19/04/2024
12:32 AM

Testimonio de violación: Su pesadilla acabó cuando él misteriosamente desapareció

La sobreviviente de este abuso pidió omitir su nombre por seguridad, lo mismo que los datos de su esposo desaparecido.

San Pedro Sula

“Soy ama de casa, tengo modos de vida propios. Sufrí violencia doméstica y viví nueve años con el que fue mi esposo, de los cuales cinco fueron los más horribles de mi vida.Mi pesadilla comenzó cuando él se fue a beber con sus amigos y, aunque a veces yo lo acompañaba, esta vez fue distinto...”

Así comienza la historia de “Luci”, una mujer de estatura baja y de semblante triste, que llegó a la sala de redacción de LA PRENSA decidida a contar su historia para cerrar el más doloroso ciclo de su vida.

Aunque intentaba contenerse para no llorar, aguantó lo más que pudo. Una a una contó las agresiones que sufrió de manos del que un día creyó era el amor de su vida.

La primera vez que la golpeó fue delante de su hija y dos primos de la pequeña. Él la tomó del pelo y la bajó del carro en el que llevaba a los niños, luego de haberla corrido de su casa.

Además de casi ahorcarla, y golpearla delante de los menores, y decirle que la iba a matar con una pistola, la obligó a ponerse de rodillas para que le pidiera disculpas.

Al tiempo las agresiones no pararon, pero a comienzos de pandemia de covid-19, ella quedó embarazada.Este episodio acabó con el temple que intentaba mostrar. Él se rehusaba a que ella tuviera el bebé y quiso obligarla a abortar.

“Todavía siento que esto no lo he superado porque cada vez que lo hablo...”, dice al dejar de contener el llanto. “Él me dice que no, que no, que no lo quiere tener y me dice, no quiero que tengás al bebé. Lo odié porque cuando uno está con una persona lo que uno quiere es que se haga responsable. A veces los hijos no son planeados, pero toca hacernos responsables”.

Cuenta que ya había accedido al aborto, pero hablar del tema con una amiga y recordar sus principios la hicieron frenar.

“En plena pandemia yo no podía salir. Él empeoró en la bebida y no sé cómo hizo, pero compró un arma y cada vez que bebía, la sacaba y me amenazaba. Si no me hallaba en la habitación, y me escondía en otra, rompía la puerta para pelear conmigo. A veces uno cree que porque es pareja de alguien no es abuso sexual, pero abusaba sexualmente de mí, porque era a la fuerza. Me abusó estando embarazada”.

Y el ciclo de violencia fue empeorando. Aunque ella se iba de la casa, él la encontraba y la obligaba a volver.Con seis meses de embarazo dio el primer paso para tener evidencia y denunciarlo.Grabó con el celular sus agresiones, pero él observó aquello y se le fue a los golpes para quitarle el teléfono.

Ella intentó escapar, pero la alcanzó y la siguió golpeando. Su suegra, madre del agresor, al ver aquella escena, intentó ayudarla, pero también la golpeó. Y su hija mayor, de otro matrimonio, también quiso salvar a su abuela y también la golpeó...

Aunque la Policía llegó tras el escándalo, la logró evadir gracias a que tenía muchos amigos allí. Luego de eso, él intentó cambiar...Luego, el niño nació y estando convaleciente por el parto, que fue delicado, se enteró que él le era infiel y que esa relación tenía cuatro años.

La amante, estando aún en el hospital, la llamaba para decirle que mientras ella estaba grave y su niño estaba delicado, ella disfrutaba con su esposo. Esa fue la gota que derramó el vaso.

Cuenta que en medio de ese sufrimiento, le pidió a Dios de rodillas que hiciera algo para sacarla de ese ciclo doloroso. Un día, alertada por su suegra, llamó a su esposo y contestó otro hombre que solo le dice: “Usted ya sabe cómo se pone él de loco. Lo vamos a llevar para la casa, téngale sopa”.

“Después de eso no volvimos a saber de él, lo buscamos y nunca más lo encontramos. Él desapareció el 21 de marzo de 2021. Ha pasado año y medio. No sabemos si está vivo o está muerto. El carro desapareció”.

Rompe en llanto al sentirse culpable por haber pedido a Dios ayudarla a no vivir más esa vida y sigue sufriendo por no saber qué fue de él.

“Es feo decirlo, pero yo ahora duermo tranquila. Antes dormía con un ojo abierto y otro cerrado por miedo a que él me viniera a agredir. Ahora tengo paz. Duermo tranquila. Ahora me veo más bonita. Me siento otra persona, porque esa relación me estaba absorbiendo. Si está vivo, donde quiera que esté le diría que no regrese; y si ya no lo está, que sepa que ahora soy feliz sin él. Y que va a llegar un momento en el que lo voy a perdonar, no ahora. Él no me amaba”.