"Un hijo duele, no es un gato que se ha muerto": Sonia, la mamá del niño que vendía mostaza

La historia de Elmer ha conmovido a Honduras. Hasta la policía sospecha que el carro que le dijo jalón se descontroló por los baches en el malecón de Gualala. La carretera RN-20 está repleta de hoyos, constató LA PRENSA

Un hijo duele, no es un gato que se ha muerto: Sonia, la mamá del niño que vendía mostaza
El Rodeo, Trinidad, SB

Esta es la historia de un niño, un bache y un jalón; contada por una madre que tuvo que secar sus lágrimas y pausar, por un momento, sus horas de duelo para salir de nuevo a vender mostaza recién cortada.

Sonia Yolidania Aquino Rivas, de 30 años, es la madre de Elmer Misael Aquino Rivas, de 12, conocido en Santa Bárbara por vender mostaza, plátanos, patastes o aguacates de forma ambulante.

El pasado viernes 15 de agosto, Elmer no regresó a casa, como tanto le insistía ella antes de que cayera la noche. El niño murió en un accidente vehicular que terminó en las aguas del río Ulúa, en el malecón de Gualala, Santa Bárbara.

Ese día, Sonia lo recuerda minuto a minuto. Elmer, como siempre, se levantó temprano, con el amanecer, dispuesto a salir a vender la carga de mostaza que solía llevar en su mochila de Spiderman.

Su madre cuenta que, desde que se levantó, sintió un presentimiento y le pidió que no saliera, que mejor le ayudara a recoger leña.

Encender el fogón es vital en la pequeña casa donde viven. Localizada en lo alto de una loma en la aldea de Santa Rosita —entre Barandillales y El Rodeo, en Trinidad, Santa Bárbara—, su hogar depende del fuego para cocinar.

El triste final de Elmer Misael: el niño vendedor de mostaza que murió en Gualala

Con gran pesar, Sonia dice ahora que si su hijo hubiera ido a recoger leña, y no a vender, estaría vivo junto a ella y sus hermanos. Pero aquel día de arduo trabajo terminó convirtiéndose en la más terrible de sus noches.

No sabía por qué Elmer no había llegado; su celular estaba descargado. Fue hasta que una vecina, enterada de la tragedia en redes sociales, le dio la noticia de golpe: había un muerto en un accidente en el malecón de Gualala, a 30 kilómetros de donde ella estaba, y la gente decía que era “el niño que vendía mostaza”.

Y así fue. Su hijo estaba muerto, solo, en la morgue de San Pedro Sula, adonde había ingresado como desconocido.

Sonia salió a vender el jueves 21, los manojos de mostaza que también le ayudaban a vender sus niños. Con 20 ramitos hace L400 diarios, pero debe restar el pago de transporte y al proveedor.

El día del fracaso

En El Rodeo, donde se cruza la carretera RN-20 (que va de La Ceibita a Pito Solo) con la carretera a San Luis, todos conocían muy bien a Elmer y no ocultan el pesar por el triste final que tuvo el pequeño.

Eso hizo que dar con su familia no fuera difícil. Sonia vive en la tercera aldea, a la que se accede por un camino de terracería rodeado de paisajes espectaculares, y donde los amaneceres iluminan con neblina los picos montañosos de Trinidad.

Cuando llegamos, tras apenas 20 minutos de camino, Sonia ya había bajado desde su casa en la loma. Llevaba su canasta llena de manojos de mostaza y estaba por abordar un mototaxi, junto a su tercer hijo, rumbo al desvío a El Rodeo.

Era jueves, y apenas habían pasado cuatro días desde que enterró a su hijo, y ya tenía que volver de nuevo a la venta.

Para Sonia, la palabra fracaso es constante, pero no la usa en su sentido literal, sino como una forma de resumir la tragedia que se ensañó con el mayor de sus cuatro niños, y que hoy hace que la embargue un profundo dolor.

La menuda mujer orginaria de Florida, Copán, cuenta con miedo la historia de su niño, ya que tras su muerte, la gente la acusó injustamente en redes sociales de aprovecharse de él, por mandarlo a trabajar.

Sonia platicó con LA PRENSA cómo fue recibir la noticia de la muerte de su niño.

Ella relató que aunque Elmer solo tenía 12 años, había asumido el papel del hombre responsable de la casa, pues él fue testigo con impotencia, de como su último marido y padre de la bebé más pequeña que tiene, la maltrataba y la humillaba. Y no al no bastarle eso, vendió la casa que tenían en Copán y los dejó sin nada.

