“Cuando se quiere ayudar no existen barreras”. Este es uno de los lemas de Robert Schwager, un estadounidense que lleva más de 15 años dibujando sonrisas en los pequeños de San Pedro Sula y otras ciudades del país, obsequiando juguetes.
La idea nació en 1998, cuando el huracán Mitch dejó sin hogar a miles de familias.
“Yo miraba por la televisión lo que había pasado y me puse a pensar de qué manera podía ayudar a darles alegría a esos niños. Les conté a algunos amigos sobre mi deseo de regalar juguetes en
Honduras durante la época de Navidad y se animaron.
Así fue como comenzamos”, contó. El buen samaritano dice que otra de las razones por las que decidió emprender el proyecto de solidaridad fue porque vivió algo similar cuando un huracán afectó la ciudad de Galveston en el estado de Texas, EUA, donde él vivía.
En esa ocasión murieron muchas personas. “Logramos el primer año con mis amigos Spacy Perry y Ray Cunningham recolectar más de 2,000 dólares para comprar juguetes para niños en San Pedro Sula”. Con el paso de los años, lo que inició con las buenas acciones de un grupo de amigos creció. Se adhirieron muchas personas de distintas partes de Estados Unidos, entre ellos hondureños que residen allá.
Hoy son reconocidos como la Fundación Toys for Central America, en Houston. Todo el año trabajan fuertemente para reunir dinero y comprar los juguetes que serán regalados.
El grupo sale de Estados Unidos el 14 de diciembre a los países que visitan, entre ellos Honduras, Guatemala y Belice, y regresan un día antes de la Navidad. “Muchas compañías se han unido a la causa, como United Airlines, antes Continental Airlines, tiendas Diunsa de Honduras y el hotel Marriott.
Además hemos contado con la ayuda de los profesionales de la universidad de Texas A&M y, sumado a eso, los miembros del grupo hacemos actividades para, cuando llegue la temporada de las fiestas, tenerlo todo listo. En las últimas ocasiones hemos recogido más de 110 mil dólares. Al conocer las necesidades de la gente, decidimos comprar no solo juguetes, sino leche en polvo, medicinas y ropa para los bebés”.
En Honduras visitan San Pedro Sula, El Progreso, La Lima, Tegucigalpa y Santa Bárbara. “Buscamos centros como hospitales, escuelas e iglesias para que nos digan dónde están las familias más desposeídas”, dijo Robert. Tienen unos 150 donadores, que cooperan con aportaciones que van desde 100 dólares hasta 2,500.
“Toda la ayuda es bienvenida. Lo importante es darles un presente a los niños.
Esto ha crecido fuertemente porque lo hacemos con gusto. Sabemos que demanda tiempo, pero es más grande el deseo de dar”. Al preguntarle a Schwager qué sentimiento le despierta ver las sonrisas de los niños luego de que les entrega los presentes dijo: “Siento que les damos esperanza, ejemplo de fe, de que hay buena gente en el mundo”. Cree que hoy paga la ayuda que un día esos niños le podrían a brindar a él: “Uno nunca sabe cuándo tendrá necesidad y por eso hay que aprender a darle al prójimo”.