Gracias a Dios, Intibucá y El Paraíso, los más rezagados en acceso a electricidad
Tres municipios de Gracias a Dios con cero acceso a electricidad. Según el mismo Gobierno, este departamento enfrenta las mayores dificultades a la fecha

- 06 de mayo de 2025 a las 23:03 /
San Pedro Sula, Honduras.
Honduras enfrenta serios retos en materia de cobertura y acceso a electricidad, con profundas disparidades entre regiones urbanas y rurales. A pesar de los esfuerzos realizados por los gobiernos de turno en colaboración con organismos internacionales, la meta de una cobertura eléctrica universal aún no se ha alcanzado.Aunque se han invertido millones de lempiras en proyectos de electrificación en departamentos como Colón y Olancho, los datos más recientes reflejan que esos esfuerzos no han sido suficientes para eliminar las brechas.
Según cifras proporcionadas por autoridades de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee) a LA PRENSA Premium, Honduras habría alcanzado una cobertura eléctrica nacional del 87.67% a mayo de 2025, pero esta cifra no se puede verificar oficialmente, ya que la Secretaría de Energía no ha publicado un nuevo informe desde 2023.

La Enee atiende cerca del 99% de la demanda a nivel nacional. En Honduras, la electrificación de forma aislada surgió hacia finales de los 80, con la importación de módulos solares en Islas de la Bahía, mediante la importación de módulos fotovoltaicos de 30, 50 y 75 watts de capacidad promedio y con el entrenamiento de técnicos en el área rural para realizar instalaciones domiciliarias.
Expertos del sector energético advirtieron que, si bien los sistemas fuera de red ayudan, no sustituyen la necesidad de inversión pública robusta, planificación territorial y políticas de desarrollo rural integradas.
De acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Energía registradas hace dos años, había 2,204,358 viviendas con cobertura eléctrica y una tasa nacional de cobertura del 85.56%. Hoy, dos años después, el porcentaje se ha incrementado, pero los datos suponen que casi 300,000 hogares siguen sin electricidad.

