La educación como motor de cambio social y cultural ha sido, desde hace décadas, uno de los pilares de transformación en Latinoamérica. En ese escenario, el hondureño Jorge Raúl Maradiaga Chirinos se posiciona como una figura clave a nivel internacional, liderando desde España proyectos que buscan formar ciudadanos críticos, inclusivos y comprometidos con el desarrollo sostenible.
Docente e investigador con experiencia en América, Europa y Asia, Maradiaga ha participado recientemente en una investigación global financiada por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, enfocada en buenas prácticas educativas con base en el enfoque de capacidades de Martha Nussbaum, que busca formar ciudadanos capaces de vivir de manera plena y autónoma, priorizando la justicia social y la dignidad humana. Este estudio ha analizado modelos educativos híbridos y virtuales, desarrollando metodologías innovadoras que combinan tecnología y pedagogía inclusiva para afrontar los retos de un mundo en constante cambio.
Hoy conversamos con Jorge R. Maradiaga, profesor e investigador hondureño con amplia proyección internacional. Reconocido por su labor en la transformación educativa y su participación en proyectos de investigación multiculturales, el destacado compatriota comparte con nosotros su experiencia en esta reciente investigación global y su visión sobre cómo la educación, la tecnología y la innovación pueden contribuir a formar ciudadanos responsables y comprometidos con un futuro sostenible.
1. ¿Qué sintió al saber que formaría parte de un proyecto internacional tan relevante para la educación y el desarrollo sostenible, representando a Honduras en una red de universidades de diferentes continentes?
Me llenó de alegría, orgullo e inspiración saber que formaría parte de un proyecto internacional tan significativo para la educación y el desarrollo sostenible. Representar a Honduras en una red de universidades de diferentes continentes es un honor profundo, pero también una gran responsabilidad. Desde el inicio fui consciente de que este rol implicaba no solo contribuir académicamente, sino también visibilizar el talento, la capacidad y el compromiso que existe en nuestra región para liderar procesos de transformación educativa con impacto global. Este tipo de iniciativas demuestran que, desde América Latina, también podemos aportar soluciones innovadoras y sostenibles a los retos del mundo actual.
2. El estudio en el que participó analiza 13 capacidades fundamentales para preparar a los estudiantes frente a los desafíos del futuro. ¿Cuál de estas capacidades considera más urgente desarrollar en América Latina y por qué?
Una de las capacidades más urgentes de desarrollar en América Latina, especialmente en Honduras, es la accesibilidad y usabilidad de los entornos digitales de aprendizaje. La pandemia evidenció grandes brechas tecnológicas que afectan la equidad y calidad educativa. También estamos investigando, junto al Tecnológico de Monterrey, cómo el uso de inteligencia artificial influye en el pensamiento crítico y la resolución de problemas, habilidades esenciales en un mundo en constante transformación.
Además, no podemos ignorar el impacto del bienestar emocional y físico en el aprendizaje, ya que problemas como la ansiedad, depresión y obesidad están en aumento y afectan directamente el desempeño académico. Estas capacidades deben abordarse de forma integrada para formar ciudadanos que no solo se adapten al futuro, sino que estén preparados para transformarlo con tecnología, pensamiento crítico, salud integral y responsabilidad social.
3. Su trayectoria lo ha llevado a colaborar con universidades en Europa, Asia y América Latina. ¿Cómo ha influido esta experiencia internacional en su manera de entender la educación y la innovación pedagógica?
Esta experiencia internacional me ha permitido comprender que la educación, más allá de las fronteras, debe ser flexible, contextual y profundamente humana. Aunque las realidades culturales, tecnológicas y socioeconómicas difieren entre Europa, Asia y América Latina, los desafíos educativos tienen una raíz común: la urgencia de formar personas capaces de pensar críticamente, adaptarse a entornos cambiantes y convivir en sociedades diversas.
Colaborar con instituciones de distintos continentes me ha dado una perspectiva más amplia sobre cómo la innovación pedagógica no consiste únicamente en integrar tecnología, sino en diseñar experiencias de aprendizaje más inclusivas, colaborativas y centradas en el desarrollo integral del estudiante. También me ha permitido entender, desde la práctica, los desafíos concretos que enfrentan los docentes en distintos contextos, así como las necesidades reales de los estudiantes en su proceso de aprendizaje.
