Hemos escuchado mil veces que los caprichos nocturnos nos llevan de cabeza al sobrepeso. Los expertos consultados aconsejan cenar tres horas antes de meterse en la cama, para evitar malas digestiones y alteraciones de sueño. Pero si el estómago ruge, claro que puede asaltar la refrigeradora antes de refugiarse entre las sábanas.
Solo se trata de elegir el alimento adecuado y partir de un estilo de vida saludable, como subraya el doctor Ignacio Sajoux, director médico internacional de la firma de tratamientos de adelgazamiento Pronokal Group, quien aconseja realizar siempre las cinco comidas diarias para evitar estos repentinos ataques de hambre.
“Si tomamos dos yogures (a ser posible desnatados), estamos ingiriendo más de 10 gramos de proteína y prácticamente nada de grasa, lo cual puede ayudar a un mejor control de la sensación del hambre. También un vaso de leche desnatada, que aporta triptófano, aminoácido esencial que promueve la serotonina, o una ración de queso bajo en grasa servirían”.
La doctora Mira, por su parte, ofrece otras opciones: “Puede tomar tres o cuatro rebanadas de jamón cocido, proteína sin grasa, pavo, pollo o conservas de pescado al natural”.