mi hermano”.