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El daño al río Blanco en San Pedro Sula es irreversible

  • 05 marzo 2019 /

Esperan que las autoridades comiencen a inspeccionar y a poner orden en el lugar

San Pedro Sula, Honduras

Areneras, pulperías, car wash, parqueos y otra variedad de negocios informales se han asentado en el bordo del río Blanco en los últimos meses.

El riesgo que corren las familias y el daño ambiental que están provocando en el sector mantiene preocupados a los pobladores de las colonias aledañas y a la sociedad en general.

La cantidad de basura que arrojan en el cauce es impresionante y la socavación en el lugar también.

El exvicealcalde Osmín Bautista dice que el impacto ambiental negativo y casi irreversible debido a la disposición tanto de desechos sólidos como líquidos es evidente en los 16 kilómetros de bordos existentes en la ciudad.

La situación se vuelve más compleja por el incremento vegetativo de las invasiones de gente que viene del interior del país con la expectativa de mejores oportunidades.
El ingeniero civil recordó que el estudio hidrogeológico realizado a inicios del siglo por una firma de ingeniería ambiental establece que el impacto en el acuífero de Sunseri con esto que está ocurriendo es grande.

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Basura y desechos de construcción tiraron en el cauce.
El 65% de agua que consumen los sampedranos es subterránea y este desorden en esta zona que bordea por el sector noreste el acuífero está causando un daño irreversible.
Aseguró que soluciones hay muchas, pero es imposible con solo los recursos de la ciudad.
“No podemos mandar mensajes equivocados cuando se pregona regalar viviendas a familias que viven en las zonas non aedificandi”, aseguró.

El presidente de la Fundación para el Desarrollo del Valle de Sula, Martín Mayorquín, dice que en un foro sobre vivienda social se exteriorizó la preocupación en relación con los desastres naturales porque, de acuerdo con el Global Climate Risk lndex, Honduras es uno de los tres países más afectados por las condiciones climáticas extremas, medidas por los eventos naturales que tuvieron lugar entre 1993 y 2013, teniendo las manifestaciones de estos eventos extremos una gran incidencia en la Zona Metropolitana del Valle de Sula.

Lo anterior significa que las personas que se están asentando en estos lugares no tienen conciencia de los riesgos que corren y el daño ambiental que causan. Los asentamientos informales carecen de acceso a servicios básicos y no tienen derechos de propiedad. La precariedad de la construcción va apareada con altos índices de hacinamiento, indicó.