"Muchos sampedranos nos dicen que no sabían que aquí vivía gente"

Allá por las torres de El Gallito hay un refugio en el Merendón con café, flores y aire puro a minutos de San Pedro Sula

Muchos sampedranos nos dicen que no sabían que aquí vivía gente
  • Actualizado: 31 de octubre de 2025 a las 22:48 /
San Pedro Sula, Honduras

Apenas hay que subir unos 45 minutos desde el calor sofocante de San Pedro Sula para descubrir un mundo distinto.

Allá arriba, donde el viento sopla fresco y las nubes parecen rozan con toda libertad los árboles, se encuentra Viveros y Cafetería Las Torres, el rincón que Miriam Bonilla y su esposo Edgar Ambrosio convirtieron en un punto de encuentro entre la ciudad y la montaña.

“Queríamos hacer algo sin volver a separarnos”, cuenta Miriam, recordando los días en que su esposo tuvo que emigrar. Con los pocos ahorros que traía de regreso, decidieron comenzar un pequeño negocio familiar vendiendo plantas y frutas nativas del Merendón.

Con el tiempo, y al ver que cada vez más personas subían a conocer “la montaña de San Pedro”, se les ocurrió ofrecer una taza de café caliente, justo lo que más apetece cuando el frío se cuela entre los pinos y entume los huesos de aquellos más acostumbrados al calor extremo.

Esta es la cafetería Las Torres y por estar muy cerca del bosque, el clima es heladito y delicioso. Ahí venden un rico chocolate artesanal y las mejores baleadas de la montaña.

Así nació la cafetería. Primero, una casita sencilla, una pequeña percoladora, pan casero y café artesanal. Hoy, Las Torres se ha convertido en una parada obligatoria para los que buscan escapar del calor y las prisas de la ciudad.

Miriam sonríe al contarlo: “Hay clientes que llegan sorprendidos, nos dicen que no sabían que aquí vivía gente, que creían que solo era montaña. Pero el Merendón es nuestra casa; nacimos aquí. No venimos a invadirlo, somos parte de él”.

Y es cierto. San Pedro Sula, más allá de su valle industrial, es también montaña. A tan solo 13 kilómetros del bullicio urbano, el clima cambia por completo: el termómetro baja de los 35 grados a temperaturas que en diciembre llegan a marcar apenas cinco. A veces, los teléfonos dejan de cargar por el frío.

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“Hay quienes suben sin abrigos y terminan temblando”, dice entre risas. En esas tardes heladas, Miriam y su equipo encienden fogatas, reparten chocolate y pan caliente. No hay grandes lujos, pero sí hospitalidad, ese calor humano que compensa el frío del aire.

Durante el reciente feriado morazánico, el lugar fue un hervidero de visitantes. “No dábamos abasto”, admite, “tuvimos que disculparnos con algunos clientes”. Aun así, la experiencia de subir, respirar aire limpio y rodearse de hortensias —esas flores que ahora son el ícono del Merendón— se ha vuelto irresistible.

Desde el mirador natural donde está su vivero, se pueden ver los campos floridos de doña Zoila y don Carmelo, los girasoles que brotan entre la neblina, las flores inmortales y las reinas margaritas que tiñen la montaña de color.

A solo 45 minutos de San Pedro Sula, Las Torres ofrece café, flores y naturaleza en un rincón acogedor del Merendón.

Miriam trabaja junto a mujeres que hornean pan artesanal, hombres que cultivan café y vecinos que producen pinol o verduras frescas. “No estamos solos, somos una comunidad que se levanta temprano todos los días para ofrecer algo bonito”, dice con orgullo.

La carretera hasta Las Torres está en buen estado, y aunque recomiendan subir en vehículo 4x4, muchos turistas llegan en carros turismo sin problema.

Para contactarlos

9664-9623

es el número de teléfono de Miriam Bonilla. Puede llamarla si necesita más información sobre su negocio y servicios en su cafetería y viveros.

Algunos lo hacen en familia, otros en excursiones, y no faltan los aventureros que suben en motos o carros modificados, recorriendo las rutas hasta Cuyamel y bajando luego hacia la playa. “Nos visitan desde Olancho, de Siguatepeque, incluso del extranjero”, cuenta.

Antes de despedirse, Miriam deja un mensaje que parece una invitación y una promesa: “El Merendón es San Pedro Sula. Está aquí, tan cerca, para todos los sampedranos que quieran conocerlo, disfrutarlo y cuidarlo. Solo pedimos que si suben, no dejen basura, y que vengan con ganas de respirar lo más bonito que tenemos: el aire puro de nuestra montaña”.

Una hortensia joven y otra en su camino a la madurez. Cada una de sus etapas es bella y por eso es una flor tan fotogénica.
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Jessica Figueroa
Jessica Figueroa
jessica.figueroa@laprensa.hn

Periodista de investigación, editora y cronista. Con 22 años en el periodismo escrito y multimedia. Con subespecialidades en diseño y edición gráfica e inteligencia artificial.