Las investigaciones en torno a la muerte del jefe de la carrera de ingeniería industrial del ex Centro Universitario Regional del Norte, Curn, Jorge Alberto Rivera López, y su empleado José Alberto Portillo, han quedado a medio andar por falta de pruebas testificales.
Las autoridades de la Dirección General de Investigación Criminal argumentan que tienen evidencias materiales, pero necesitan complementarlas con la declaración de testigos, los cuales no quieren colaborar por temor a represalias de los autores del doble crimen, que supuestamente son pandilleros.
El catedrático, de 52 años y su empleado, de 16, fueron ultimados a cuchilladas el 18 de noviembre del año pasado en la tienda de pinturas propiedad del malogrado profesional, situada a pocos metros del mercado Guamilito, entre las 7 y 8 calles y 8 avenida.
La Policía maneja dos posibles móviles del hecho. Uno es el robo y otro apunta a que el joven José Alberto Portillo presuntamente tenía problemas con pandilleros, porque vivía en una zona donde hay bastante presencia de integrantes de maras.
En las averiguaciones hechas por las autoridades de investigación la tesis que prevalece es el robo a la tienda, porque no han establecido que Portillo tuviera nexos con miembros de organizaciones ilícitas.
Las familias de ambas víctimas aseveraron que la Policía se ha quedado de brazos cruzados y tiene en el olvido el caso, ocurrido hace tres meses.
El hallazgo
A Rivera y al menor les quitaron la vida aproximadamente a las nueve de la mañana del sábado 18 de noviembre, pero el hecho trascendió hasta las doce del día, cuando agentes policiales descubrieron los dos cadáveres al ingresar a la tienda tras violentar la puerta de vidrio de la entrada al establecimiento, a petición de Sandra de Rivera, esposa del ahora occiso.
La dama llegó al negocio porque sospechaba que algo le había pasado a su esposo. Un amigo de la familia y cliente de la tienda la llamó a su teléfono a las diez de la mañana diciéndole que a esa hora él estaba afuera del local y había tocado varias veces, pero no le abrían la puerta, la cual tenía instalado un llavín eléctrico que era controlado desde el interior.
Los homicidas del catedrático huyeron en su carro doble cabina y lo dejaron abandonado en El Progreso ese mismo día. A Rivera le robaron sus pertenencias, incluyendo sus tarjetas de crédito.
Pisadas y arma homicida
En la escena del crimen encontraron el arma homicida, un cuchillo de cocina nuevo ensangrentado en uno de los mostradores del negocio.
En el piso de la tienda habían pisadas con sangre, lo cual hace presumir que uno de los homicidas caminó descalzo en el local.
El cuerpo de Rivera tenía tres puñaladas en el tórax y estaba boca abajo y al joven lo hallaron a pocos pasos del baño, boca arriba, con una puñalada en el costado izquierdo.
Jorge Rivera, hijo del victimado jefe de la carrera de ingeniería industrial, dijo que han pasado tres meses y no hay ninguna información sobre los responsables del asesinato y asalto de su padre.
“No es raro que la Policía se quede de brazos cruzados”, señaló Rivera, quien aseveró que su padre era un hombre de bien que sólo se dedicaba a su negocio y a ayudar al estudiantado del Curn para que saliera adelante.

Gladys Quintanilla mantiene vivo el recuerdo de su hijo José Alberto Portillo.
Rivera indicó que no se descarta que el crimen de su progenitor tenga relación con la presencia de su trabajador, porque su padre hace 16 años tenía el negocio en ese local y nunca lo habían asaltado.
Proporcionó información
“Era un negocio familiar, casi nunca habían empleados y hasta que llegó ese muchacho es que ocurrieron estas cosas”, apuntó el hijo del malogrado catedrático del Curn.
Dijo que no se descarta que el trabajador de su padre haya tenido que ver en el hecho, porque ese día en la tienda realizarían una venta de más de 30 mil lempiras y “probablemente el joven informó o comentó en su colonia de ese asunto y de ahí pudo derivarse el asalto”.
Jorge Rivera agregó que su padre no manejaba mucho efectivo, ya que casi todas las ventas de la tienda El Mundo del Color las manejaba con órdenes de compra.
“Creo que mi papá nunca se opuso y me imagino que los asaltantes lo mataron porque se desesperaron al no encontrar dinero”, dijo.
Obstáculos
El jefe de operaciones de la Policía de Investigación, Alex Requeno, dijo que las pesquisas del caso están adelantadas, pero los testigos no quieren declarar por temor a represalias.
Han citado a varios, aún así, ha sido imposible tomar su versión. Aseguró que ellos tienen evidencia material para procesar el caso, pero no es suficiente porque necesitan complementarla con la prueba testifical.
Según el jefe policial, que aseveró que el caso no quedará impune, la hipótesis prevaleciente es que el móvil del crimen es el robo a la tienda y que los autores son presuntamente mareros.
“La Policía no ha dado respuesta”
Gladys Quintanilla, madre de crianza del victimado joven José Portillo, dijo que la Policía no ha averiguado nada sobre la muerte de su hijo y de su patrón Jorge Rivera.
Quintanilla manifestó que hasta la fecha no saben si al menor y al ingeniero los mataron por robarles o debido a otro motivo.
“La Policía nunca nos dijo nada y mi esposo incluso llamó a la Dgic y preguntó si habían averiguado algo y una licenciada le dijo que no sabían nada. No nos ha dado ninguna respuesta y la muerte de mi cipote ha quedado en el olvido”, aseveró.
La mujer descartó que el problema haya sido con su José porque no tenía problemas con pandilleros, como dicen las autoridades policiales.
Relató que José Alberto nació y se crió en la colonia Asentamientos Humanos y “nunca tuvimos problemas con los mareros de aquí ni se metieron con él”.

Sandra de Rivera pidió la ayuda de la Policía para ingresar al negocio, donde encontraron muerto a su esposo.
“Me imagino que quisieron robarle al ingeniero y a lo mejor se enojaron porque no encontraron lo que ellos querían porque él no mantenía dinero suficiente en caja y por eso los pudieron haber matado”, refirió la mujer.
Indicó que ellos criaron a José porque su mamá, que era hermana de su esposo Rubén Armando Portillo, murió.
Dijo que les gustaría que los homicidas pagaran, “porque es una muerte que no se la merecía, pero si no los castigan, a Dios se lo dejamos todo”.
Lo dijo
“Mi esposo llamó a la Dgic y le dijeron que no sabían nada del caso. La muerte de mi hijo está en el olvido”.
Asesinato de Jorge Rivera
•El 18 de noviembre del 2006 fue victimado el ingeniero Jorge Alberto Rivera López en el interior de su tienda del barrio Guamilito. Los delincuentes también mataron a su empleado José Alberto Portillo.
•El 19 de noviembre enterraron el cadáver de Rivera en el cementerio Jardines del Recuerdo.