Los últimos datos oficiales detallan que los departamentos con mayor desarrollo económico han alcanzado niveles altos de electrificación. Cortés, uno de los más poblados y desarrollados, mostró una alta cobertura del 96.23%, mientras que Francisco Morazán, sede de la capital, alcanzó una cobertura de 93.05%, y aunque los porcentajes son buenos, la cantidad de hogares sin energía seguía siendo preocupante. Ambos departamentos concentran la actividad industrial y de servicios del país, lo que impulsa la inversión en infraestructura energética.
Islas de la Bahía, aunque aislado geográficamente, presentó casi cobertura total, probablemente por turismo y bajo número de viviendas, fue el departamento con la mejor cobertura eléctrica del país, alcanzando un impresionante 98.45%. Este nivel lo posicionó como un modelo a seguir en materia de electrificación.
La cobertura de este departamento también se debe en parte a que el sistema eléctrico de las islas opera de manera aislada, sin conexión a la red nacional, y ha sido gestionado principalmente por empresas privadas.
Por ejemplo, en la isla de Guanaja, la empresa Bonacco Electric Company (Belco) fue responsable del suministro eléctrico hasta que la Enee intervino el sistema en 2024 debido a deficiencias en el servicio y tarifas elevadas. Esta intervención permitió la implementación del proyecto de electrificación rural en lugares aislados, que combina energía solar y térmica para mejorar la calidad del suministro y reducir costos.
En otras islas como Útila y Roatán, empresas privadas como Upco y Reco gestionan la generación y distribución de energía. Estas operaciones independientes han contribuido a una mayor cobertura eléctrica en el departamento. La falta de conexión a la red nacional también implica barreras, como la dependencia de combustibles fósiles y la necesidad de regulaciones específicas para garantizar un servicio eficiente y sostenible.
También destacaron Valle (91.09%) y Ocotepeque (89.40%), que, aunque menos poblados, lograron coberturas estables, posiblemente gracias a programas de electrificación rural más focalizados.
En el otro extremo, departamentos como Comayagua (78.73%), Santa Bárbara (81.16%) y Olancho (79.32%) se situaron en una zona crítica, con decenas de miles de hogares sin electricidad. Esta carencia limita el desarrollo local, afectando la educación, la salud y las oportunidades económicas en zonas rurales.
Yoro, Colón, Atlántida, Copán y Choluteca presentaron coberturas entre el 83% y 88%, pero el rezago fue más evidente en Lempira (70.90%), La Paz (73.79%), El Paraíso (76.04%) e Intibucá, donde las condiciones geográficas adversas y la dispersión poblacional dificultan la extensión de las redes eléctricas convencionales.
Gracias a Dios presentó un nivel alarmante de exclusión energética, con apenas una de cada ocho viviendas electrificadas y con solo 12.64% de cobertura, esta región representó el epicentro de la exclusión energética en el país. Esto significa que miles de viviendas seguían completamente desconectadas.
A medias
Si bien la cobertura eléctrica, entendida como la presencia de redes de distribución, es un indicador clave del desarrollo energético, no garantiza por sí sola que todas las viviendas estén conectadas al servicio. Por ello, el índice de acceso a la electricidad permite dimensionar con mayor precisión cuántos hogares realmente disponen del suministro eléctrico.
En este sentido, Islas de la Bahía se mantenía como el departamento más alto, alcanzando un 98.50%, lo que representó casi acceso universal. De sus 22,438 viviendas, solo unas 330 no tenían acceso, reflejando una electrificación avanzada.
Cortés, un centro urbano e industrial clave, también presentó un alto índice con 96.57% de acceso, de casi medio millón de viviendas, más de 473,000 contaban con electricidad, dejando un rezago de unas 17,000. A pesar del tamaño poblacional, los esfuerzos de cobertura han sido notables.
Francisco Morazán reportó un 93.45%, con más de 417,000 viviendas con acceso de un total de 446,837. Aunque el porcentaje es alto, más de 29,000 viviendas no contaban con electricidad, lo que indica una deuda con las zonas rurales o periurbanas.
Yoro, Valle y Ocotepeque mantuvieron accesos elevados entre 90.18% y 91.87%, lo que evidenció un trabajo consistente en esas regiones. Ocotepeque, por ejemplo, con más de 49,000 viviendas conectadas de 53,000, dejó una brecha mínima.
En la zona media alta de acceso estaban Colón, Choluteca, Atlántida, Copán, Santa Bárbara, Olancho, La Paz y Lempira, con índices que oscilaban entre 82% y 86%. Estas regiones, aunque no alcanzaron la cobertura ideal, integraron soluciones no convencionales como sistemas solares, lo que mejoró sus cifras frente al índice basado solo en red.
Comayagua y El Paraíso se ubicaron en una franja intermedia, con un 79.22% y 77.15%, respectivamente. Estas cifras mostraron una situación preocupante: más de 36,000 viviendas en Comayagua y 26,000 en El Paraíso seguían sin energía, lo que afecta directamente la calidad de vida, la educación y el desarrollo económico de sus habitantes.
Intibucá mostró un 75.31%, lo que significa que una de cada cuatro viviendas seguía sin electricidad. En total, más de 17,000 casas en esta región carecían del servicio.
El caso más dramático fue el de Gracias a Dios, con apenas 28.83% de acceso a electricidad, lo que implica que más de 15,000 mil viviendas permanecían desconectadas. Aunque este índice incluye soluciones fuera de la red, la realidad es que la mayoría del departamento permanece en la oscuridad energética, siendo un espejo del abandono estructural.
Impactados
Los mismos informes oficiales pormenorizan que solo dos municipios del país no tenían ningún grado de acceso a electricidad, aunque esta situación debía ser verificada para futuros informes, ya que podría haber sistemas domiciliarios no reportados. Por otro lado, el 57% de los municipios (199 de 298) tenía una cobertura superior al 87%.
Se observó que solo 16 municipios tenían un nivel de acceso a la electricidad menor al 50%, entre ellos se encontraban Ahuas y Wampusirpi, en Gracias a Dios, que tenían un nivel de acceso cero. Gracias a Dios seguía siendo el departamento con la menor cobertura a nivel municipal, ya que ninguno de sus seis municipios superaba el 30% de acceso.
Resulta llamativo que Iriona, en Colón, fue uno de los municipios con menor índice de acceso, no superando el 10%. Adicionalmente se identificó que de los ocho municipios que estaban en la franja de acceso entre el 40% al 50%, tres pertenecían al departamento de El Paraíso: Teupasenti, Texiguat y Trojes.
Un dato relevante es el hecho que en Francisco Morazán, un departamento con 93% en su nivel de acceso a electricidad, se encontró a Curarén y Lepaterique con índices por debajo del 50%.
Honduras cuenta con un total de 3,732 aldeas, de las cuales 367 no contaban con ningún tipo de electrificación, lo que representa un desafío pendiente en la expansión del servicio. Además, se identificó que 876 aldeas, equivalentes al 23.47%, presentaban niveles de cobertura eléctrica inferiores al 50%, reflejando una grave exclusión energética. En contraste, 1,374 aldeas, que representaban el 36.82% del total, registraban una cobertura eléctrica superior al 90%, evidenciando avances importantes en zonas más desarrolladas o mejor atendidas.
De acuerdo con los análisis, la mayoría de las aldeas que estaban por debajo del 50% estaban en los departamentos de Olancho (83), Lempira (78), El Paraíso (71), Comayagua (68) y Gracias a Dios (66).
La mayor parte de la población hondureña reside en áreas urbanas, donde el acceso a la red eléctrica es significativamente más alto que en las zonas rurales. Los análisis mostraron que la cobertura eléctrica urbana alcanzaba casi el 95%, pero existían alrededor de 79,063 viviendas sin electrificar. La mayoría de estos hogares se concentraban en los departamentos de Yoro, Olancho, El Paraíso e Intibucá, lo que evidenció desigualdades persistentes incluso dentro del ámbito urbano.
Cortés y Francisco Morazán fueron los departamentos con mejor índice de cobertura en el área urbana, dejando a Gracias a Dios en la posición más crítica con una cobertura de apenas 38.35%.

