NUEVA YORK. Noviembre y diciembre son el equivalente al ‘fin de semana’ del año y ambos meses están saturados de eventos artísticos de toda índole. Estas presentaciones son de muchísimo beneficio para todos ya que nutren la cultura de nuestras comunidades. Sin embargo, dada la gran cantidad, muchas pasan desapercibidas a pesar de su increíble importancia. Por esta razón y antes de que el año termine es necesario hacer una reseña sobre un concierto inolvidable en el cual el talento hondureño estuvo presente.
Noviembre fue un mes extraordinario en el mundo de la música en la ciudad de Rochester en el estado de Nueva York y más específicamente para la Universidad de Nazareth la cual está celebrando cien años de su fundación.
Durante todo el año lectivo se han presentado muchísimas actividades culturales y académicas que celebran este hito de su historia. Uno de los eventos más importantes y más esperados fue el concierto de la orquesta sinfónica: El jueves 21 de noviembre el violinista de fama mundial Maxim Vengerov tocó de solista con la orquesta.
¿Pero quién es Maxim Vengerov? En el mundo de la música clásica este virtuoso no necesita introducción, pero para que el público en general pueda entender, se podría decir que es el Zeus en el mundo de los violinistas; o si usamos un símil de fútbol, Vengerov es el Messi del violín.
Agendar a un artista de tal calibre no es fácil y se tiene que organizar con meses de anticipación. Para una orquesta universitaria, el primer paso es presentar el proyecto a las autoridades académicas respectivas con un plan de acción que incluye presupuesto, programación completa, y capacidad orquestal.
En la Universidad de Nazareth, esta responsabilidad recayó en Raúl Munguía, cuyo título en la facultad es ‘Director of Orchestra and String Studies’ (Director de Orquesta y del Área de Instrumentos de Cuerda).
Raúl Munguía es un músico hondureño egresado de la Escuela de Música Victoriano López y que continuó sus estudios universitarios en los Estados Unidos. Fue el Director de la Orquesta de la Universidad de Pittsburg en Kansas por once años, y desde agosto del 2023, ha tomado la dirección de la orquesta de la Universidad de Nazareth.
Al presentar el proyecto de Maxim Vengerov al decano de las artes, la respuesta fue “¡Maestro Munguía, hagamos esto realidad!” e inmediatamente fue aceptado con muchísimo entusiasmo ya que una estrella musical de tal magnitud vendría no sólo a enriquecer a los estudiantes de música de la universidad sino también al mundo musical de la ciudad entera.
Con todo ya aprobado, el siguiente paso es comenzar los ensayos y es aquí en donde se presenta un problema frecuente en varias orquestas, la cantidad de músicos en el ensamble. Si el programa a presentarse es Mozart o Haydn, con una orquesta mediana, es suficiente. Pero el programa para este concierto incluirá música de Sibelius y Rachmaninoff, compositores cuyas obras exigen una sinfónica imponente. La orquesta sinfónica de Nazareth requerirá expandir su personal.
Y es aquí en donde el Maestro Munguía invita a unirse a la orquesta a los profesores de la facultad de música, a los ex alumnos de la institución, y muy especialmente, a los músicos de Honduras.
Es indiscutible que en nuestro país hay talento, sin embargo, las oportunidades de proyectarse a nivel internacional son muy escasas. Desde el 2015 el Maestro Munguía ha extendido la invitación a sus colegas hondureños para formar parte de los conciertos de gala. Esto permite que la orquesta universitaria se expanda y al mismo tiempo que músicos de Honduras experimenten la vida artística fuera del país.
Al vivir el día a día del ambiente musical de Estados Unidos los invitados intercambian ideas musicales, se empapan de nuevas técnicas instrumentales, crecen musicalmente como ensamble y como instrumentistas; absorben nuevos métodos de enseñanza, y regresan a nuestro país a crear un impacto cultural que favorece a los estudiantes bajo su tutela.
En ocasión del concierto de noviembre, veinte músicos viajaron de Honduras a Rochester representando a las orquestas e instituciones académicas en donde trabajan o estudian. Entre ellos, Franklin Rodríguez, concertino de La Orquesta Sinfónica de la Victoria; Daniel Obando, subdirector del Conservatorio Nacional de Música Ramón Diaz Zelaya; Kathia Rivera, violinista principal de la Orquesta de Cámara Vivaldi; Ingrid Reyes, profesora de viola de La Escuela Nacional de Música, Ileana Guevara, profesora del Centro de Estudios Musicales JMR; Fernando Lanza, violista en la Orquesta Filarmónica de SPS.
