De acuerdo con el libro “Memorias de un Sampedrano”, escrito por Gonzalo Luque, cuya copia preserva el Archivo Histórico Municipal, antes de 1912 las calles de la ciudad eran iluminadas con faroles de gas o queroseno.
En sus memorias, Luque relata que “había un farol en cada esquina y en algunas cuadras muy largas había uno en el centro, colocados en postes de madera como de 10 pies de altos”.
“Todas las mañanas salía el farolero con una escalera a las 6:00 am para apagar los faroles; más tarde salía con una carretilla de mano a limpiar los bombillos y llenarlos de gas”, narra el sampedrano.
“Por la tarde regresaba siempre con su escalera para encender los faroles con sus fósforos”, agrega Luque. Mientras que en las casas y negocios se usaban lámparas de colgar, con pantallas grandes y adornadas con colgantes de vidrio.
También había lámparas de mesa llamadas quinqué, con pantallas pintadas en variedad de colores y los candiles de lata con mecha que costaban dos reales.
Sin embargo, el sábado 30 de noviembre de 1912, se hizo la prueba e inauguración del alumbrado eléctrico en San Pedro Sula, a eso de las 3:00 pm. “Una tarde de gran regocijo para los sampedranos”, según cuenta Gonzalo Luque en su libro.
“Ese día la gran novedad fueron los rótulos con foquitos de la tienda de Luis Carón en el barrio El Benque, cuyas letras se encendían y apagaban con distintos patrones de movimiento”, añade.