Water Perdomo, alcalde del municipio de Villanueva, en el valle de Sula, aseguró que detrás de las grandes inversiones en energía que se han hecho en proyectos a nivel domiciliario, extensión de red, iluminación de vías públicas, transformadores e iluminación de áreas de recreación, están únicamente las municipalidades, durante los últimos 15 años.
"Es una temática fuerte, pero tenemos la esperanza que con la intervención del actual Gobierno se empiece a revertir esta deuda histórica. Por ejemplo, tuvimos una colonia nueva con más de 340 casas que estuvo funcionando con generador durante varios meses", relató Perdomo.
Aunque poco a poco se ha ido resolviendo la situación, el líder municipal reconoció que la realidad de muchos lugares del país es fuerte. Esta situación, afirmó, tiene un efecto directo en la economía: “Esto aleja las inversiones, muchas empresas han decidido no instalarse en la zona precisamente por la falta de electricidad y algunas corporaciones han tenido que hacer sus inversiones para resolver el problema energético”.

Para el economista independiente Ismael Zepeda, esta ausencia representa una deuda histórica del Estado con miles de ciudadanos a los que se les ha negado incluso el derecho a aspirar al desarrollo.
"Existe una gran dificultad para medir el impacto, no solo económico, también social y político, de los municipios en nuestro país que no cuentan con una tecnología que tiene más de 100 años, la energía eléctrica", cuestionó Zepeda.
El especialista sostuvo que estos municipios, desde su creación, han estado marginados y sin oportunidades reales de progresar “¿Cómo se puede pensar en desarrollo sin contar con un suministro básico de energía? Este puede ser uno de los factores que ha frenado su crecimiento, con acceso a energía podrían haber alcanzado otros niveles de bienestar, productividad o hasta experiencias culturales como tener un cine o acceso a la información”, agregó.
Zepeda también fue crítico con el papel del Estado en esta situación. “El Estado, al final, ha promovido directa o indirectamente la pobreza, la desigualdad, la migración e incluso la desnutrición infantil, porque sin energía no hay refrigeración ni forma de informarse o educarse”, apuntó.
Para el economista "es una vergüenza" que existan comunidades que aún no están conectadas a la red eléctrica nacional y que en tiempo electoral se les busque solo para pedir el voto. “Eso debería formar parte del plan básico de inversiones de la Enee, no puede ser que en 2025 todavía estemos hablando de comunidades sin luz”, sentenció.
Zepeda también advirtió sobre las consecuencias económicas de esta exclusión. “Sin energía eléctrica, difícilmente las empresas pueden operar, estos lugares no son atractivos para la inversión y eso encarece todo", subrayó.
El transporte, la producción y los productos terminan siendo más costosos, las consecuencias no solo son económicas, son sociales: pobreza, marginación y vulnerabilidad permanente.