Además se unieron músicos hondureños que están estudiando en EEUU y el director de la Camerata San Carlos de Costa Rica, Andrey Perez. Llegaron directo a la semana de ensayos que a su vez se utilizó para intercambio cultural.
La Dra. Denissa Rivas de Munguía, quien imparte la materia de Música del Mundo en la universidad, invitó a la Lic. Ileana Guevara a dar una clase de Xique. Por una hora entera los estudiantes estadounidenses, ataviados con bufandas que simulaban las faldas tradicionales, aprendieron nuestro baile nacional.
Dos días después, el grupo de hondureños (y su colega costarricense) acudiendo a una invitación por el área de Estudios Hispanoamericanos, presentaron un concierto de música Hispana, en la cual se incluyeron piezas tradicionales de Honduras. La decana, la directora del programa, y los estudiantes que asistieron al concierto, quedaron impresionados con los ritmos de nuestra música.
Cabe decir que no todo fue trabajo durante esta visita. Aun con una agenda saturada de ensayos y presentaciones, siempre se encontró un momento para compartir entre catrachos y celebrar ‘en combo’ los cumpleaños de todos, desde agosto a diciembre, incluso la comida típica hondureña figuró en las reuniones.
Es de destacar que durante la semana, Maxim Vengerov impartió clases maestras a las cuales asistieron músicos de toda la ciudad y de la región. Observar a un virtuoso del violín en capacidad de pedagogo, amplía la visión de enseñar a las nuevas generaciones. Transmitir conocimientos a estudiantes requiere un nivel diferente de discernimiento musical que va más allá de tocar con excelencia un instrumento.
Pasadas las clases y ya en ensayos generales, la colaboración entre el solista, el director, y la orquesta fue sumamente importante para lograr una ejecución de impacto. Y Maxim, al llegar al ensayo, saludar, y dirigirse con actitud de compañerismo a la orquesta, no solamente reflejó su calidad de ser humano sino que también creó un estrecho nexo de fraternidad con los músicos.
El día del concierto los estándares se elevaron más que nunca. El programa abrió con la “Fanfarria Para un Hombre Común”, de Aaron Copland. Seguidamente se tocó la premier mundial de la pieza “Entering the Atmosphere” del compositor Maxwell Ruscio cuya Alma Mater es la universidad de Nazareth. Seguidamente se ejecutó el impresionante concierto para piano No. 2 de Sergei Rachmaninoff, por la solista rusa Polina Osetinskaya.
El intermedio de quince minutos dio suficiente tiempo para que tanto la orquesta como la audiencia se preparasen para el plato fuerte de la noche: El concierto para violín y orquesta en Re menor de Jean Sibelius.
Un silencio expectante reina en el auditorio. Las puertas del escenario se abren y entra Maxim Vengerov seguido del Maestro Munguía. La audiencia los recibe con un aplauso efusivo. A continuación, con una mirada de camaradería entre solista, orquesta, y director, la batuta delinea el primer pulso y la magia de Sibelius comienza. Maxim ejecuta su violín Stradivarius con una destreza y musicalidad exquisitas. Por media hora su hipnotizante interpretación envuelve a cada oyente con melodías y armonías que tocan el alma.
¡Una ejecución sublime! Con un fortissimo, el último acorde marca el final del concierto y todos los presentes explotan en una ovación clamorosa. Maxim se dirige al Maestro Munguía y juntos saludan al público. Hacen un gesto a la orquesta para que todos de pie reciban las demostraciones de elogio de la complacida audiencia.
¡Qué orgullo experimentar ese momento! Hondureños compartiendo el escenario con el virtuoso del violín más reconocido del mundo. Estas son las oportunidades en que nuestro talento brilla más que nunca.
Fue un concierto inolvidable. La Universidad de Nazareth y la ciudad de Rochester todavía sienten la efervescencia del evento. Las repercusiones culturales siguen impactando a todos no solo a nivel local sino también a nivel internacional. Los músicos hondureños no solamente vinieron a formar parte de la orquesta, sino que cada uno fue un embajador cultural de nuestro país. Se llevan consigo la experiencia de acompañar a Maxim Vengerov y también una miríada de ideas artísticas que enriquecerán a sus estudiantes y colegas de regreso a casa.
A Raúl Munguía muchos en Honduras le han preguntado ‘¿Por qué haces estos proyectos?’ y la respuesta es siempre la misma, “Para mi es un placer ayudar a expandir los horizontes, las posibilidades y oportunidades musicales de mis colegas músicos. El éxito se comparte.”
- Créditos de Denissa Rivas