Esta visión global ha reforzado en mí la importancia de desarrollar capacidades clave como el pensamiento crítico, el manejo de emociones, la accesibilidad digital y el compromiso social. Es precisamente lo que impulsamos desde los proyectos internacionales en los que participo: conectar tecnología, pedagogía y desarrollo humano para crear una educación más equitativa, sostenible y con sentido.
4. El proyecto aborda la educación híbrida y virtual, un gran reto durante y después de la pandemia. Desde su perspectiva, ¿cómo pueden la tecnología y la inteligencia artificial mejorar la calidad y la equidad en la educación superior?
La tecnología y la inteligencia artificial tienen un enorme potencial para mejorar tanto la calidad como la equidad en la educación superior, especialmente en contextos como América Latina, donde las desigualdades estructurales aún limitan el acceso a una formación de calidad. Sin embargo, su impacto positivo solo se alcanza si se implementan con una visión pedagógica clara, ética y centrada en el estudiante. Desde mi experiencia en proyectos internacionales como los que he desarrollado junto al Tecnológico de Monterrey y universidades en Europa y Asia, he aprendido que la verdadera innovación no está solo en el uso de herramientas digitales, sino en cómo estas permiten crear entornos de aprendizaje más accesibles, personalizados y humanizados.
Por ejemplo, el uso de la inteligencia artificial puede facilitar el seguimiento del progreso de los estudiantes, adaptarse a sus estilos de aprendizaje, y apoyar a los docentes en la toma de decisiones pedagógicas más informadas. Pero también es importante garantizar que esos entornos digitales sean accesibles y usables para todos. Además, hemos identificado que el desarrollo del pensamiento crítico y la resolución de problemas se vuelve aún más urgente en esta era tecnológica, donde los estudiantes no solo consumen información, sino que deben aprender a interpretarla, cuestionarla y transformarla en conocimiento útil para su entorno.
En definitiva, la tecnología y la IA no deben ser vistas como un fin en sí mismas, sino como medios para fortalecer el aprendizaje significativo, cerrar brechas de acceso y construir una educación más justa, inclusiva y preparada para los desafíos del presente y del futuro.
5. A lo largo de su carrera ha dirigido y revisado más de 250 tesis de maestría, formando a cientos de profesionales. ¿Qué es lo que más le enorgullece de su rol como mentor y formador de nuevas generaciones?
Lo que más me enorgullece de mi rol como mentor y formador es haber acompañado a cientos de profesionales en su proceso de crecimiento académico, personal y profesional, y ver cómo hoy muchos de ellos están liderando proyectos transformadores en sus organizaciones y comunidades, tanto en Honduras como a nivel internacional. Cada tesis o trabajo final representa no solo un logro académico, sino una contribución concreta a los desafíos del entorno, y muchas de esas ideas han trascendido el aula para convertirse en soluciones reales.
He tenido el privilegio de guiar más de 250 trabajos en programas de maestría como Gestión de Proyectos, Tecnologías de la Información, Servicios de Salud, Negocios, Finanzas y Dirección Empresarial, entre otros. En estos espacios he podido presenciar la capacidad creativa y el compromiso de los estudiantes con la transformación de sus sectores. Algunos de estos proyectos han sido presentados en congresos internacionales, otros han recibido premios en eventos nacionales de investigación, y varios han sido parte de iniciativas de impacto global. Ver cómo una idea académica se convierte en una propuesta de valor que mejora procesos, servicios o vidas es la mayor recompensa que uno puede recibir como educador.
Me llena de orgullo saber que, desde este rol, estoy contribuyendo a formar líderes con visión global, sensibilidad social y la capacidad de generar cambios sostenibles en distintos sectores. Esa es, para mí, la esencia de la educación transformadora.
6. En un campo tan competitivo como la investigación científica, ¿qué valores y aprendizajes de su vida en Honduras han sido esenciales para destacar y proyectarse a nivel internacional?
