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Soñaba con ser marino, pero mareros frenaron su viaje

  • 16 agosto 2015 /

El universitario Gustavo Adolfo Euceda (22) fue asesinado tras una riña cuando venía de jugar fútbol

Choloma, Cortés

“Hay que vivir cada día como si fuera el último”. Esa era la frase aventurera del estudiante de ingeniería Gustavo Adolfo Euceda (22), a quien la violencia le segó la vida hace dos semanas en la aldea Monterrey, Choloma.

Era servicial: esa fue su mejor virtud, pues sus amigos cercanos lo recuerdan sobre todo por su enorme disposición y ovialidad en cada actividad que realizaba.

Apasionado por el deporte, como muchos hondureños, nunca se perdía un partido de la liga en el campo de la aldea Monterrey y le gustaba practicar motocross cada vez que podía.

Aquellos que lo vieron crecer en la colonia Fesitranh, San Pedro Sula, donde residía desde la adolescencia con su padre, aún no asimilan que aquel joven bromista que los hacía reír se ha ido para siempre.

Estos jóvenes amigos que compartieron tantos años con Tavo han creado un chat de Whatsapp para compartir vivencias entre ellos y fomentar la comunicación, pues la pérdida del joven los ha hecho meditar en el valor de su amistad, pero sobre todo nunca olvidarán a quien se ganó sus corazones por su transparencia y entrega: Gustavo.

“No digiero la pérdida de mi mejor amigo. Me he dispuesto a pensar que está de viaje y que pronto lo veré”, dice Víctor Zúñiga con un nudo en la garganta.

“Yo era su amigo de parranda. Lo mejor de él era su capacidad de servir. Siempre que podía estaba disponible para ayudarte. No importaban la hora ni el lugar: allí llegaba Tavo.

Siempre llegaba a visitarme. Entraba a mi cuarto sin pedir permiso, como que estaba en su casa y encendía la televisión. Se llevaba bien con mi madre.

Cuando salíamos, nos invitábamos mutuamente a comer cuando alguno no portaba dinero. Me decía ‘vos no te amedrentes que no andas solo’. En ocasiones nos daba antojo de salir de paseo. él cogía las llaves del carro de su papá y nos íbamos a Puerto Cortés y Santa Bárbara a comer algo”, agrega.

Foto: La Prensa

Los amigos de Gustavo lo visitan en la tumba para cantarle con guitarra. Su partida les ha dejado un gran vacío.


Un ser humano especial

Luis Fajardo expresa que nada lo hará olvidar los gratos momentos que la vida le permitió compartir con su gran amigo. “Éramos muy unidos con Tavo.

Cuando estábamos más jóvenes nos dedicábamos a los videojuegos hasta al amanecer. Lo mejor de él eran su caridad y carisma. Creo que lo servicial lo sacó de su viejo (papá), pues siempre nos recibía con los brazos abiertos cuando íbamos a visitar a su amado hijo. Gustavo era más que mi amigo, un miembro de mi familia.

De repente se metía a mi casa y aparecía en mi cuarto. Recuerdo que se paraba junto a la puerta y me decía ‘juguemos Fifa’. Estoy triste. Nadie merece morir como él. Lo conocí hace ocho años cuando era un flaquito y hoy ya no está para alegrarme el día”, relata mientras contiene las lágrimas.

Alejandra Martínez, hermana de Gustavo, recuerda con nostalgia la vez que Gustavo le salvó la vida y las cosas que lo hacían único, como su actitud de servicio.

“Una vez me intoxiqué y me salvó la vida al llevarme al hospital. Yo era su media hermana, la única hembra. Lo conocí a los 13 años, cuando mi papá lo trajo a la casa.

En un principio sentí celos, pues era la consentida de mi papá y él se robó mi puesto. Nos fuimos acercando y nos hicimos amigos. Era mi confidente y cuando le pedía que guardara un secreto me cuidaba las espaldas. Él era servicial y aventurero. Siempre se creyó invencible, pues decía que nada le iba a pasar. También le gustaban mucho los niños y se moría por mi pequeño hijo”.

Kelly del Cid era su mejor amiga, pero sus otras amistades indican que Gustavo siempre manifestó que ella era el amor de su vida.

La conoció en el colegio y fueron desarrollando una gran amistad. “Me acostumbré a estar con él, a su forma de ser. La última vez que estuvimos juntos fue en un partido en la aldea Monterrey.

Siempre me decía que le prometiera que me iba a casar con él. Ahora pienso que si íbamos a ser algo más y hubiera sucedido”, relata con la mirada perdida.