Octubre de 2017 marcó un momento histórico para la Capital Industrial. Ese mes se cerró, clausuró y demolió el centro penal sampedrano, tras haber operado durante seis décadas en el barrio Cabañas.
El cierre representó un cambio significativo para la región, especialmente para los habitantes de San Pedro Sula, quienes fueron testigos de innumerables masacres, incendios, motines y hechos violentos que aún permanecen en la memoria colectiva de más de una generación.
Con la demolición del penal, la esperanza y la vida regresaron a los barrios aledaños, donde hoy funcionan modernas plazas. El comercio creció y la seguridad mejoró. Sin embargo, ocho años después, los pobladores se sienten engañados. Las autoridades prometieron desarrollar un proyecto en beneficio de la juventud y de la ciudad en el predio donde funcionó la cárcel, pero la promesa sigue sin cumplirse.
En un inicio se propuso el proyecto “Zeus”, que consistía en un distrito de emprendimiento, cultura, tecnología e innovación, con una inversión estimada de 200 millones de lempiras. No obstante, la pandemia de covid-19 y las tormentas Eta y Iota provocaron que los fondos fueran redirigidos.
Proyectos proúestos por alcalde pasaron de lejos
Durante el inicio de la actual administración, Roberto Contreras, alcalde de San Pedro Sula, propuso la construcción de un hospital materno-infantil, pero la idea no se concretó. El Gobierno central no traspasó el predio a la municipalidad, por lo que este sigue bajo dominio del Estado. Para evitar que el terreno se convirtiera en basurero, la comuna lo cercó con láminas.
Más recientemente, este año, la Comisión Nacional de Deportes (Condepor) anunció con gran expectativa la construcción de un complejo deportivo como parte del Plan Nacional de Recuperación de Espacios Públicos, pero hasta la fecha todo ha quedado en promesas.
Las autoridades municipales afirman que han solicitado el traspaso del predio, pero este aún no se ha realizado.
Por su parte, Alexa Solórzano, gobernadora política de Cortés, confirmó que el terreno sigue siendo propiedad del Estado. Añadió que, aunque se han mencionado varios proyectos, ninguno se ha concretado.
Una realidad olvidada. El terreno sirve como estacionamiento para conductores que tienen negocios en las cercanías. También es utilizado como pista de aprendizaje para quienes desean aprender a conducir, e incluso algunos lo usan como botadero de basura.
Todavía quedan en pie algunos muros del antiguo penal, vestigios que sirven como recordatorio de lo que alguna vez funcionó ahí. Pero también son símbolo del abandono estatal y de las promesas incumplidas. Para avanzar, el primer paso es el traspaso formal del terreno a la ciudad, un trámite que permanece pendiente.
Norma Menjívar, residente en el barrio Cabañas, comenta que la vida mejoró tras el cierre del penal. Sin embargo, lamenta los constantes engaños, pues han pasado ocho años y el predio sigue en el abandono, a la espera de voluntad política.
