Frente a lecturas más habituales como la relación de Picasso con Francia, la nueva exposición temporal que inaugura hoy el Museo Picasso de Málaga explora la vinculación del artista malagueño con Alemania, el primer país que compró y coleccionó cubismo, en la primera mitad del siglo XX.
En total, se exponen casi medio millar de objetos, entre ellos 75 obras de Picasso y más de un centenar de autores como Max Beckmann, Heinrich Campendonk, Lucas Cranach el Joven, Lucas Cranach el Viejo, Otto Dix, Max Ernst, Frans Francken, George Grosz, Hannah Höch, Wassily Kandinsky, Ernst Ludwig Kirchner o August Macke.

La influencia de Picasso en ellos fue relativa, quizás fue de algún modo, metafóricamente, un enemigo a batir, una figura y una obra muy poderosa, sobre todo la cubista, y una referencia peligrosa por su potencia y su capacidad', ha afirmado el director artístico del Museo Picasso y comisario de la exposición, José Lebrero.
En el sentido contrario, parece que a Picasso no le interesaron demasiado estos artistas, 'porque estaba ocupado en sus cuestiones y había además una diferencia generacional', según Lebrero.
Sí interesaron vivamente al malagueño los maestros antiguos alemanes, ya en los años 50 y 60, cuando hizo una serie de grabados 'que coinciden con la manera de interpretar de Warhol diez años después'.
Este recorrido histórico arranca en torno a 1905, cuando una pintora alemana entonces desconocida, Paula Modersohn-Becker, viaja a París y coincide allí en el tiempo con Picasso, quien en aquellos años estaba ya 'cocinando' el cubismo.
La exposición comienza con la confrontación de sendas piezas de ambos que apunta una 'cercanía formal' entre Modersohn-Becker y Picasso, que no se conocieron personalmente, aunque sí pudieron hacerlo a través de sus respectivas obras.