Con una jornada de sensibilización y poderosos testimonios, el Centro de Rehabilitación Orquídea Blanca del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), conmemoró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad este miércoles 3 de diciembre.
Para muchos pacientes, el encuentro representó un espacio de reflexión, un recordatorio de que se puede salir adelante y que detrás de cada sesión de terapia hay una vida que se rehace paso a paso.
Una de esas voces fue la de Diosana Castillo, de 43 años, quien a los 23 años sufrió una lesión medular producto de un hecho violento que cambió su vida por completo, su rutina y sus planes a futuro.
Desde entonces, su proceso ha sido constante y, aunque no ha sido fácil, asegura que en este lugar ha encontrado las herramientas necesarias para reinventarse.
Hoy, Diosana suma diez años trabajando en la Municipalidad de San Pedro Sula, en el área de recepción. Su presencia allí es, para ella, una demostración personal de que las oportunidades pueden abrirse incluso en escenarios adversos o inesperados.
“Mi experiencia en el centro de rehabilitación ha sido maravillosa. La atención ha sido eficiente en todas las áreas: fisiológica, psicológica y emocional. Desde el personal de limpieza hasta los médicos, siempre me han tratado con respeto y cariño”, expresó.
A quienes atraviesan situaciones similares, les dice que no teman buscar ayuda. “Vengan, ábranse a las oportunidades que brinda este centro. La rehabilitación no solo es un proceso físico, también es emocional. Aquí uno encuentra apoyo”, dijo.
Otra de las historias que marcó la jornada es la de Felipe Díaz, cuya vida cambió de manera abrupta en 2009, luego de sufrir un accidente de tránsito que le ocasionó la pérdida de la movilidad de sus piernas.
Felipe compartió que en el centro encontró el acompañamiento para enfrentar un proceso que describe como “muy duro" para un joven que comenzaba su etapa laboral.
“La atención es muy buena, me recibieron con cariño, y eso es muy importante, porque uno necesita sentirse valorado, que le recuerden que uno importa”, afirmó.
Reconoció que la rehabilitación no es un camino rápido ni sencillo, pero insistió en que el primer paso para avanzar es aceptar su condición, su nueva realidad, sin caer en la desesperanza.
A quienes viven un proceso parecido, Felipe les envió un mensaje de aliento: “Échenle ganas. No importa la condición o la discapacidad. Con la ayuda de Dios se puede salir adelante”, dijo. Sus palabras resonaron entre quienes escuchaban, no como discurso motivacional, sino como una verdad nacida de la experiencia.
Por su parte, la doctora Paola Ochoa, gerente del centro, explicó que a diario reciben entre 300 y 500 personas llegan en busca de atención, acompañamiento y, sobre todo, una nueva oportunidad.
La mayoría enfrenta secuelas de accidentes de tránsito, un problema que se ha incrementado en los últimos años, especialmente por los incidentes en motocicleta que afectan a personas en edad laboral.
Ochoa destacó que el centro Orquídea Blanca cuenta con un equipo multidisciplinario, integrado por médicos fisiatras, terapeutas, ortopedas, psicólogos, personal de enfermería y especialistas en medicina del trabajo, que buscan "ofrecer una rehabilitación humana, integral y basada en la dignidad".
Para ella, el Día Internacional de la Discapacidad debe servir para recordar que la inclusión empieza por reconocer las capacidades y el potencial de cada persona, así como crear conciencia acerca de la inclusión laboral.
Agregó que el centro de rehabilitación no solo brinda terapia, sino que contribuye a que cada paciente pueda reintegrarse a su entorno familiar, laboral y social.