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Descarga liquidó sus piernas, pero no su espíritu de trabajo

  • 10 enero 2020 /

Se secó las lágrimas después del accidente ocurrido hace cinco años y buscó otra actividad

    San Pedro Sula, Honduras.

    Aunque siente tristeza al recordar la época cuando se desplazaba por todos lados trabajando como albañil y pintor de brocha gorda, José Luis Mejía no perdió su amor por el trabajo después de aquel accidente que lo dejó en silla de ruedas.

    Fue precisamente mientras pintaba un edificio en El Progreso, Yoro, cuando una descarga eléctrica aniquiló sus piernas, pero en cuanto se recuperó buscó otra forma de ganarse la vida, pues ya no podía dedicarse a la pegada de bloques ni a rejuvenecer con sus brochazos las edificaciones.

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    Con una vieja máquina de coser que le regaló una amiga en San Pedro Sula y las ganas de salir adelante, aprendió a fabricar sandalias para mujeres en su casa de habitación enclavada en lo más alto del sector de Lomas del Carmen. Su compañera Daysi sacrificó sus ahorros para comprarle las hormas y algunos materiales para que se iniciara en aquel oficio que él desconocía por completo. Cuando se dio cuenta que nadie se lo enseñaría, le pidió a su mujer un par de sus viejas sandalias para desarmarlas y ver cómo estaban hechas.

    DATO
    Su hijo mayor de 18 años también contribuye a la economía de la casa elaborando productos de limpieza que vende en las casas y el comercio local.

    Así fue aprendiendo y vendiendo su producto en la vecindad. Todavía no se considera un experto en esas tareas, pero al menos se defiende para no dejarle toda la carga de la casa a su mujer. Hay tres hijos que mantener y ella no puede hacerlo solo con su trabajo de limpiar casas los fines de semana, según dice.

    En una gráfica del álbum familiar se le ve con su esposa y dos de sus hijos, antes del accidente causado por una descarga eléctrica. Fotos: Amílcar Izaguirre.

    Por suerte, ya José Luis había construido su vivienda en Lomas del Carmen antes de sufrir el percance que casi le cuesta la vida. Recordó que se encontraba, desde una terraza, pintando las paredes exteriores de un edificio comercial cuando el largo mango metálico de su rodillo rozó con los cables de alta tensión de la calle provocando la descarga.

    El corrientazo entró por el brazo izquierdo y explotó en ambas piernas. Cuando despertó estaba en una cama del hospital Mario Rivas con sus extremidades amputadas.

    IMPORTANTE
    La descarga lo lanzó hacia la terraza. Si hubiese caído a la calle, no estuviera contando la historia. Conserva en su brazo izquierdo las cicatrices de las quemaduras

    Su espíritu de trabajo lo puso de manifiesto desde que, siendo niño, se fajaba junto a su padre haciendo milpas y frijolares en una aldea de San Luis, Santa Bárbara, en donde nació.

    En su casa, enclavada en lo más alto de Lomas del Camen, tiene su pequeño taller.

    De allá se trasladó a San Pedro Sula en su adolescencia con la esperanza de encontrar mejores oportunidades de superación.

    En la ciudad se dedicó a la albañilería y al oficio de pintar casas con lo que se ganaba la vida hasta que una descarga cambió de golpe su existencia. Sin embargo, decidió hacerle frente, solo con sus brazos y su creatividad.