Argentina y Rusia inauguraron hoy el renovado estadio Luzhnikí en un partido en el que la Albiceleste ganó por 0-1 con gol de Sergio 'Kun' Agüero en la postrimerías del encuentro, pero dejó muchas dudas de cara al Mundial.
El sufrimiento de las eliminatorias sudamericanas ya es historia, pero la selección argentina no parece haber superado el trauma de verse en peligro de perderse la Copa, ya que el juego demostrado no es propio de un equipo que aspira a levantar el trofeo.
No fue un gran partido, pero sirvió para convencerse de que el Luzhnikí, que conserva la vieja fachada del histórico estadio Lenin, es el escenario ideal para el partido inaugural y la final de la Copa Mundial.
Casi 80 mil espectadores acudieron a la cita, en su mayoría para ver en vivo al barcelonista Leo Messi, que en 2009, cuando la Albiceleste era dirigida por Diego Armando Maradona, no pudo jugar por lesión.
El astro barcelonista no estuvo muy acertado, pero tampoco defraudó, ya que lo intentó y sembró el pánico en la defensa rusa cada vez que recibió el balón en tres cuartos, aunque estuvo muy marcado.
Sin Convencer
El problema para Argentina es que, superado el sufrimiento de las eliminatorias sudamericanas, el rosarino no encontró los socios que busca desde hace largo tiempo, más si Paulo Dybala está sentado en el banquillo.
Jorge Sampaoli le cedió la manija a Matías Kranevitter, actual jugador del Zenit ruso, e hizo debutar a Lo Celso, el delantero del PSG, aunque apenas dispone de minutos en el equipo francés, mientras en defensa Pezzella sustituyó al lesionado Mercado.
Mientras, los rusos salieron con una defensa de cinco, con dos laterales largos, y tres delanteros que presionaron desde el principio la salida del balón, lo que causó dificultades a la defensa argentina.
El partido tuvo un comienzo intenso, aunque apenas hubo ocasiones de gol, en parte porque Messi fue maniatado por los futbolistas locales, que le marcaron en zona.
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La Albiceleste lo intentó repetidamente por la derecha, donde Salvio y Enzo Pérez estuvieron muy activos, mientras Lo Celso sólo lo intentó tímidamente desde la izquierda.
Con la excepción de una pared abortada en el último momento, el astro barcelonista sólo apareció a los veinte minutos tras un fallo de la defensa local, que Messi aprovechó para dejar solo a Di María, cuyo disparo abajo lo despejó magistralmente Igor Akinféev.
Mediada la primera parte los discípulos de Sampaoli se hicieron claramente con el control del juego, aunque les faltó un poco de verticalidad.
Messi estuvo a punto de marcar en el corazón del área en un contraataque iniciado por Agüero y que acabó con un centro desde la derecha que fue despejado por la defensa rusa.
La mejor ocasión llegó al filo del descanso en una jugada en la que el balón le llegó a un desaparecido Di María, que centró con su pierna mala y Agüero completamente solo remató de primeras con la zurda, pero Akinféev despejó el balón a una mano.
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Tras la reanudación Messi pudo marcar de cabeza, pero su remate-pase fue despejado casi en la línea de gol por Rausch, el alemán nacionalizado ruso que juega en el Colonia.
Agüero, que volvió a la selección tras convertirse en el máximo goleador histórico del Manchester City, pareció despertar en la segunda parte y fue el jugador que armó casi todas las jugadas de gol.
Los rusos también adelantaron líneas con la entrada en el campo de Dzagóev y así a los diez minutos Glushakov estuvo a punto de sorprender a Romero con dos disparos, uno desde fuera del área que salió lamiendo el poste derecho y otro dentro del área grande.
Los visitantes parecieron perder fuelle según avanzaban los minutos, pero Agüero obtuvo el botín que buscaba al aprovechar un pase del debutante Cristian Pavón en una jugada iniciada por Messi para marcar el único gol del partido tras un doble remate, el primero con el pie y el segundo con la cabeza (min.86).
Argentina se enfrentará el martes a Nigeria en la ciudad rusa de Krasnodar, mientras los rusos se verán las caras ante España el mismo día en San Petersburgo. EFE