Lo primero que ha guiado mi camino en la investigación y en la vida es el conocer a Dios y tener el propósito de servirle a través de mi vocación. Esa base espiritual me ha dado claridad, fortaleza y un sentido profundo de propósito. A eso se suman los valores que aprendí en Honduras: la resiliencia, la humildad, el compromiso con los demás y la capacidad de avanzar incluso con recursos limitados.
Estos principios me han permitido destacar y colaborar a nivel internacional, siempre con la convicción de que desde nuestra región también se puede generar conocimiento que transforme vidas. Representar a Honduras en estos espacios es para mí un privilegio, pero sobre todo una responsabilidad de dejar huella con integridad y servicio.
7. Mirando hacia el futuro, ¿cómo imagina que la educación para el desarrollo sostenible y la innovación tecnológica pueden transformar la manera en que formamos ciudadanos responsables en Iberoamérica?
Creo firmemente que la educación para el desarrollo sostenible, unida a la innovación tecnológica, tiene el potencial de transformar la forma en que formamos ciudadanos en Iberoamérica. No se trata solo de integrar tecnología, sino de enseñar con propósito: desarrollar pensamiento crítico, compromiso social y conciencia ambiental. Cuando estas herramientas se aplican con una visión ética y humana, pueden cerrar brechas, personalizar el aprendizaje y formar líderes con identidad local y visión global. la Iberoamérica que imagino: una región donde la educación no solo reacciona a los problemas, sino que anticipa soluciones, formas líderes éticos y pone el conocimiento al servicio del bien común.
8. Finalmente, ¿qué mensaje le diría a los jóvenes hondureños que sueñan con desarrollarse profesionalmente en el ámbito de la investigación y aportar soluciones a los retos locales y globales?
A los jóvenes hondureños que sueñan con desarrollarse en la investigación, les diría que crean en su potencial y en el propósito que Dios puede poner en sus vidas. Desde Honduras también se puede generar conocimiento valioso, liderar proyectos con impacto y aportar soluciones reales a los retos locales y globales. Mi experiencia me ha demostrado que no importan las limitaciones del contexto cuando se tiene pasión, perseverancia y valores sólidos. La resiliencia, el compromiso con el bien común y una formación con sentido ético pueden abrir puertas en cualquier parte del mundo. Hoy más que nunca, el país necesita jóvenes con visión, con pensamiento crítico, con sensibilidad social y dispuestos a poner la ciencia al servicio de los demás.
No tengan miedo de aspirar a espacios internacionales, de innovar, ni de transformar su realidad desde la educación, la tecnología y la sostenibilidad. Honduras necesita investigadores que no solo acumulen conocimientos, sino que los traduzcan en esperanza y transformación para su gente.
Perfil biográfico de Jorge Maradiaga
Jorge Raúl Maradiaga Chirinos es un académico hondureño con destacada proyección internacional en las áreas de ingeniería informática, inteligencia artificial e innovación educativa. Graduado Cum Laude en Ingeniería Informática por la Universidad Católica de Honduras, obtuvo una maestría en Investigación en Ingeniería de Sistemas y Procesos Industriales, con especialización en robótica, por la Universidad de Valladolid, España.
Actualmente es profesor e investigador en la Universidad Loyola de Andalucía, en el área de Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial, y docente de posgrado en la Universidad Tecnológica Centroamericana (UNITEC), donde ha sido reconocido como “Profesor Transformador”. Ha dirigido o revisado más de 250 tesis de maestría y ha colaborado con centros académicos en Europa, Asia y América Latina, incluyendo estancias de investigación en el Tecnológico de Monterrey, México.
Hizo estancias en grupos de investigación como AREA HUM 672, LEADER SEJ 604 y RITE SEJ 607, y es miembro activo de la Red Iberoamericana de Liderazgo y Prácticas Educativas (RILPE). Sus investigaciones abordan la integración de tecnología, educación y desarrollo humano, y han sido publicadas en revistas científicas indexadas como Journal of E-Learning and Knowledge Society.
Entre sus proyectos más relevantes se encuentran estudios sobre sostenibilidad educativa, aprendizaje con inteligencia artificial, impacto del ChatGPT en la educación superior y programas para menores en contextos vulnerables. Su trabajo ha sido recientemente reconocido por medios internacionales en Europa y México por su aporte a la transformación educativa en Iberoamérica.