Con cierto temor, y lágrimas que logró contener, Sonia compartió que el niño decidió ayudarle a vender, luego de que ella diera a luz. Además, cuando iban todos juntos, costaba más que la gente les comprará las mostazas, ya que él lograba conectar de forma más espontanea con las personas, y hasta le ayudaban.

Ese día del fracaso, ella cuenta que Elmer se fue a vender solo, mientras que ella, se fue por otro lado con su otro niño. "Yo vengo de noche, llegué a la casa tarde porque me tocó andar atrás de mi otro niño y eso me hizo venir tarde. Yo pensé que Elmer ya estaba en la casa, porque nunca esperaba la noche para llegar"...

"La mala noticia es que el niño fue a morir allá (al malecón de Gualala). Él venía de Pueblo Nuevo y no lo pudieron bajar en el desvío de Barandillales. Él venía de jalón, y quizá no lo bajaron donde él dijo. Yo no sé con qué intensiones ese hombre se lo llevó", dice reclamando el por qué ninguna autoridad había hecho pública, hasta entonces, la identidad del conductor del carro tipo panel en el que iba Elmer Misael, y que tras volcar, cayó de forma estrepitosa al río Ulúa.

Ella tampoco sabe si ese conductor que le dio jalón al niño, sin saber que más adelante se avecinaba una tragedia en la que el menor pagó con su vida, se hará cargo de su muerte, o si de alguna forma, la ayudará.

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"Yo vivo donde mi hermana de posada, ni donde vivir tengo. Yo le decía, algún día hijo, vamos a tener una casita, y mire, él no tuvo la oportunidad de verlo": Sonia Aquino

En medio de ese duelo que vive en silencio, todavía se pregunta por qué el conductor -que transportaba botes de aceite para carro- que le dio jalón a Elmer no lo bajó en el desvío que Elmer conocía muy bien.

"Yo no sé porque ese hombre no me lo pudo dejar ahí. Él tiene bastante cargo-culpa- en esto. Un hijo duele, no es un gato que se ha muerto, ni un chucho. El hombre la libró y solo mi niño fracasó", repite, tras dudar de las intenciones que el hombre llevaba, al llevar, varios kilómetros adelante de su sitio de bajada, al pequeño Elmer.

A menos de una semana de haber perdido a su niño, al que le duele no haber visto aquella triste noche, la noticia de su muerte llegó de forma inesperada. Cuenta, que como esa noche, ella llegó tarde, su celular se había apagado. Ya estando en su casa, y extrañada de no hallar a Elmer ahí, se preocupó porque él nunca le fallaba.

"Mi hermana me decía: ¿Qué será que el niño no ha llegado?, y más se preocupaba. Al rato, llegó una vecina que había visto en Facebook que el niño era el muerto en el accidente del malecón.

" A mí me duele no poder hacer nada. Mi niño ya iba a cumplir 13 años el 30 de agosto. Él era bien amoroso conmigo. Cuando vendía todo o la gente le daba dinero, venía y me traía pollo", cuenta, como reviviendo aquellas escenas.

Por el miedo que ahora la embarga, y todo lo que la gente ha dicho sobre ella, decidió enviar a Maynor, su niño de 9 años al cuidado de su madre en Ocotepeque. No quiere que corra con la misma suerte, y prefiere tenerlo lejos, pero seguro.

Así quedó el carro donde iba, supuestamente de jalón, Elmer Misael Aquino, luego del accidente. Era conducido por el ciudadano Luis Antonio Hernández Benítez, quien resultó herido.

En Honduras, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de en su encuesta 2023, hay aproximadamente 1,022,550 niños y niñas de 5 a 17 años que trabajan en alguna forma. De ellos, la tasa de trabajo infantil en áreas rurales es significativamente más alta (11.9%) en comparación con áreas urbanas (6.1%).

Sonia, quien hace menos de una semana enterró a su niño, dice que tiene que salir de nuevo a trabajar porque debe seguir luchando. "Siempre tengo que seguir vendiendo, mostaza aunque sea, porque no tengo quien me ayude, soy madre soltera, y mis niños eran los únicos que me apoyaban. Ahora tengo que dejar a mi niña de cinco meses con mi hermana, para salir a vender", dice.

"La gente habla de uno, diciendo que yo los obligaba, pero nunca los obligué. Ellos me decían: usted no nos puede dar pisto para estar comiendo o comprar alguna chuchería o alguna cosa. Y por eso salían", dice.

El jueves, de nuevo volvió a la venta. Llevaba 20 manojos de mostaza que vende a 20 lempiras, los que le permiten llevar a casa 400 lempiras cuando logra vender todo, aunque de ahí le paga a la señora que le provee el producto, y también le resta el pago de transporte.

