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La 'última oportunidad' de Eden Hazard

  • 09 junio 2021 /

El belga, que vive una tormenta con el Real Madrid, cuestionado, por debajo de su nivel y en mala condición física, espera reivindicarse vistiendo la camisa de Bélgica en la Eurocopa.

Redacción.

De reinar en la 'Premier' y mostrar todo su potencial como gran referente de Bélgica en el Mundial 2018, Eden Hazard pasó a convertir el sueño de llegar al Real Madrid en una pesadilla plagada de lesiones, recaídas y un rendimiento alejado de su identidad. La Eurocopa es su redención. La oportunidad de volver a brillar donde ejerce de líder, si su físico le da un respiro.

Elegido el jugador más emblemático de la historia de la selección belga, nadie dudó en esperar a Eden para una gran cita en la que Bélgica aspira a dar el salto definitivo con su gran generación. La de Thibaut Courtois, Kevin De Bruyne, Yannick Carrasco y Romelu Lukaku.

Al seleccionador, el español Roberto Martínez, y a ninguno de sus compañeros, les importó esperar a Hazard pese a sus diez lesiones y su positivo en coronavirus que arruinaron su segunda temporada consecutiva en el Real Madrid.

En sus retinas permanece la brillantez de un futbolista diferente, un privilegiado técnico que deja rivales atrás con la facilidad que le permite su velocidad y regates, manejando ambos pies con destreza. La visión en el último pase y pegada le situaron entre los mejores del mundo cuando ejerció de líder en el Chelsea.

'Cuando vi a Zidane era como si jugara al fútbol con sus manos. Eden es igual. El balón se queda pegado a sus pies y es casi imposible quitárselo', definió Marc Wilmots, exseleccionador de Bélgica.

Como genio del balón, Eden tiene sus excentricidades que han provocado que en el Real Madrid se extienda una queja interna sobre su falta de responsabilidad en los momentos de adversidad. Capaz de marcharse en pleno partido, decepcionado por un cambio con su selección, a una famosa hamburguesería y comérsela delante de las cámaras mientras sus compañeros aún jugaban ante Turquía, como ocurrió el 3 de junio de 2011.

Hazard debutó siendo un niño con la absoluta belga. Con 17 años y 316 días, ante Luxemburgo, se convertía en el octavo jugador más joven de su país en debutar con la selección. Hijo de dos futbolistas, Thierry Hazard y Carine Vanderbecq, su gran inspiración en una familia que completan tres hermanos más que también juegan al fútbol, los años de su juventud en Francia no le generaron dudas a la hora de elegir a qué país defender.

Ya despuntó en el Lille, club en el que año a año mostró un crecimiento que hizo augurar su dimensión. Siendo el mejor jugador del fútbol francés llegó su salto al Chelsea para convertirse en una de las grandes estrellas mundiales. Impulsó a Bélgica en 2014 a alcanzar los cuartos de final de un Mundial que volvían a pisar doce años después.

Capitán desde la Eurocopa 2016, eliminado por Francia en cuartos de final tras marcar un gol y repartir cuatro asistencias, el Mundial 2018 sirvió a Bélgica para lanzar un mensaje bajo el liderazgo de Eden -Balón de Plata con tres tantos y tres asistencias- y la cita continental del 2020 llega en el momento de madurez justo para aspirar al trono europeo.

UN RETO PERSONAL TRAS DOS AÑOS DE ADVERSIDAD

Ganar un título internacional es el gran desafío de Hazard, que apenas cuenta en su historial con dos Ligas Europa conquistadas con el Chelsea. Llegó al Real Madrid con el objetivo de conseguir su deseada 'Champions League', con la carga de responsabilidad elevada de asumir el testigo de Cristiano Ronaldo. Nunca estuvo a la altura de las espectativas creadas.

El sueño se convirtió en pesadilla desde que tres meses después de su aterrizaje, en plena adaptación a un nuevo fútbol, su compatriota Thomas Meunier le destrozaba el tobillo derecho con una durísima entrada en el duelo europeo ante el PSG. El inicio de una pesadilla que no ha encontrado fin. Recuperaciones y recaídas. Tratamiento conservador fallido antes de despedirse de su primer curso por el paso por quirófano.

Las esperanzas renacieron en su segundo curso en el Real Madrid. Comenzó tarde, buscando sensaciones perdidas en el tobillo y, aunque era complicado empeorar su primer año, lo acabó haciendo Eden a base de lesiones musculares, sin asumir el liderazgo que le pertenece. Con 21 partidos jugados en toda la temporada. Sin continuidad ni brillo. Sin la confianza psicológica necesaria para ser decisivo. Ningún partido jugado al completo, apenas once titularidades.

Así llega al lugar de su felicidad, una selección belga de la que es su gran icono. Buscando renacer, exhibir de nuevo magia en su fútbol y una redención esperada si le gana el pulso a sus miedos.