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Destino fatal unió a un mecánico y un topógrafo

  • 27 junio 2015 /

Héctor Pereira decidió salir de su trabajo en Residencial Honduras e ir a su hogar a recoger el celular que había olvidado.

Tegucigalpa, Honduras

La destrucción y el dolor que dejó a su paso todavía se respira en la calle de la colonia Villa Nueva, donde el pasado viernes, un cabezal que remolcaba un contenedor cargado de pinturas provocó una tragedia que dejó dos muertos y unas 15 personas heridas.

El amasijo de hierro en que quedó convertido el pesado vehículo todavía sigue en el lugar, mientras los vecinos de las casas afectadas esperan que el propietario de la unidad les ayude a resarcir los daños.

Sin embargo, a los familiares de Héctor Wilfredo Pereira Cálix (21) y Nehemías Eliath Aguirre Espinal (40), las víctimas mortales del hecho, nada les podrá devolver la alegría, que en cuestión de segundos se tornó en horror y dolor.
Los parientes de Héctor Wilfredo todavía se muestran incrédulos sobre la tragedia.

El pasado viernes, el muchacho salió temprano de su casa rumbo a su trabajo y un olvido lo hizo regresar por su celular, pero lo que encontró fue la muerte.

El joven trabajaba como mecánico en un taller en Residencial Honduras. Una prima de la víctima dijo que su pariente salió temprano a trabajar, pero como había olvidado su teléfono celular regresó en la tarde y en el momento en que se dirigía a su casa fue arrollado por el pesado vehículo.

La joven relató que el muchacho fue criado por su abuela Ninfa Cálix, ya que desde que era pequeño su madre se fue a vivir a Estados Unidos.

El otro fallecido, Nehemías Eliath, trabajaba como topógrafo de la Municipalidad del Distrito Central.

Los vecinos y familiares de la víctima, residentes también en la colonia Villa Nueva, a unas dos cuadras en donde se produjo el accidente, dijeron que el propietario de la rastra se ha hecho cargo de los costos del velatorio y entierro de las víctimas del accidente.

También se habría comprometido a reponer los daños provocados a los propietarios de los vehículos y dueños de las viviendas dañadas. “Él vino y les dijo que iba a costear todos los gastos, se disculpó y dijo que iba a buscar el cementerio para enterrar a los dos muertitos del accidente”, dijo una de las vecinas de la familia de la víctima.

Los dueños de las viviendas dañadas siguen dando gracias a Dios por haber protegido sus vidas.

Sandra Coello es dueña de la primera casa donde impactó la rastra. “Aquí en mi casa gracias a Dios estamos a salvo; solo hay daños que cubrir y espero que el dueño de esta compañía nos cumpla”, manifestó la señora.

Su vivienda presenta destrucción en el muro frontal y portón de acceso.

Jefry López, otro de los vecinos con su vivienda dañada, tuvo que pasar la noche como vigilante debido a que la rastra le derribó el muro.


“Estoy agradecido con Dios porque no nos pasó nada, pero la rastra dejó muchos daños en mi casa y hay que reparar”, expresó el joven.