Ahora que no tiene a Elmer, Sonia anhela con que alguien de buen corazón le ayude a comprar un solar para poder hacer su casa y darle una vida digna a sus niños. "Yo he rodado como se debe, y es duro andar para arriba y para abajo con los hijos. Con bojotes en el lomo, y no tener apoyo de nadie", suelta tras un largo suspiro.

Ella describe a Elmer como un niño bueno, amoroso, que no le faltaba el respeto a nadie. Él me decía "mire mami, algún día, primero Dios, me voy a ir para los Estados -Unidos-. Y ya cuando esté allá, le voy a mandar a hacer su casita. Y mire como son las cosas, que no se dio la oportunidad de que él viviera con nosotros en una casita propia".

Debido a que ya se acercaba su cumpleaños, Sonia le decía a Elmer que había que guardar dinero para celebrar su cumpleaños. Cada año, con lo poco que reunía, siempre le compraba su pastel, y ese día se comía pollo, pero este año él no quería que ella gastara. "Para qué mami, no gaste, si ese día, de cualquier forma uno se come lo que haya"... es duro porque ahora ya ni lo voy a volver a ver. El niño fue enterrado en el cementerio de El Rodeo donde una cruz, da cuenta de su nombre.

Por esa parte del malecón cayó el vehículo en el que iba Elmer Misael. El conductor sobrevivió, pero el niño fue sacado sin vida del río Ulúa por los bomberos.

No se descarta que accidente fuera por mal estado de la carretera

De acuerdo a la Policía Nacional, el accidente en el que murió Elmer, se produjo a las 5:30 de la tarde. Fue un despiste, seguido de un volcamiento e investigan si fue por exceso de velocidad o las malas condiciones de la vía pública.

El conductor fue identificado por una fuente policial como Luis Antonio Hernández Benítez, 34 años, con domicilio en la colonia Cerro Verde de Choloma. Trascendió que habría sido acusado de homicidio imprudente, y que fue puesto a la orden de la Fiscalía, aunque resultó con lesiones y estaba hospitalizado.

Eso hizo que el carro se saliera de la calzada y cayera al río. Justo en el lugar donde se produjo la fatalidad, en el famoso malecón de Gualala donde el Ulúa hace un marcado viaje e impacta cuando tiene sus potentes crecidas, hay un enorme bache seguido de un tramo totalmente destruido, que se cree fue el causante del accidente.

Cristóbal Pineda Mejía, un ciudadano que se para cada día en el lugar con una pala, para rellenar cada agujero con tierra dice que gracias a su trabajo ha salvado muchas vidas.

"Ese día del accidente ya era tarde, y yo no estaba, pero todo el mundo dice que ese carro se fue al río por los grandes baches que hay en este trayecto", dijo el humilde hombre que también combina ese quehacer con la venta de chicharrones de garra.

Ese tramo de Gualala está lleno de baches, pero no es el único. Toda la carretera RN-23 que mide 107 kilómetros desde La Ceibita, Quimistán a Pito Solo en Las Vegas está repleto de baches.

LA PRENSA Premium la recorrió toda para constatar su estado debido a las quejas de la población y en total contamos alrededor de 850 baches y al menos 12 tramos que iban de medidas de dos metros a 10 metros, totalmente destruidos.

El trayecto más afectado por los baches se localiza entre Petoa y Trinidad, donde contamos 340 agujeros de todos los tamaños, unos más grandes y peligrosos que otros; mientras que la segunda parte más mala es de Trinidad a Santa Bárbara.

La parte menos mala es desde la caberca a Pito Solo donde había 242 agujeros y al menos tres bloques de fallas, pero en un corredor de unos 30 kilómetros recorriendo los municipios del sur del departamento.

Pobladores de varias comunidades que confluyen con la carretera están organizando manifestaciones por el evidente deterioro y abandono de la carretera que atraviesa a Santa Bárbara de norte a sur. Ese departamento, considerado un fuerte bastión del Partido Libertad y Refundación en el poder, resiente que no se haya construido una carretera de más duración.

Por años han vivido esquivando baches, ya que cada reparación que se le hace a la vía, no ha pasado de ser cosmética y de muy efímera duración.

Todo el paso por el malecón de Gualala está lleno de hoyos y de tramos enteros llenos de agujeros. El ciudadano Cristóbal Pineda Mejía dice que salvado muchas vidas echándoles tierra.
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Jessica Figueroa
Jessica Figueroa
jessica.figueroa@laprensa.hn

Periodista de investigación, editora y cronista. Con 22 años en el periodismo escrito y multimedia. Con subespecialidades en diseño y edición gráfica e inteligencia artificial.