Buenos Aires, Argentina.
Un nuevo escándalo involucra al fallecido expresidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona. El dirigente pagó 9.000 euros (10.000 dólares) a cada jugador de Irlanda para que no lesionaran a Lionel Messi en un partido amistoso que disputaron ambas selecciones el 11 de agosto de 2010.
Según informó el periodista argentino Ezequiel Fernandes Mores en el diario La Nación, Grondona concedió 'diez mil dólares a cada jugador irlandés para que no le peguen' al astro argentino, Leo Messi. Antes de su relato, la fuente miró hacia arriba (Grondona ya estaba fallecido), y expresó: 'Perdóname Julio por lo que voy a contar'.
Este suceso ocurrió meses después de que Irlanda quedara fuera del Mundial de Sudáfrica 2010 tras el polémico gol de los franceses ayudados por una mano clamorosa de Thierry Henry que los clasificaba. Aunque hace un par de días, se conoció que la FIFA silenció a los irlandeses con el pago de cinco millones de euros.
El periodista Moores, que ha desvelado el caso en La Nación, asegura que para que Irlanda no reclamase, Grondona sugirió que el equipo europeo disputara un amistosos contra la Argentina de Leo.
El problema fue que el FC Barcelona, por esas fechas, realizaba una gira por Asia, y no le gustó enterarse de que su jugador estrella iba a disputar ese encuentro. La presencia de Messi era obligatoria, dado que estaba vinculada al pago de un seguro que ascendía a los famosos cinco millones de dólares.
'El partido se jugó, Argentina ganó 1-0 con gol de Ángel Di María y Messi mostró apenas destellos de su clase, dos grandes habilitaciones desaprovechadas por sus compañeros', apunta Fernández Moores en su columna.
El desenlace bien sencillo: '¿Y cómo solucionaste lo del seguro de Messi?', preguntó un dirigente. 'Diez mil dólares a cada jugador irlandés para que no le peguen', respondió el presidente que gobernó la AFA durante 35 años.
Hace unos días salían a la luz una una serie de escuchas telefónicas, en donde el exvicepresidente senior de la FIFA conviene con sus interlocutores la designación de árbitros, la programación de partidos discrecionales con argumentos falsos y hasta un intento de incentivación.
